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Todos recuerdan el gran show de 1996. Tuvo tanto éxito que sus entregas se estiraron hasta ocupar buena parte del verano del '97. Ahora, entrado el '98, la telenovela tendrá su segunda parte: el caso Cóppola se elevó el viernes a juicio oral y público y el tribunal oral será sorteado esta semana. Los acusados van a ser Guillermo y Claudio Cóppola, Yayo Cozza y Tomás Signorelli, los cuatro por tenencia de drogas, y estará en debate el paquete encontrado en el jarrón de la casa del representante de Maradona. Como suele suceder en estos casos, todos los imputados sostienen que les "plantaron" los estupefacientes. Desde esa posición apuntan a los policías bonaerenses que trabajaban con el polémico juez Hernán Bernasconi y, aunque tal vez el asunto no termine de plantearse en el juicio, los acusados sugieren que se trató de una operación política de Eduardo Duhalde contra Carlos Menem, ya que se tiró contra Cóppola y se rozó a su amigo y secretario presidencial Ramón Hernández, ambos habitués de Olivos. Como es lógico, los fiscales no comparten ese encuadre y simplemente dicen que el paquete estaba en el jarrón y era de Cóppola. La repercusión mediática del caso lo transformó en el primer round importante de la pelea judicial que desde entonces cubrió toda la interna oficialista. El 25 de enero de 1997, cuando comenzaban a apagarse los fuegos desatados por el caso Cóppola, apareció el cuerpo calcinado de José Luis Cabezas, que también quedó inmediatamente inmerso en el enfrentamiento por la candidatura oficial para el '99. No fueron pocos los analistas que tomaron entonces la detención de Cóppola como uno de los detonantes del asesinato del fotógrafo. La cercanía del representante de Maradona con el Presidente, con quien pasaba largas tardes en Olivos, sobre todo después de la muerte de Carlitos Menem Jr., y el pasado político del juez Bernasconi, a quien rápidamente el menemismo consideró "tropa propia" del gobernador Duhalde, tiñeron el caso con un condimento político que sin duda conservará la remake que se avecina. Los primeros en declarar serán curiosamente Sergio Camaratta y Gustavo Prellezo, los ex policías acusados por el asesinato de José Luis Cabezas. Fueron ellos los que en forma sospechosa iniciaron toda la causa dando cuenta de que la investigación empezó -cuándo no- con una denuncia anónima. Otros dos policías bonaerenses, Daniel Diamante y Antonio Gerace, deberán enfrentar al tribunal para reconstruir los pasos más oscuros de la cuestionada investigación de Bernasconi y, tras ellos, volverán al centro de la escena las promocionadas Samantha Farjat y Natalia De Negri. La estrategia de la defensa Uno de los abogados defensores ya anticipó que quiere que las audiencias se televisen, cuestión que deberá resolver el tribunal sorteado. Con transmisión en directo o no, en el juicio se verá que aunque los acusados son Cóppola y sus amigos, habrá un quinto hombre sentado en el banquillo, el juez Bernasconi. Cada palabra que se diga tendrá rebote inmediato en la situación del magistrado. Bernasconi está sometido en estos días a juicio político, pero es el primer juez de la historia que en esa situación sigue en funciones. Es algo que les debe agradecer a los senadores del PJ que lo protegieron y se niegan a suspenderlo. Esos antecedentes hacen suponer que el juicio a Cóppola será una especie de rezago de la guerra Menem-Duhalde. Los abogados del manager ya preparan una estrategia que tendrá un doble objetivo: demostrar que la droga que se encontró en el jarrón del representante de Diego Maradona fue plantada y conseguir la nulidad de todo lo investigado por Bernasconi. Quien tiene la voz cantante del lado de Guillote es, aunque con perfil bajo, Mariano Cúneo Libarona, uno de los letrados dilectos de la Casa Rosada, a tal punto que fue quien defendió a Amira Yoma. Su objetivo en las audiencias que se acercan será convencer al jurado de lo que repiten a coro Cóppola, Yayo y Simonelli: que son tres víctimas inocentes de los manejos del juez federal de Dolores. Obviamente, quedará flotando el interrogante de las razones por las que el magistrado se embarcó en semejante maniobra. Tanto Maradona como su manager han sugerido que Bernasconi tuvo el guiño de Duhalde e intentó demostrar qué tipo de visitas se recibían en Olivos. La propia "Chiche" Duhalde se encargó de resaltar que si les tocaba mudarse a la quinta presidencial, una posibilidad por entonces menos remota que ahora, nunca invitarían a semejantes personajes. Sin embargo, las escuchas telefónicas difundidas para comprometer a Cóppola dejaron de lado las conversaciones que había mantenido con su amigo Ramón Hernández. Una indecisión que sería largamente compensada en la investigación del caso Cabezas con la difusión de los contactos de Yabrán con el entorno presidencial. Para terminar de complicar las cosas, el juez Bernasconi cambió recientemente de bando, y fueron sus antiguos enemigos menemistas los encargados de salvarlo de la suspensión a la que parecía dispuesto a condenarlo el propio Duhalde. La estrategia de los fiscales El representante de Maradona será juzgado por tenencia simple de estupefacientes, el mismo cargo por el que están acusados Yayo Cozza y Tomás Simonelli. Aunque las penas previstas van de uno a seis años, es improbable que alguno de los tres deba volver a prisión. Claudio Cóppola, en cambio, quedó en una situación más complicada, ya que está procesado por tenencia de drogas para su comercialización. Claudio, que no es pariente de Guillermo pero