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El gobierno ruso fue forzado ayer a bajarse de la anunciada moratoria de sus deudas de 40.000 millones de dólares luego de que los banqueros occidentales amenazaran con aislarlos de los mercados globales de capital, lo que detendría el proceso económico del país. Las autoridades en Moscú permanecían anoche empantanadas en negociaciones con dos de los jugadores más grandes en el mercado internacional de la deuda, JP Morgan de Nueva York y el Deutsche Bank --el principal prestamista de Alemania-- que han pedido un cambio en los términos de la moratoria. Mientras tanto, la Bolsa y el rublo volvieron a caer. El crítico europeo más claro de las acciones rusas, el banco de inversión Credit Suisse First Boston, describió el plan original del gobierno ruso como una "grosera violación" de sus propios compromisos de proteger a los inversores extranjeros, y dijo que esto dañaría las perspectivas de reunir más dinero en el futuro. En Washington, el Instituto de Finanzas Internacionales, que representa a 245 de las principales instituciones financieras del mundo, protestó porque Rusia ha declarado una "moratoria unilateral" que está contra los intereses de todos los involucrados. Charles Dallara, el director ejecutivo del IFI, dijo que las decisiones rusas eran "altamente deplorables", y que Moscú tenía el deber de mantener "discusiones inmediatas con los acreedores". Agregó que el orden de las finanzas rusas no volvería hasta que se tomaran medidas para detener salidas de capital que están entre los 2500 y los 3000 millones de dólares por semana. En su precipitada declaración del lunes, el gobierno ruso devaluó el rublo y declaró una moratoria de 90 días sobre una parte de los pagos de la deuda internacional de los bancos y compañías de Rusia. Si esto se lleva a cabo, significaría fuertes pérdidas para los bancos occidentales desde Frankfurt hasta Nueva York. En particular, los banqueros occidentales están furiosos por el hecho de que, bajo los planes propuestos por el Banco Central ruso, los tenedores extranjeros de bonos rusos van a recibir un trato de segunda clase. Ayer, Kiriyenko agravó las preocupaciones de los banqueros al afirmar que el pago de los salarios adeudados a los trabajadores tendrá prioridad sobre el pago de la deuda externa del país. Las negociaciones de urgencia entre las autoridades rusas y JP Morgan y Deutsche Bank tendrán lugar en Moscú, y el plazo para llegar a una solución es el próximo lunes. Si no se logran emparchar las diferencias, el resultado será un colapso más profundo de los mercados rusos y la posibilidad de que Moscú caiga en un aislamiento financiero de largo plazo --lo que volvería imposible mantener la posición de Boris Yeltsin como líder reformista--. Tratando de hacer sonar una nota patriótica, y en un intento de alejar a los tiburones de la elite rusa de la política y de los negocios, Kiriyenko habló por primera vez ayer en detalle de las razones que tuvo para devaluar el rublo y declarar una cesación de pagos parcial. Kiriyenko admitió que el gobierno se había declarado en bancarrota y ya no estaba en condiciones de pagar sus deudas. "O bien seguimos tratando de pagar la deuda del Estado, lo que llevaría todos nuestros fondos --y nos obligaría a no pagar ni salarios, ni jubilaciones, ni subsidios-- o nos vemos obligados a una decisión muy desagradable, pero necesaria", afirmó. El IFI enfatizó que los problemas de Rusia con los bancos occidentales habrían sido menos serios si Moscú hubiera planteado claramente cuál era su situación y hubiera buscado arreglar un proceso formal para resolver sus dificultades con la deuda, lo mismo que se hizo con Corea el año pasado. Anoche, los expertos financieros dijeron que podía haber una salida a la impasse si las autoridades rusas proponían una solución pragmática.
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