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Por Raúl Kollmann Ibrahim al Ibrahim, ex marido de Amira Yoma, cuñada presidencial y jefa de audiencias de Carlos Menem, le echó ayer prácticamente toda la culpa del llamado Narcogate --el escándalo por lavado de dinero proveniente del narcotráfico-- a Eduardo Duhalde y a la propia Amira Yoma. Ibrahim, que fue asesor de la aduana de Ezeiza aunque casi no habla castellano, sostuvo que "el vicepresidente Duhalde me hacía llegar papelitos indicándome que ciertas valijas no se debían abrir en la Aduana y, por supuesto, esas valijas no se tocaban. También hacían pasar containers". Desde Damasco, el ex coronel sirio, prófugo de la Justicia argentina, dijo que recientemente estuvo preso por un pedido de captura llegado desde Buenos Aires pero que después de dos meses lo dejaron libre. La Casa Rosada y el embajador argentino en Damasco dieron en su momento otra versión: que Ibrahim fue detenido por un incidente menor y que no hubo posibilidad de pedir la extradición. El prófugo ex coronel sirio dio una versión del Narcogate en la que intenta dejar muy bien parado al presidente Carlos Menem y trata de perjudicar en forma notoria a Duhalde. Ibrahim al Ibrahim apareció anoche, desde Damasco, en Hora Clave, el programa que conduce Mariano Grondona. Se lo vio más bien demacrado y utilizando su particular lenguaje mezcla de castellano y árabe, cambiando vocales, artículos y adjetivos. El ex cuñado presidencial fue uno de los personajes claves en el escándalo que en su momento denunció en España la revista Cambio 16 y en la Argentina el periodista Román Lejtman en Página/12. A partir de una investigación sobre narcotráfico realizada en la península se descubrió que en la Argentina operaba una banda que lavaba el dinero de la venta de estupefacientes. La plata sucia ingresaba al país en grandes valijas y con la complicidad de funcionarios del Gobierno. Ibrahim jugaba un papel fundamental ya que estaba en la Aduana de Ezeiza, por lo que hacía entrar las valijas sin revisación alguna. Incluso Amira trajo valijas personalmente. "Yo no fui jefe, fui asesor del director de la Aduana" --sostuvo Ibrahim--. "Eso me lo consiguieron Amira y Duhalde. Ella me había dicho que me iban a conseguir algo y después por Duhalde me dieron ese puesto." --A usted se lo acusa en concreto de estar en una banda de lavado de dinero que hacía entrar una gran cantidad de plata en valijas--, le preguntaron en Hora Clave. --Mire, no era mi trabajo revisar valijas. Eso sí, me mandaban papelitos de la oficina del entonces vicepresidente Duhalde para que no revisemos a alguna gente. Esas valijas no se podían tocar. Me mandaron muchos papelitos de esos. Todo venía de la oficina del vicepresidente y en algún momento había tres personas que trabajaban para Duhalde que me pedían eso. Así entraban las valijas. --¿Además de valijas también pasaban containers? --Sí. Unos siete u ocho, o tal vez diez. Venían en aviones en la parte de cargas y pasaban a la bodega. Después venían camiones y se llevaban todo. En ese momento le avisé al presidente Carlos Menem. El de inmediato llamó por teléfono al director de la Aduana, un tal Basile. A la Aduana venía otro señor D'Angelo, de parte de Duhalde, que también pasaba cosas. Yo me tuve que ir de la Argentina porque sabía todo esto pero no lo podía probar. --¿Y por qué lo metieron a usted en todo esto? --Y seguro que fue una cosa contra el presidente Menem. Nunca hice nada. Imagínese. Yo casi no hablo español así que no pude ser protagonista de nada. Amira y Duhalde me propusieron que trabajara ahí y yo necesitaba un trabajo. Era un buen trabajo. Después me usaron. No tuve nada que ver con el lavado de dinero ni supe nada. Si hay lavado, los culpables son Mario Caserta, Anello y Amira. Esta versión de los hechos está, como mínimo, llena de contradicciones. Amira era jefa de audiencias de Carlos Menem, por lo tanto su referente no era Duhalde sino el Presidente. Con Mario Caserta ocurre otro tanto: acompañó a Menem en la campaña presidencial y después fue funcionario menemista. Mario Anello era un integrante de la banda de lavadores, que como el propio Ibrahim reconoce, estaba íntimamente ligado a Caserta. O sea que los que el sirio dice que eran integrantes de la supuesta banda de lavadores eran cercanos al Presidente, pero Ibrahim trata de sacarle ese peso a Menem y se lo pasa a Duhalde. De todas maneras, es efectivamente cierto que Duhalde firmó el decreto de designación de Ibrahim en la Aduana. El ahora gobernador bonaerense sostiene que él simplemente firmó porque se lo dieron a firmar, como si fuera un trámite burocrático. Lejtman señala que "para la designación