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La angustia y los nervios dominan a los inversores de la city. Las acciones parecen no encontrar su piso. Con la baja del 0,9 por ciento de ayer, el cuarto declive consecutivo, el MerVal --el índice que reúne a los papeles empresarios líderes-- se encuentra en el mismo nivel que tenía en noviembre de 1995. El anuncio del gobierno ruso de que a partir de hoy limitará las operaciones en moneda extranjera despertó sospechas adicionales sobre la capacidad de Moscú por salir de la crisis y evitar una devaluación del rublo. La ola de desconfianza no tardó en extenderse al resto de los países emergentes. Hasta media tarde, el ánimo de los operadores era uno de los mejores de las últimas tres semanas. Las acciones subían en promedio casi el 2 por ciento, recuperando parte del 4,4 que habían cedido el martes, en línea con el rebote mostrado en Wall Street. Pero la tendencia positiva se quebró cuando, pasadas las 15, el banco central de Rusia anunció que desde hoy pondrá un límite a las compras de dólares que efectúan las entidades comerciales. De esa manera, el Ejecutivo ruso quiere impedir que continúe el drenaje de sus reservas internacionales. Durante esta semana, el gobierno de Boris Yeltsin debió salir en varias oportunidades a vender dólares en el mercado para quitar presión a la paridad cambiaria. La determinación, anunciada cuando en Moscú ya era de noche, fue evaluada negativamente por el mercado. "Es como el último manotazo de ahogado. La medida, si bien se tomó para respaldar al rublo, no hace más que crear más incertidumbre sobre el futuro inmediato de la economía rusa", analizó ante este diario un economista de un banco europeo. No bien apareció en los monitores de las agencias internacionales, la novedad impactó en el recinto. En pocos minutos, el MerVal dejó el terreno ganador y pasó a tener un claro signo negativo. A media hora del final de la sesión, las acciones retrocedían en promedio un 2,5 por ciento. La baja se apaciguó al final, hasta cerrar 0,9 por ciento abajo. "Fue una reacción netamente especulativa. Nada que indique que las próximas ruedas serán positivas. La Bolsa sigue íntimamente ligada a lo que sucede en el exterior", comentó a Página/12 Maximiliano Ruprecht, de Caspian Securities. Lo mismo sucede en los demás recintos latinoamericanos. La bolsa de San Pablo fue la que más sufrió en la región: bajó 4,4 por ciento. Y hubo rumores de que el banco central brasileño se vio obligado a desprenderse de dólares --tanto ayer como el martes-- para frenar una corriente especulativa en contra del real. "No se descarta otro ataque en contra de la moneda", dijo en un informe la Fundación Getulio Vargas, un centro de investigación económico carioca. En lo que va del mes, las acciones líderes acumulan una pérdida del 17,6 por ciento; un 30 por ciento en lo que va del año, y un 43,7 por ciento desde octubre del año pasado, cuando la crisis asiática golpeó por primera vez en Buenos Aires. "Las acciones exhiben una burbuja al revés. Por ahora no nos podemos despegar de lo que sucede en Asia, a pesar del alza en Wall Street. Pero en 15 o 20 días los precios podrían mejorar", se esperanzó Miguel Carril, el tesorero de la Bolsa de Comercio. Ayer hubo 17 alzas y 21 caídas. El retroceso del 15 por ciento en la acción de Alpargatas fue el más espectacular. Los títulos de deuda, por su parte, una de las claves para monitorear los efectos de la crisis, cerraron ayer en los mismos niveles que anteayer, en línea con lo sucedido en las bolsas europeas y de Nueva York. Luego del fuerte derrape, esos mercados reaccionaron al alza ante la revalorización del yen frente al dólar, ante la posibilidad de que Tokio intervenga en las próximas horas en defensa de su moneda. Esto alentó a Wall Street, que avanzó el 1,1 por ciento. La clave, en estos días, para que los mercados se tranquilicen la tienen Japón y Rusia.
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