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EL TEMA

Por Martín Granovsky


LAS COIMAS QUE INVESTIGA EL JUEZ

Qué hay detrás de las puertitas del Sr. Gómez

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Jorge Gómez, flamante ex escribano general de Gobierno, suspendido como afiliado radical

 

t.gif (67 bytes)  "El papel son 90 lucas", dijo Maruja. Emanuel Fumarola la miró sorprendido. Había creído que estaba delante de la funcionaria encargada de destrabar la habilitación de su fábrica, pero quien lo miraba detrás de su café era una simple gestora de coimas. Se levantó y se fue. Al día siguiente le clausuraron la empresa, en el pico de una historia que terminaría en un escándalo con extraordinario poder de fuego. Ya le costó el puesto al escribano general del gobierno porteño, Jorge Gómez. Podría costarle la carrera política, porque la UCR del distrito dijo que, tal como adelantó Página/12, le suspenderá la afiliación. Preocupa a Fernando de la Rúa. Y hace temblar a la Alianza.

La escena de Maruja pertenece al relato que hizo uno de los testigos convocados por el juez Héctor Yrimia para hallar un patrón de conducta que permita esquivar una causa basada en palabras contra palabras.

La secuencia que maneja Yrimia, a la que tuvo acceso este diario por empleados del juzgado, indica que Fumarola siguió paso a paso los trámites para instalar su fábrica de cables en Villa Devoto sin otros problemas que los requisitos técnicos.

Pasó el filtro de la Dirección de Planeamiento.

Superó la barrera de la Secretaría de Planeamiento Urbano, a cargo de Francisco Prati.

Corrigió la emisión de ruidos molestos para no infringir ninguna norma.

Fue bendecido por la Secretaría de Industria. Tan bendecido que los técnicos vieron una oportunidad de comprobar su flamante doctrina de industrialización, que apunta a instalar pymes en la Capital Federal para aumentar la recaudación y el empleo.

--¿Estaría de acuerdo en que el doctor De la Rúa inaugure la fábrica? --hasta preguntó Ernesto Beccaris, de Industria, a Fumarola.

Pero en un tramo el expediente interrumpió su camino habitual y se corrió hasta la Procuración, donde la cabeza es Ernesto Marcer.

La Procuración bochó a Fumarola.

Y Fumarola dejó de entender qué estaba pasando.

Según reza uno de los testimonios en poder de Yrimia, le dijeron a Fumarola que su suerte dependía de cómo se interpretara el artículo 5.5.7 del Código de Planeamiento Urbano. El artículo tiene fama de impasable por la cantidad y la complicación de las normas que incluye.

Fumarola aseguró al juez que, en ese punto del trámite, recurrió a un gestor.

--No se preocupe, esto sale --dijo el influyente.

Después, señaló sus esperanzas en la razonabilidad de la Escribanía General de Gobierno.

--La gente de la Procuración se lleva muy bien con los tipos de la Escribanía --dijo.

Le dio un teléfono, un radiomensaje y un nombre (Maruja) que se revelaron como una maravillosa trinidad capaz de combatir el peor de los infiernos burocráticos. Muy pronto se produjo un encuentro milagroso en el café Londres, de Avenida de Mayo y Perú.

--Con el expediente identificado lo arreglamos fácil --dijo Maruja.

Días después hubo otro encuentro en una oficina de la Escribanía General de Gobierno. Uno de los testigos describió el despacho como un sitio amplio, muy amplio, con un escritorio tan colosal como despojado. Dijo que sobre la mesa sólo había una carpeta con el aspecto típico de un expediente municipal.

El funcionario que parecía el titular del despacho se quedó sentado. Los testigos lo recuerdan como un hombre más bien bajo, de trato formal, vestido con un traje clásico, de unos 60 años. Guardaron en su memoria que los impresionó un detalle: su apellido era el mismo que el de un vicepresidente de la Nación célebre porque renunció a su cargo en medio de una gran crisis política.

Parada muy cerca del señor del apellido ilustre se ubicó Maruja, atenta a la conversación, las manos sobre el escritorio.

El funcionario tomó la carpeta.

--Ah, acá está el expediente --dijo con aire distraído--. No se preocupen, vamos a arreglarlo. Lo que ustedes tienen que hacer es una carta explicando las razones. Pero, claro, ustedes no la van a poder hacer. Mejor los ayudamos nosotros. ¿Por qué no van con Maruja y ella les dice cómo hacer la carta?

--¿Nada más?

--Nada más. El resto está arreglado.

Salieron. Se sentaron en el bar. Y allí se dieron cuenta de que Maruja cobraría caro el milagro.

--El papel son 90 lucas --dijo, pronunciando la frase que desató el terremoto.