de Ibrahim no bastaba con la firma de Duhalde. Hubo un decreto anterior, firmado por Menem, por el cual se modificaba el régimen de ingreso a la función pública justito para permitir la entrada de Ibrahim. Era un decreto a la medida de Ibrahim. Además, debajo de la firma de Duhalde se pueden ver las letras fca. Según los Yoma, esas siglas significaban Feliz Cumpleaños Amira. Efectivamente la jefa de audiencias ese día cumplía años y por eso la versión de la Casa Rosada es que Duhalde le hizo el regalo a Amira. El gobernador bonaerense dice que fca significa firmado con Amira, es decir que quiso dejar en claro que él sólo sucribía el decreto porque la secretaria de audiencias de Menem se hacía responsable y su firma era un mero formulismo. Hay que acordarse también que cuando se inició el escándalo, Duhalde fue el primero en reclamar la renuncia de Amira, en tanto que la defensa de la cuñada presidencial era ejercida por hombres de la Casa Rosada". --¿Cómo conoció a Mario Caserta, implicado en el lavado de dinero? --le preguntaron anoche a Ibrahim en Hora Clave. --Lo conocía de la campaña electoral de Carlos Menem. Después lo vi muchas veces en casa de Amira. Una vez fui a un acto en Lanús al que Amira iba en representación del Gobierno. Ahí apareció junto a Caserta un petiso que me presentó el mismo Caserta. Después supe que ese petiso era Mario Anello. Para Lejtman, "según la información que hay en el expediente tanto en España como en Uruguay, Miami y la Argentina, uno podría interpretar que Anello era el jefe de la banda, Caserta el jefe en la Argentina y fue Caserta el que contrató a Amira e Ibrahim para las operaciones de ingreso de la plata al país". El final de la entrevista a Ibrahim fue a toda orquesta. --Usted está prófugo. ¿Cómo hizo para irse de la Argentina? --le preguntaron. --Salí por la frontera a Brasil. Salí caminando como hace la gente ahí. --¿Con qué documento? --No, no me pidieron ningún documento. Nadie ahí presenta pasaporte ni nada. Salí caminando. --Y si las cosas son como usted dice, ¿por qué no viene a la Argentina y se presenta a la Justicia? --No tengo plata y además estoy enfermo del corazón. Si me pagan voy.
HISTORIA DE UNA APARICION AMPLIAMENTE
ANUNCIADA Por R.K. Hace tres meses, circuló la versión de que era inminente la reaparición de Ibrahim al Ibrahim. "Va a declarar contra Duhalde", decían hombres vinculados al Gobierno. Eran tiempos en que la guerra entre el Presidente y el gobernador estaba en lo más álgido y se hablaba de todo tipo de maniobras. Según lo que reconoce el propio Ibrahim, parece ser que fue por esa época que lo detuvieron y -dice ahora el sirio- lo querían traer a la Argentina. O sea que todo estaba listo para el gran regreso y la declaración contra Duhalde. Sin embargo, todo el plan se paralizó porque en ese momento apareció muerto Alfredo Yabrán, casi el punto culminante del conflicto. El impacto del suicidio del cartero imposibilitaba cualquier otra puesta en escena. A principios de mes trascendió que Ibrahim al Ibrahim había estado preso. El embajador argentino en Damasco dijo que la detención no obedeció al pedido de la justicia argentina sino a un pequeño lío doméstico. Lo mismo fue reafirmado por el Poder Ejecutivo y todos señalaron las dificultades para encontrar al ex asesor de la Aduana y conseguir su extradición. Ibrahim dice lo contrario: estuvo preso por el pedido argentino y después lo dejaron en libertad. Habría que preguntarles a los funcionarios argentinos por qué dieron una versión falsa de los hechos y al gobierno sirio por qué lo dejó en libertad. Obviamente, al juez Gabriel Cavallo, que desde hace tiempo reclama la detención de Ibrahim, le ocultaron la verdad. Es una prueba más de que el plan de reaparición y testimonio contra Duhalde, abortado por la muerte de Yabrán, se había puesto en marcha. Ayer, finalmente, se consumó el regreso, aunque por vía televisiva. El libreto fue exactamente el pronosticado por el rumor de hace tres meses: Menem no tuvo nada que ver, Duhalde fue el culpable del Narcogate. Esa versión de la historia es, cuando menos, asombrosa: prácticamente todos los integrantes de la supuesta banda de narcolavadores eran del palo del Presidente, no del ahora gobernador, empezando por la propia Amira y siguiendo por quien fue el cajero de Menem durante la campaña de 1989, Mario Caserta. El aparato judicial puesto en marcha para defender a la cuñada presidencial también recibía órdenes y estrategias del más alto nivel de la Casa Rosada e incluso los movimientos internacionales partieron del seno del menemismo. Lo de Ibrahim aparece inicialmente como dudoso.
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