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Muchas embajadas norteamericanas han sido temporariamente cerradas, y varias van a ser reubicadas, en respuesta a una cantidad sin precedentes de amenazas de bomba. Mientras Bill Clinton interrumpía una gira de recaudación de fondos para recibir los cadáveres de los norteamericanos muertos en Kenia, las sedes estadounidenses en el exterior reforzaron su seguridad. Las embajadas en Malasia, Uganda y Yemen suspendieron sus operaciones de rutina, y los diplomáticos en la embajada en El Cairo, la capital egipcia, fueron trasladados a un edificio fortificado. La embajada en Kuwait fue cerrada por un día para una inspección de seguridad. La embajada en Swazilandia fue evacuada durante varias horas, y el horario de atención en Costa de Marfil ha sido reducido hasta que mejore la seguridad. También se estaban mejorando las condiciones en Arabia Saudita y Sudán, según anunció el Departamento de Estado. "Puede haber amenazas a intereses norteamericanos en Egipto, Malasia y Yemen que incluyan ataques contra edificios", dijo un funcionario, para agregar que la toma de precauciones fue gatillada por "informaciones creíbles". Apenas días después de que el presidente Clinton dijera que reducir la presencia diplomática de Estados Unidos en el mundo "daría al terrorismo una victoria que no debe y no va a tener", las embajadas se están ajustando a la nueva realidad demostrada por los ataques en Kenia y Tanzania. Jeeps militares patrullaban el área en torno a la embajada en Sanaa, la capital yemenita. En Kuala Lampur, unos 20 policías armados pertenecientes a una unidad de combate malaya vigilaban el complejo de la embajada. Previamente, fue cerrada una estación de servicio que se encuentra cerca. El vocero de la embajada dijo que no se habían registrado amenazas provenientes de malayos. "Nuestra preocupación tiene que ver con un grupo exterior que pueda entrar a Malasia. No estamos preocupados por los malayos. La amenaza está llegando desde fuera del país." El alza de los dispositivos de seguridad ocurre mientras salen a la luz detalles de un informe del Pentágono previamente mantenido en secreto, "Terror 2000", que predijo que los cambiantes patrones del terrorismo global podrían llevar a ataques como los de Africa. El informe fue realizado para el Pentágono en 1993 por un grupo de expertos que incluyó un ex funcionario del KGB soviético, así como integrantes del FBI, la CIA y el Departamento de Estado. Advertía que los terroristas intentarían aumentar el impacto de sus acciones golpeando simultáneamente en varios lugares. También sugería que los extremistas, para causar una impresión más devastadora, se volverían cada vez menos selectivos en su opción de víctimas. "Los terroristas futuros descubrirán que necesitan horrores cada vez más espectaculares para superar la capacidad de Estados Unidos de absorber lo que antes hubiera parecido intolerable --dice--. Debemos estar preparados para defendernos contra peligros que parecían imposibles hace sólo unos años." Inicialmente, el informe fue descartado por alarmista y traído de los pelos, y el Pentágono se negó a entregar incluso versiones suavizadas al Congreso y a la opinión pública. "Dijeron 'esto es increíble, esto es loco' --sostuvo Marvin Cetron, uno de sus autores--. Creyeron que era demasiado aventurado y que causaría pánico en la opinión pública general. Ya hemos tenido algunos problemas con gente que no escuchaba. Creo que ahora están escuchando." La Casa Blanca acató varias de las recomendaciones, incluyendo una mejor protección de las computadoras del gobierno y el ofrecimiento de recompensas multimillonarias que por informaciones que lleven a la captura de terroristas. Los detalles fueron revelados después de que Bobby Inman, autor de un informe sobre la seguridad de las embajadas, afirmara que las misiones en Nairobi y Dar-es-Salaam fueron convertidas en vulnerables por una falta de voluntad política y de fondos del Congreso y por el hecho de que no se siguieron sus recomendaciones. Inman presidió una comisión establecida en 1985 después de ataques con bomba a las embajadas norteamericanas en Beirut y Kuwait y al complejo que albergaba la base de los marines en Beirut. Ninguna de las embajadas que fueron atacadas el viernes reunía los requerimientos enumerados en su informe, ni habían sido puestas en alguna lista de prioridades del Departamento de Estado para que les mejoraran la seguridad. "Creo que el respaldo del Congreso se fue erosionando con el tiempo --dijo Inman--. Pero también pienso que el Departamento de Estado, a medida que sus presiones presupuestarias escalaban, cortó sus fondos en lo que el Congreso le pedía. Tampoco puedo contestar cuán efectivamente gastaron el dinero que sí recibieron."
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