Por Andrew Graham-Yooll * |
El fin de Harrods, más anunciado que sepelio de ópera, cierra la era de las "grandes tiendas" en Buenos Aires. Fue un palacio de fantasías instalado en la punta paqueta de Florida que guiñaba al transeúnte con opulencia imperial. Salir de compras a Harrods tenía clase. Salir de compras ahora sólo tiene cuotas. Para una generación que hoy tiene más de 45 años los recuerdos de Harrods son de lo fantástico que se hacía realidad. Gath & Chaves, también propiedad de Harrods y la otra "gran tienda" en la calle Florida era, en comparación, el pariente pobre. ¿Qué persona de "cierta edad" no recuerda las visitas cada diciembre para ver a Santa Claus en el piso de los juguetes? Subir por las escaleras de mármol, con barandas de hierro y ornamentos de bronce, para entregar cartas pidiendo motocicletas en miniatura, trenes eléctricos, o muñecas que movían los ojos era un extraordinario paseo de la imaginación. Hasta se le perdonaba el mal aliento a Santa Claus. La Biblioteca Circulante era una ventana a la literatura del mundo. El Salón de Té de Harrods era un punto de encuentro de moda para toda Buenos Aires después de una tarde de compras. En el subsuelo, la Peluquería de Caballeros era un reducto del conservadurismo político y la gente bien. El año pasado, la película La lección de tango, de Sally Potter, mostró escenas para la nostalgia filmadas ahí, entre grandes espejos biselados y columnas decoradas. Harrods pertenece a la "belle époque" de la presencia inglesa en la Argentina. Woodman Burbidge, hijo del gerente general de Harrods en Londres, arribó a Buenos Aires en 1913, para instalar una sucursal argentina. Todos los materiales y todos los accesorios eran importados. "Actualmente, Sudamérica es el gran magneto que atrae al comercio mundial", informaba una publicación de la empresa. El 31 de marzo de 1914, Harrods inauguró su planta baja y primer piso. "El edificio se levantó en tiempo record para Buenos Aires con obreros que trabajaban noche y día." La filial porteña siempre tuvo un directorio autónomo. Para 1947 las diferencias con Londres eran serias y en los años sesenta un consorcio argentino compró la tienda. Hace dos semanas, Harrods de Londres fracasó en un intento judicial de recuperar la titularidad del nombre. Los dueños decidieron vender hace tiempo. Con muros grises y vidrios cubiertos de mugre Harrods resistió su reciclaje. Un shopping ya pronto será.
* Senior editor del Buenos Aires Herald. |