Fumarola tardó poco en llegar hasta Enrique Mathov, el secretario de Gobierno de Fernando de la Rúa, que se felicitó de haber recibido el caso antes de que trascendiera. Por lo menos tres dirigentes de la Capital, dos del radicalismo y otro del Frepaso, dijeron a Página/12 que la mayor obsesión del precandidato radical a la presidencia es evitar los escándalos de corrupción. Para eso dispuso de un reducidísimo equipo de funcionarios de absoluta confianza --algunos incluso hablan de ellos como "la inteligencia"-- encargado de detectar escándalos por anticipado y, si no pueden frenarlos, de administrar su impacto.

Mathov, que reemplazó en el cargo a Juan Octavio Gauna, desplazado del puesto por su salud frágil, fue el responsable de mantener el secreto, para irritación del vicejefe de Gobierno, Enrique Olivera, y transferir el tema directamente a la Policía Federal, que lo pasó a la Justicia. Ni siquiera inició un sumario administrativo, lo cual revelaría, en un análisis que comparten funcionarios de Tribunales y del gobierno porteño, que De la Rúa no quería quedar estampado a la imagen de Gómez ni por un segundo, o que estaba convencido de su culpabilidad más allá de las pruebas, o ambas cosas a la vez.

El caso es tan sensible que el radicalismo se apuró a separar a Gómez y el Frepaso se mostró más cuidadoso que nunca. "Siempre un episodio así algo toca a la Alianza", dijo ayer Graciela Fernández Meijide, "pero todo va a depender de la actitud que tenga el gobierno de la ciudad, que debe ser muy enérgico y muy rápido para vigilar la línea de venta de influencias".

 

LA TENDENCIA

"Son todos iguales"


Parece un proverbio de taxistas con poco trabajo: "Son todos iguales". "Todos" son losna06fo03.jpg (12045 bytes) políticos y la igualdad estaría dada por una pareja distancia del ciudadano de a pie. Cómo hacer para desarrollar política de partido sin merecer la condena social al estilo de una cláusula gatillo es el problema de las fuerzas de centroizquierda en todo el mundo. El tema preocupa inclusive a la fuerza más representativa de esta corriente hoy en el mundo, el Partido Democrático de la Izquierda, el ex Partido Comunista Italiano. Su secretario general, Massimo D'Alema, llegó a lanzar una exhortación a sus simpatizantes para que neutralicen lo que llamó una "campaña cultural" en contra de los partidos y la política. Dice D'Alema que esa campaña intenta reducir la política "a la mera dinámica electoral y a la periódica delegación institucional" y provoca disgregación. Además, "alimenta la ilusión en 'poderes fuertes', no sometidos a la verificación democrática". El secretario general del PDI (la sigla en español del PDS) consigna varias razones para tanto descreimiento. Vale la pena citar dos. Una, la responsabilidad del viejo sistema político italiano. Otra, "el agotamiento del proyecto y la experiencia del comunismo italiano", a pesar, dice, de que el viejo PCI respondió a la crisis reconstruyendo los valores de la izquierda y dando perfil de gobierno a una fuerza antes impedida de llegar al poder. Cuando propone buscar el modo de superar la situación, D'Alema afirma que la posibilidad de suscitar pasiones y esperanzas tiene que ver "con el futuro y no simplemente con el orgullo de nuestro pasado". Los italianos no piensan ni escriben con la cabeza en la Alianza argentina, pero a veces parecen hacerlo.



EL TEXTO

La calidad de la democracia


t.gif (862 bytes) Desde los comienzos de la democracia la frase se hizo moda: no es lo mismo, decía, lana06fo01.jpg (10711 bytes) democracia real que la democracia formal. Es distinto disfrutar igualitariamente de todos los derechos que votar. No era una frase inocente. Entrañaba un desprecio por la democracia a secas, con la excusa de que en el fondo se trataba de una tiranía del dinero ejercida por otros medios. Suponía que era lo mismo soportar un régimen capaz de suprimir la vida mediante el terror oficial o clandestino que otro basado en la supresión de los derechos sociales. Democracia sustentable, un libro compilado por el politólogo Adam Przeworski que acaba de distribuir Paidós, incluye una categoría que, entre otras cosas, permite superar la disyuntiva falsa de lo formal y lo real sin caer, al mismo tiempo, en el pecado de candidez política. En uno de los capítulos más interesantes --"Democracia, ciudadanía y Estado"-- sostiene que en estos años el mundo asiste al surgimiento de "un nuevo monstruo: democracias carentes de una ciudadanía efectiva para amplios segmentos de la comunidad política". Dice que experimentar la ciudadanía es algo que se da cuando "un sistema normativo guiado por criterios universales, cuando impera el estado de derecho, cuando los poderes públicos están dispuestos a proteger los derechos y son capaces de hacerlo y cuando todas las personas gozan de ciertos prerrequisitos sociales y económicos. Y sólo un Estado efectivo puede garantizar las condiciones que aseguran la realización universal de la ciudadanía". Además de Przeworski, escribieron el libro colectivo Torcuato Di Tella, José María Maravall, Guillermo O'Donnell, Philippe Schmitter y Alfred Stepan.




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