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Después del histórico acuerdo alcanzado el miércoles para que los bancos suizos devuelvan a los sobrevivientes y herederos de víctimas del Holocausto 1250 millones de dólares, los abogados de los reclamantes dijeron que con esto "el asunto no queda zanjado, al revés: es ahora cuando empieza todo" y que el próximo paso era iniciar reclamos contra los bancos alemanes y diversas aseguradoras europeas. El acuerdo produjo también ayer que el estado y la ciudad de Nueva York, así como el estado de California, anunciaran la suspensión de las sanciones previstas contra los bancos suizos, mientras el premier israelí Benjamin Netanyahu anunciaba que "ahora que el problema económico está en vías de resolución, espero que el aspecto moral predomine, ya que los sobrevivientes del Holocausto deben integrarse a la memoria no sólo del pueblo judío, sino también a la memoria de todos los pueblos". El acuerdo final sobre la restitución se anunció en la noche del miércoles en un tribunal federal en Brooklyn (Nueva York). El momento fue calificado de "histórico" por las partes en litigio y pone punto final a una larga polémica que estuvo a punto de provocar un grave conflicto diplomático entre EE.UU. y Suiza. Hace poco más de un mes, varios bancos y entidades financieras de algunos estados de Estados Unidos, entre ellos Nueva York, habían decidido boicotear las operaciones de bancos suizos en su territorio, una medida extrema de presión muy criticada por Washington. Los bancos suizos sospechosos de haberse quedado con el dinero confiscado por los nazis, Crédit Suisse y UBS (entidad resultante de la fusión del Union Bank y el Swiss Bank), pagarán a corto plazo 250 millones de dólares cuando se resuelva la tramitación del plan, y el resto a lo largo de tres años. A cambio, los más de 30.000 demandantes en el proceso, que están repartidos por todo el mundo, retirarán todas sus reclamaciones sobre las cuentas expropiadas hace medio siglo. Este grupo de personas, junto al Congreso Mundial Judío, también había demandado al gobierno y el Banco Central de Suiza, como corresponsables de la malversación. "Esto no es dinero de caridad por parte de los suizos", dijo anteayer la hija de un desaparecido en un campo de concentración. "Mi padre depositó ese dinero. Me pertenece a mí." Los bancos suizos han reconocido errores en la administración de esas cuentas ocultas, y hasta ahora no han querido pagar reclamaciones porque no sabían cómo y entre quiénes repartir el dinero. Durante los últimos dos años, habían resuelto algunas reclamaciones individuales, y el pasado mes de junio ofrecieron una compensación global de 600 millones de dólares, que fue considerada insuficiente por los demandantes. Las organizaciones judías involucradas en este proceso dijeron anteayer que el dinero será repartido de manera que llegue primero a quienes más lo necesitan: supervivientes y herederos que viven al límite de la pobreza en Europa del Este. "No es una cuestión de dinero, lo importante es lo que se está reconociendo", dijo el senador neoyorquino Al D'Amato a la cadena CNN. D'Amato, una conocida figura política de EE.UU., elevó notablemente el nivel de la polémica con su participación, y ahora ha dicho que espera "mirar hacia el futuro y curar las heridas del pasado, tanto aquí como en Suiza". Entre 1940 y 1945, la Alemania nazi se apoyó sobre todo en los bancos suizos, pero también en otros de Europa, para blanquear dinero de cuentas confiscadas y depositar oro igualmente robado a los judíos. En el Banco Nacional de Suiza llegó a haber 248,8 toneladas de oro, y en el Banco Central de Portugal, el segundo depósito de oro nazi en volumen, 43,6 toneladas. En el Banco de España los nazis almacenaron 1,4 toneladas de oro.
Alcances de un pacto El acuerdo logrado en Nueva York para reparar los daños causados por los bancos suizos a la comunidad judía es muy importante, no sólo en virtud del fondo de dinero que se crea sino también en términos morales. A partir de aquí queda muy claro cuál fue el rol de Suiza, que ya era conocido a nivel público pero que ahora es admitido por los propios suizos. Y que se cifra en la muy importante responsabilidad que tuvieron en su apoyo al esfuerzo bélico de la Alemania nazi. Por otro lado, hay que destacar la alta importancia del rol del juez Corman --que logró sentar a todas las partes a la mesa de negociaciones-- y del senador de Nueva York Alphonse D'Amato. Hace dos meses, este logro era inimaginable. En ese momento los bancos suizos dijeron que ofrecían 600 millones de dólares, y destacaron que ésa era su última oferta. Fue una jugada para patear el tablero de las negociaciones --que se estaban llevando en forma reservada-- por medio de ganarse a la opinión pública al evocar una gran cifra. Ahora se ha llegado a un acuerdo por más del doble. Debemos trabajar en dos áreas: la restitución y los fondos de compensación. Lo primero está vinculado con las llamadas "cuentas dormidas", a las que tanto los titulares como sus sobrevivientes tuvieron el acceso denegado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los descendientes de las víctimas del Holocausto iban al Banco y se les pedía los certificados de defunción de los titulares, como si en los campos nazis se hubiera expedido ese tipo de documento. A los titulares, por otra parte, les pedían certificados que los acreditaran como tales, lo que obviamente no podían tener. Por otra parte, está el tema del fondo de compensaciones. Es importante destacar que si bien el juicio se hizo en Estados Unidos, y que fue llevado a cabo por sobrevivientes que residen en Estados Unidos, es muy probable que esto afecte a sobrevivientes de todo el mundo. Sin embargo, no es bueno generar una expectativa demasiado temprana, porque no se sabe cómo se va a distribuir el dinero. Suena un poco cruel y absurdo decirle a toda esta gente que sufrió tanto durante la guerra y que pasó tanto tiempo antes de que los bancos se sentaran a negociar que hay que esperar todavía un poco más hasta que se conozcan los detalles y alcances del acuerdo logrado, pero no hay otra opción. * Representante en América latina del Centro Simon Wiesenthal, de Viena.
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