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Por Daniel Lagares El Comité Ejecutivo de la AFA se enteraba anoche de las posibles designaciones de Marcelo Bielsa como entrenador del equipo mayor, de Hugo Tocalli como técnico de los juveniles y de José Pekerman como manager general de la nueva estructura de las selecciones nacionales. Sin embargo no habrá humo blanco hasta que Bielsa solucione su salida del Espanyol-ver aparte-que hasta ayer consumía reuniones y discusiones con los directivos catalanes, renuentes a darle el vía libre. El martes de la semana pasada Grondona atendió un llamado telefónico de Página/12: "No, viejo... ¿ahora quieren hablar?... ¿de qué?... ¿del técnico?... mejor la semana que viene, ahora estoy reunido y no puedo y además de ese tema todavía no hay nada decidido". En aquel momento Grondona le estaba contando a un selecto grupo de amigos la decisión ya tomada: en pocas horas José Pekerman viajaba a España para ofrecerle la sucesión de Passarella a Bielsa. Dirigir el Sub-20 en un irrelevante torneo en una casi desconocida ciudad valenciana era sólo una pantalla. Lo que los miembros del CE no saben, como el resto de los hinchas, es si la decisión de nombrar a Bielsa partió de Pekerman o de Grondona. A partir de la ignorancia se puso en marcha un desprolijo método de comunicación de la novedad que, hasta hoy, no ha sido aclarado y que alimenta el espíritu conspirativo y la sospecha. La historia del fútbol argentino es base suficiente para anclar cualquier sospecha. El proyecto del triunvirato no fue discutido y si hubo debate quedó encerrado en un curioso silencio entre las paredes de AFA, esas que son tan parlanchinas. ¿Qué dirigente fue consultado, quién lo apoyó, quién puso reparos, quién se opuso, quién lo aceptó pero propuso modificaciones? Hasta el domingo al mediodía cuando Julio Ricardo lanzó la bomba en "Tribuna Caliente", entre los dirigentes de los clubes no había el menor indicio de que la tríada Pekerman--Bielsa--Tocalli ya era número puesto. En cambio, se conocía en algunos sectores de la prensa aunque como los personajes que manejaban el dato suelen estar siempre sospechados de pretender imponer nombres, el asunto parecía otra nueva operación. El mecanismo es sencillo: alguien de peso en los medios lanza un nombre --el que le interesa, por los motivos que fueran-- y el nombre circula de inmediato ganando peso en eso llamado opinión pública. En los días posteriores a la eliminación del Mundial 98 hubo varias notas periodísticas en las que se consultaba a los dirigentes sobre quién debía ser el sucesor de Passarella. El discurso fue casi uniforme: "Saldrá por consenso", que fue lo que dijo Grondona en Francia. Y cuando en la AFA se habla de "consenso" se sabe que es el eufemismo utilizado para describir la acción de levantar la mano cuando Grondona hace una propuesta. Ahora bien, Grondona decide solo, pero escucha siempre. En su cabeza de viejo comerciante mete los datos a favor y en contra, hace el balance del debe y el haber como en su corralón de Sarandí, le agrega su experiencia, una buena dosis de intuición y luego define. Y actúa. Contra la opinión mayoritaria pero no unánime de poner a Pekerman en el cargo más importante en la Argentina después del de Presidente y del de ministro de Economía, se sacó la última duda con el técnico de los juveniles. En Grondona habían hecho impacto las veladas críticas a Pekerman, esas que decían que "no es lo mismo tratar con juveniles que con estrellas". Esperaba una reacción enérgica del entrenador pero vio cómo José se acomodaba en el bajo perfil y rehuía la polémica. Entonces Grondona hizo la última prueba: le informó sobre la nueva estructura y le ofreció el cargo de manager. Si Pekerman se retobaba y le exigía dirigir a los mayores iba a tener que reconsiderar la situación. Si Pekerman aceptaba, confirmaba que no estaba dispuesto a la lucha de cuatro años contra la crítica y la prensa. Aunque todavía manda la confusión y no se sabe quién elegirá los jugadores, quién los entrenará y cuál es el proyecto global, el que queda en peor posición objetiva es Pekerman. Queda bajo el paraguas del ambiguo cargo de "manager", pero ¿qué sucederá si los juveniles no tienen los éxitos anteriores? ¿Aceptará "bajar" de manager a entrenador de pibes? ¿Será un burócrata del fútbol cuando está en la mejor edad para ser técnico y participa del recambio generacional con exito? Como no están claras las funciones no está claro por qué Pekerman las aceptó. La estructura ofrece capacidad de maniobra para elegir un técnico acorde... y cambiarlo según las circunstancias. Grondona siempre se jactó de cumplir los cuatro años de contrato con el entrenador de turno. Bancó a Menotti, Bilardo, Basile y Passarella aun en el peor momento de cada uno. Pero recogió experiencia y los cuatro años con Passarella fueron suficientes. Ahora, si surgiera un escándalo como el de la Selección en Bolivia --expulsiones, la cara cortada de Cruz-- que pusiera en tela de juicio la continuidad del DT, tiene el resorte perfecto para cambiar el fusible. Lo que tampoco aparece cristalino es si fue Pekerman el que eligió a Bielsa o fue Grondona quien sugirió su nombre. En todo caso, ¿por qué Bielsa?: Tiene consenso y, con reparos, lo aceptan las dos corrientes futboleras. Pero más allá de las virtudes como entrenador, con Bielsa se eligió un hombre que hasta ahora fue impermeable a las tentaciones mediáticas, a las presiones del público, de sus jugadores y de los dirigentes. Y Grondona lo sabe como sabe que, en el país y en el fútbol, el poder no puede seguir siendo hegemónico. Con Bielsa dio una señal. La última pregunta, aún sin responder, es por qué Marcelo Bielsa asume el desafío en estas condiciones. Seguramente él tuvo la mejor versión del proyecto de boca del propio Pekerman y lo sedujo la posibilidad. Hasta ahora, sólo "los hombres del presidente" conocen de primera agua cómo son las cosas. En tanto, los hinchas devoran diarios y se pegan a la radio o a la tele como en un Cabildo futbolero. Quieren saber de qué se trata. Como dijo uno, en un bar, en discusión futbolera sobre quién será el manager, quién el entrenador, quién el que elija los jugadores: "Todo muy lindo, pero cuando el equipo juegue mal, ¿a quién tenemos que putear?".
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