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Por R.K. El juez Juan José Galeano y los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia pidieron ayer una investigación internacional sobre los diplomáticos iraníes que estuvieron en la Argentina y que ahora cumplen funciones en Tanzania y Kenia, países donde hubo ataques con coches-bomba hace 10 días. Según parece, Hadi Soleimanpour, embajador de Teherán en la Argentina durante los años en que ocurrieron los atentados de Buenos Aires es ahora funcionario iraní en Kenia y Alí Saghaián, ex encargado de negocios que tuvo que dejar la Argentina en 1996, está actualmente destinado en Tanzania. El juez Galeano también pidió una investigación sobre la relación de Alí Saghaián con el ex agregado cultural Moshen Rabbani, el hombre considerado por el juez como el coordinador del atentado contra la AMIA. Hace una semana, Página/12 reveló en exclusiva que grupos opositores iraníes señalaron que Saghaián estaba en Dar el Salam, donde se perpetró uno de los atentados, ocupando un puesto de importancia en la representación diplomática de Teherán en ese país. El ex encargado de negocios se formó en los Guardias Revolucionarios bajo la influencia de Ravad Mansouri, un hombre que posteriormente se convirtió en vicecanciller de Irán y que -según los opositores iraníes- llenó el cuerpo diplomático de "elementos terroristas y desestabilizadores". En concreto, durante su estancia en Pakistán, a Saghaián se lo acusó de haber tenido relación con el asesinato de Sadeg Ganji, titular de un Centro Cultural iraní. Posteriormente también se lo vinculó con la muerte de tres diplomáticos sauditas en Bangkok. Respecto de Soleimanpour, los datos que existen en la causa AMIA son escasos, aunque un testigo clave, el taxi boy brasileño Wilson Dos Santos, sostuvo judicialmente que en el atentado contra la embajada de Israel actuaron iraníes que concurrían a la representación diplomática de Teherán en Buenos Aires. También los investigadores señalan que el embajador viajó varias veces a Ciudad del Este sin utilizar su pasaporte diplomático. De todas maneras, tanto Galeano como los fiscales creen que la clave del atentado contra la AMIA fue la figura del ex agregado cultural, Rabbani, que meses antes del ataque fue fotografiado mientras preguntaba precios de camionetas Trafic en las agencias de usados de la calle Juan B. Justo. Ese tipo de vehículo fue finalmente el utilizado en el atentado. En realidad, la pista iraní fue fuertemente impulsada por Estados Unidos e Israel durante los primeros tiempos de la investigación. Incluso hubo evidentes presiones para que Argentina rompa relaciones diplomáticas con Irán, un paso que el Gobierno estuvo a punto de dar. En verdad, la presión tuvo sus efectos porque las relaciones son casi inexistentes y se mantienen en el nivel de encargados de negocios, aunque con las representaciones diplomáticas reducidas a una sola persona. Los demás integrantes de la embajada tuvieron que volverse a Teherán. Una de las hipótesis que manejan los investigadores de los atentados perpetrados en Africa es que detrás de los ataques pudo estar la mano de los sectores más radicalizados del fundamentalismo islámico. La idea sería boicotear, dentro de Irán, el crecimiento del ala más moderada que tiende a una apertura tanto en materia religiosa como en el terreno de las relaciones con Occidente.
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