sí un viejo amigo de Diego, es el único que está preso, luego de que en su casa encontraran balanzas y otros elementos utilizados para fraccionar cocaína. Gabriel La Morsa Espósito, cuñado de Maradona, no irá a juicio oral; acusado de tenencia de droga para consumo personal, evitará el proceso a cambio de comprometerse a seguir un tratamiento de desintoxicación. Cóppola jura que alguien le plantó la cocaína encontrada en su casa, y lo argumenta de la siguiente manera: él sabía que la Justicia lo estaba investigando y que su departamento podía ser allanado. El empresario le dejó una llave al portero, a quien además advirtió sobre un eventual procedimiento policial. Por esto mismo --aduce--, mal podría haber dejado droga dentro de su propiedad. Cóppola también sostiene que, unos días antes de ser detenido, le confesó su temor al diputado Alberto Pierri. Para los fiscales federales Carlos Rívolo y Claudio Navas Rial, sin embargo, la cuestión no está tan clara. A su criterio, Cóppola nunca explicó cómo --ni a través de quién-- se enteró que iban a allanar su departamento. El encargado del edificio ratificó lo dicho por el manager, pero se considera que el vínculo laboral que los une vuelve poco confiable su palabra. Pierri, en cambio, nunca fue ofrecido como testigo ante la Justicia. Así, el tema del jarrón será una de las cuestiones centrales en las audiencias orales y públicas. Testigos en acción Varios funcionarios consultados coincidieron en que el juicio se realizará en la planta baja de los tribunales federales de Comodoro Py, donde está ubicado el salón de mayores dimensiones del edificio, con capacidad para 150 personas. La autorización para que las audiencias sean transmitidas en directo es decisión exclusiva de los jueces que queden a cargo del caso, pero debe contar con la aprobación de los procesados. Además de las chicas del escándalo y los policías procesados, no menos de cincuenta testigos pasarán por esa sala. Las declaraciones de Roberto Tarantini y de Roberto Schlagel --ex secretario del juzgado de Dolores-- son consideradas clave para poner en blanco sobre negro los turbios manejos denunciados por Cóppola y sus coprocesados. "Pero también evaluamos si llamar a declarar a los periodistas que comenzaron a sospechar que algo raro había en este caso", dice Albino Stefanolo. El defensor de Simonelli y Claudio Cóppola se refirió así a los cronistas que estuvieron alojados en el mismo hotel que Samantha, Natalia y los policías de elite de Bernasconi, y que escucharon los gemidos nocturnos de las chicas, custodiadas cuerpo a cuerpo por Diamante y Gerace. En cambio, quedarán afuera del debate los que fueron capítulos centrales en la telenovela de más rating del '96. Entre ellos, la meneada fiesta que realizó Cóppola en la noche del 31 de setiembre, ya que el juez Carlos Liporace, al elevar la causa a juicio oral, consideró que no existen pruebas de que ese día se hayan consumido drogas. El mismo destino tuvo la mayor parte de los elementos de prueba reunidos contra Cóppola, que fueron considerados nulos por la Camara de Apelaciones. Es que las declaraciones de cinco testigos protegidos resultaron falsas, y los seguimientos del agente encubierto no tienen la menor validez legal. De esta manera, la acusación contra Cóppola, Simonelli y Cozza quedó sostenida básicamente por algunas escuchas telefónicas y el hallazgo de cocaína en el jarrón. Aunque los 406 gramos de droga anunciados hayan resultado ser finalmente apenas 40, el juicio del "paquetito" promete más de una emoción. La guerra Menem-Duhalde ya bajó los decibeles, pero habrá que ver si alguno de los protagonistas paga los platos rotos.
EL JUEZ PELEA POR SU DESTINO EN EL CONGRESO Por la Comisión de Juicio Político del Senado desfilan en estos días los testigos presentados por la defensa del juez Hernán Bernasconi. Son más de treinta, entre los que ya declararon el intendente de Pinamar, Blas Altieri; el ex secretario de Seguridad Adrián Pelacchi, y los hoy detenidos Diamante y Gerace. Los dos ex policías aprovecharon la audiencia realizada el jueves pasado para insistir con una vieja denuncia, y acusaron a la Cámara Federal porteña de haber intentado sobornarlos para que declararan en contra de Bernasconi. El ex secretario Roberto Schlagel -también preso-- deberá declarar antes del 15 de setiembre. Ese es el plazo con el que cuenta la Comisión de Juicio Político para reunir toda la prueba requerida. Después, según marca el reglamento, cinco diputados formularán la acusación, que deberá ser aceptada o rechazada por los senadores. Bernasconi está acusado de haber cometido graves irregularidades en 11 procedimientos judiciales. La crítica más lapidaria provino de su colega Gabriel Cavallo, quien pidió su desafuero tras señalarlo como el jefe de una asociación ilícita dedicada a perseguir a ricos y famosos. La investigación de Cavallo había determinado que los policías Diamante, Gerace y Gómez, en complicidad con Bernasconi, habían colocado droga a Tarantini para poder arrestarlo. La Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, al
presentar su acusación al Senado, pidió la suspensión preventiva de Bernasconi. Pero,
en una votación sin antecedentes, los representantes del PJ, con mayoría en el cuerpo,
respaldaron la continuidad del juez al frente del tribunal federal de Dolores. Bernasconi
se convirtió así en el primer magistrado que, a pesar de estar sometido a juicio
político, continúa impartiendo justicia. Es más, su secretario y sus policías de
confianza están presos y él sigue como si nada hubiera pasado.
