Pañales y sonajeros en la facultad
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Por Marina Caporale Chupetes, sonajeros, escarpines, mamaderas, llantos y berridos también tienen, aunque parezca increíble, su lugar en la universidad. Muchas casas de estudios poseen jardines maternales que albergan a bebés y chicos de hasta cuatro años para facilitar el trabajo de los docentes, empleados y estudiantes que son papás. Pero no todo es acunar y cambiar pañales sucios. En la mayoría de las universidades no existe una normativa que contemple a los jardines dentro de la estructura académica y administrativa. Tampoco hay un cargo adecuado a la función de las maestras jardineras: en algunas facultades cobran como docentes y en otras, como no docentes. "Los jardines maternales universitarios están a la buena de Dios", dice Gabriela Fairstein, a cargo del jardín de la Facultad de Derecho (UBA). "A veces dependen de cada facultad, a veces de la obra social universitaria (en este caso, Dosuba), y a veces no se sabe de quién. La UBA carece de una estructura que prevea la existencia de jardines", explica. Además, no existe una entidad que centralice la información sobre ellos ni que reglamente su funcionamiento. Entonces, ¿cómo considerar a las maestras dentro del personal de la universidad ¿Son docentes o empleados administrativos? "En algunas facultades están nombradas como docentes y en otras como no docentes", informa la vicerrectora de la UBA, Susana Mirande. Para Fairstein, la respuesta no es tan sencilla: "Es necesario que seamos consideradas docentes, porque si no, cuando vamos a trabajar a otro lado, no nos reconocen la antigüedad y la experiencia". Los jardines están destinados a los hijos de los docentes, no docentes y, a veces, de los estudiantes. Albergan a chicos de entre 45 días y tres o cuatro años. En la UBA hay 10 jardines: ocho en distintas facultades, uno en el Hospital Oncológico Roffo y otro en el Hospital de Clínicas. En cada uno el cupo es de entre 50 y 70 chicos. Otras universidades, sin embargo, tienen un jardín común a todas las facultades que depende directamente del rectorado. En general, los chicos son entre 100 y 200 por turno. Dentro de la UBA, sólo en Veterinaria, Derecho y Agronomía las maestras tiene cargos docentes y cobran como jefes de trabajos prácticos o ayudantes de primera. En la Facultad de Ingeniería, por ejemplo, el jardín maternal funciona desde hace 22 años y las maestras son consideradas personal administrativo. Lo mismo pasa en muchas instituciones del interior. "Acá, las maestras duran poco --explica Patricia Maslup, directora del jardín de la Universidad de Cuyo--, porque cuando van a trabajar a otro lado tienen que empezar como si no tuvieran experiencia." Otra cuestión que preocupa a las autoridades de los jardines es la capacitación de su personal. "No todas son maestras jardineras --cuenta Ethel Silveira, de la Universidad de La Plata--. Al principio se contrataban mujeres con buena voluntad y paciencia para cuidar chicos." Según Fairstein, "antes se pensaba que esto era sólo un lugar para guardar chicos, una guardería. Cuando empezaron a surgir los jardines, hace más de 20 años, tenían una función asistencial de ayuda a las madres trabajadoras. Hoy se reconoce su función pedagógica y para eso se necesita que el personal haya estudiado para maestra jardinera". Los jardines viven su propio microclima en las facultades. Una tarde cualquiera, mientras los profesores dictan cátedra y los estudiantes toman apuntes, un manojo de caritas dormidas aparece en la puerta de cada sala y desfila hacia el baño del jardín maternal de Agronomía (UBA). Cinco minutos más tarde, la sala principal está poblada de "agronomitos" --así los llaman sus maestras-- cantando con la boca llena de pan. Es la hora de la merienda, cuando alrededor de 52 chicos de entre 45 días y cuatro años se levantan de la siesta y se preparan para seguir jugando. A kilómetros de allí, junto al bosque platense, desde hace 21 años funciona el jardín de la Universidad de La Plata, al que van 220 chicos. Las 60 personas que trabajan ahí (maestras y personal de limpieza y cocina) tienen jornadas de seis horas diarias, pero cobran por cuatro. La misma cantidad de horas trabajan las 38 maestras del jardín maternal de la Universidad de Mar del Plata, fundado en 1977. A cargo de 100 chicos por turno, el sueldo promedio es de 400 pesos. En la Universidad de Cuyo hay un jardín central al que concurren 120 chicos. Al contrario de lo que sucede en el resto de los casos, aquí hay una dirección general de jardines maternales. "El jardín está abierto desde hace 21 años, pero sólo hace cuatro que nos organizamos. Funcionamos como un equipo interdisciplinario", cuenta Maslup. Las directoras de los distintos jardines se reúnen periódicamente para compartir experiencias y generar una propuesta organizada. "Esperamos lograr una estructura normativa que reglamente y reconozca la existencia de los jardines maternales universitarios", concluye Sandra Martínez, de la Facultad de Arquitectura (UBA).
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