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FUSION EN LA INDUSTRIA FRIGORIFICA
Paty cambió de manos

CEPA, el mayor exportador de carnes rojas, absorbió Quickfood, líder en ventas de hamburguesas. La crisis achicó el mercado.

Federico Zorraquín (h.), director ejecutivo de CEPA.La empresa también abastece de hamburguesas a Wendy's.

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Por Raúl Dellatorre

t.gif (67 bytes) El principal frigorífico exportador de la Argentina, CEPA, se quedó con la empresa que fabrica las hamburguesas Paty, Quickfood. La absorción convierte a la firma, controlada por el grupo Garovaglio & Zorraquín, en el mayor establecimiento del sector. La familia Bameule, propietaria de Quickfood, pasará a ser socio minoritario de GyZ, con una participación accionaria del 16,5 por ciento del nuevo capital de CEPA, y recibirá además 25 millones de pesos en efectivo. La unión de ambas empresas es el primer resultado de la crisis de la industria frigorífica que, según anticipara a Página/12 dos semanas atrás el renunciante secretario de Agricultura, Felipe Solá, avanzará irremediablemente a la reducción de la cantidad de establecimientos.

Con la absorción de Quickfood, el holding G&Z logra avanzar a un lugar de preeminencia en el mercado interno, al cual destinaba hasta ahora tan sólo el 25 por ciento de su producción. Como marca propia, solamente tenía a Masterbeef, que compite en el rango de hamburguesas de alta calidad pero con muy bajo perfil publicitario. Produce para terceros --otras marcas-- y abastece a la cadena Wendy's de comida rápida, competidora de McDonald's.

G&Z vivió su propio proceso de crisis y reconversión antes de elegir como negocio estratégico la agroindustria. Mantiene participaciones en el negocio de envases metálicos, termotanques y aire acondicionado, insumos plásticos, minería, seguros y ART. Pero sus principales resultados los obtiene en los agronegocios.

El grupo posee establecimientos agrícolas y rurales en territorio bonaerense. La adquisición, cría y engorde de ganado se complementó, en julio de 1997, con la adquisición de CEPA, poseedor de cuatro establecimientos de faena en el país y subsidiarias comerciales en Santiago (Chile) y San Pablo (Brasil). Por esa operación pagó 84 millones de dólares a la familia Moché, la que se quedó en la empresa como accionista minoritaria. Además de las plantas faenadoras, CEPA integró al holding Zorraquín una fábrica de envases de hojalata, una empresa curtidora y una productora de proteínas para alimentación animal.

La parábola trazada por el grupo Zorraquín lo llevó, de ser uno de los principales holdings locales hasta la década del 80, a liquidar en pocos años sus activos en bancos, compañías petroquímicas y otras participaciones en diversos negocios. Logró recomponerse, ya redimensionado, y decidió invertir en frigoríficos los 200 millones obtenidos por la venta de su parte en el polo petroquímico bahiense.

Hace un año compró CEPA; ayer anunció la adquisición de Quickfood. CEPA lidera las exportaciones de carne bovina (17 por ciento del total del país), con envíos a Estados Unidos, Unión Europea, Israel, Chile y Brasil. Factura 275 millones de pesos anuales, a los que sumará 189 millones de ventas de Quickfood, lo cual la convierte en la primera empresa regional del sector. Recientemente adquirió participaciones mayoritarias en empresas de comercialización y distribución en Chicago y Nueva Jersey. Con el 8 por ciento de las actuales ventas al exterior en manos de Quickfood, el conjunto controlará la cuarta parte del valor de las carnes que exporta el país. La empresa fusionada concentrará el 20 por ciento de la codiciada cuota Hilton.

Paty, Masterbeef más la producción para terceros de CEPA representan el 50 por ciento del mercado nacional de hamburguesas. Patyviena aporta el 15 por ciento de las ventas locales de salchichas. El fenómeno de la concentración y fusión de empresas llegó, finalmente, a la industria frigorífica.

 

La tenaza en la carne

La industria frigorífica se encuentra atenazada entre dos presiones. Por un lado, el ciclo ganadero está en una etapa de retención de vientres que reduce la oferta de animales que llega al mercado. Por otro, la demanda interna está deprimida y aparenta ir perdiendo, lentamente, su histórica preferencia por las carnes rojas. Para peor, la competencia de la faena clandestina le destruyó el negocio a la mayoría, que sufrió una descapitalización de la que no se recuperó. La apertura del mercado estadounidense, a partir de la eliminación de la aftosa, ni siquiera pudo ser aprovechada en la totalidad del cupo asignado. El sector se niega a dar nombres, pero se sabe que hay una decena de frigoríficos medianos y grandes en estado de virtual quiebra. "En Argentina sobran las playas de faena, ya sobraban hace cinco años y ahora la capacidad aumentó en tres millones de cabezas al año", describió ante Página/12 Felipe Solá dos semanas atrás. El camino se estrechó y hay demasiados establecimientos en la plaza. El pronóstico de los especialistas del sector es que varios cerrarán.

 

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