La ventana indiscreta Un veterano transeúnte del Palacio de Justicia, que recordaba las acrobáticas peripecias del ex juez Trovato en un baño de la cárcel de Caseros, pasó los otros días frente al despacho del magistrado sancionado y encontró a unos funcionarios judiciales parados frente a la puerta, con expresión aburrida. "¿Se puede saber qué hacen allí?", atinó a preguntar. Uno de los aludidos le respondió, resignado: "Es que adentro está Trovato, que vino a declarar, en una reunión familiar a solas con la esposa y no nos atrevemos a abrir la puerta. El problema es que la reunión empezó hace casi una hora y ya se está por cumplir el turno". * * * Las fotos los mostraron serios, distantes, casi espalda contra espalda. Así se vieron y así quisieron mostrarse en su reciente encuentro en la Casa Rosada, Carlos Menem y Eduardo Duhalde. Pero los lugartenientes del bonaerense comentan que hubo un diálogo breve entre los dos. Un intercambio de alfilerazos. El Presidente murmuró: "Eduardo, tené cuidado, que ha causado alarma tu ataque al modelo". El gobernador replicó, con una sonrisa verdosa: "¿Y vos no te acordás de cuando casi le declaraste la guerra a Estados Unidos?" * * * El abogado Pedro Bianchi es infatigable en aquello de representar a nazis y genocidas. El letrado y amigo del penado-indultado Emilio Massera no da abasto. Esta semana anduvo atareado defendiendo al terrorista de ultraderecha que Italia reclama por su participación en el atentado de Bolonia y ayer juró como abogado ante la Corte Suprema de Tucumán, para poder patrocinar a Antonio Domingo Bussi en dos de las causas que se le siguen a nivel provincial por enriquecimiento ilícito y robo de una menor. * * * Un alto dirigente radical, de vuelta de un reciente viaje a Roma, contó que una de las primeras actividades del nuevo embajador Félix Borgonovo (que antes laboraba en la secretaría general de la Presidencia) fue recorrer el sótano de la casona de Piazza dell'Esquilino, donde encontró una vieja cama en la que había dormido Eva Perón durante su histórico periplo europeo. Borgonovo, a quien se lo conoce por su pulcritud administrativa y su concepción justicialista chapada a la antigua, identificó la habitación que ocupó Evita en 1947 y la reprodujo tal como era entonces. Las paredes fueron cubiertas con diarios italianos que informaban sobre el paso de Eva por Roma. Y en uno de ellos, el huésped radical de Borgonovo encontró un título que le pareció de Ray Bradbury: "La Argentina otorga un generoso empréstito a Italia". * * * Algunos diarios hablaron de pánico en la Corte Suprema cuando la Alianza logró promover el pedido de juicio político el jueves de la semana pasada. y también dieron cuenta del suspiro de alivio que se escuchó ante la noticia de que el justicialismo había logrado revertir el proceso. Sin embargo, si esto fue así para algunos de sus colegas, no pareció afectar al juez Moliné O'Connor, cuñado del señor Cinco, Hugo Anzorreguy. Quienes lo vieron cruzar el hall central del cuarto piso aquel jueves 6 de la estampida, heráldico y con el mentón apuntando al Olimpo del Derecho, con un sumiso agente de policía que lo seguía llevándole no la toga sino el sobretodo, no percibieron en su gesto ni las más mínima preocupación. Tampoco el republicano prurito de que cada agente público preste el servicio para el cual fue nombrado. * * * Megafón o la guerra fue una de las últimas novelas del escritor cristiano y peronista Leopoldo Marechal. Fue publicada a comienzos de los '70, cuando empezaba la guerrilla de Montoneros y muchos la vieron como una profecía de aquella insurgencia. Ahora, Megafón va a ser el nombre de la revista política y cultural que planean algunos de los principales asesores de Eduardo Duhalde, como Julio Bárbaro y Alberto Iribarne. Contaría en su staff al periodista Ernesto Jauretche, actual subdirector de La Maga (era Lalín) y ya se habría conseguido la autorización de Elbiamor Rosbaco, la viuda del creador de Adán Buenosayres para ponerle el sonoro título creado por Marechal. "Megafón --ironizó uno de sus promotores-- ya no necesita el agregado o la guerra. Aunque viendo la interna con El Turco, quién sabe."
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