MUNDO
Todo el mundo tomó partido. "Aun yo, que soy esposa
y madre de familia, estimo que el presidente norteamericano es inocente. Fue víctima de
las provocaciones de Monica Lewinsky." La frase no se escuchó en Washington, sino
que pertenece a María Koszor Condrea, que ayer viajó 600 kilómetros desde su pueblo
natal para manifestar su apoyo a Clinton frente a la embajada de Estados Unidos en
Rumania. Ante la Casa Blanca, un iraquí tomó el camino opuesto. Decidió ofrendar su
vida como protesta porque el mundo está pendiente de las hazañas sexuales de Clinton y
no se preocupa por el destino de su pueblo, acorralado por el embargo internacional.
Tampoco tuvo éxito: alcanzó a clavarse un destornillador en la garganta, pero fue
detenido por los guardias y llevado a un hospital.
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