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Por Claudio Zlotnik Las acciones tuvieron ayer otra jornada demoledora. Cayeron en promedio 6,1 por ciento, deprimiendo al índice de acciones líderes MerVal hasta los 441,8 puntos, 49 por ciento por debajo del registro de hace justo un año. El 20 de agosto de 1997, el MerVal había tocado el máximo de los últimos cinco años. Aquel día cerró en 866,47 puntos. Los rumores sobre una inminente devaluación en Venezuela derrumbaron a los papeles empresarios, que ayer terminaron en el mismo nivel de noviembre del '95. El Caracazo arrasó los mercados de Latinoamérica. San Pablo perdió 6,4 por ciento; Chile, 3,9 y México, 2,9. La luz de alerta más fuerte para los financistas fue que los títulos públicos hayan cedido entre 3 y 5 por ciento. En los últimos treinta días, las acciones bajaron 30 por ciento. Y en las tres ruedas de esta semana, 8,6. El epicentro de la crisis volvió a la región, como cuando una corrida especulativa sacudió a Brasil en noviembre del año pasado. Cuando la devaluación en Rusia del lunes pasado todavía no había sido digerida por los financistas, ayer los mercados derraparon ante las versiones de que Venezuela devaluaría un 20 por ciento el bolívar. La incertidumbre cambiaria se trasladó, en menor medida aunque no por ese motivo menos preocupante, a la city porteña: los contratos por compra de dólares a futuro se transaron a 1,07 pesos un año de plazo, contra 1,01 de anteayer. Esto refleja que aumentó el temor a un devaluación del peso y esas dudas se reflejaron en que las empresas e inversores pagaron más por esa cobertura. Pese a que la crisis sigue golpeando, Economía volvió a relativizar su alcance. "Los mercados están muy nerviosos, pero los bonos argentinos fueron los que menos cayeron", dijo el viceministro Pablo Guidotti. No obstante, el Gobierno decidió a postergar, sin fecha, la venta del 20 por ciento del paquete accionario de YPF que aún está en poder del Estado y que iba a efectuarse en el último trimestre. "Es una conspiración financiera contra el país", denunció el ministro de Planificación venezolano, Teodoro Petkoff, por los rumores de devaluación. Los inversores no le prestaron atención y no dudaron en liquidar parte de sus posiciones en América latina, incluida Buenos Aires. La tendencia bajista en la Bolsa se notó desde el comienzo de la rueda, y se fue profundizando con el correr de las horas. La desconfianza de los inversores sobre lo que podría ocurrir en Caracas se trasladó automáticamente a toda la región. Para los fondos extranjeros, la caída de una de las economías emergentes arrastraría al resto de la región. Por eso, el terremoto bursátil de Venezuela --las acciones bajaron 9,5 por ciento, los bonos de deuda externa perdieron 11-- se hizo sentir desde México hasta Argentina. Los títulos públicos locales sintieron el impacto. Los Brady cedieron el 3 por ciento. Y los bonos globales hasta 5 por ciento. Esa caída no pasó inadvertida en la city. El retroceso en los precios de los bonos, con el consecuente aumento de sus retornos, eleva el denominado riesgo-país. Y tanto al Gobierno como a las empresas se les hace más caro el costo del financiamiento externo. Por ahora, esa caída se reflejó en una suba de la tasa interbancaria (call money), que ayer se ubicó en el 8,5 por ciento en pesos y el 7,8 por ciento en dólares. Pero si los bonos siguen en pendiente la suba de las tasas de interés se trasladará a los créditos hipotecarios, al consumo y a las empresas.
Qué están haciendo los inversores * Horacio Bonavía, analista de Portfolio Investment. "Los inversores internacionales no discriminan entre un país y otro. Saben que Venezuela está en América del Sur y sospechan de todos los países de la región sin hacer distinciones. Cuando tienen desconfianza, los gerentes financieros de esos fondos ordenan deshacerse en bloque de sus posiciones. Por eso estamos atados a lo que suceda ya no sólo en América Latina sino en el resto de los mercados emergentes. Que ayer las acciones y los bonos hayan caído en picada no hace otra cosa que confirmar que la crisis durará varios meses, y que cada vez hay más frentes abiertos. Una eventual devaluación en Venezuela no tendría por qué afectar a la economía argentina, pero lo cierto es que a los inversores les generará incertidumbre sobre la realidad económica de toda la región." "Temen una corrida" * Ricardo Cobanera, economista del ABN Amro Bank. "La gran duda que tienen los inversores extranjeros es si la presión cambiaria y posible devaluación en Venezuela no arrastrará a los países de la región. La semana comenzó con la caída de Rusia y termina con un tembladeral por la situación venezolana. Los inversores se preguntan: ¿por qué pagar 30 dólares más por un bono argentino que uno venezolano? No pierden tiempo en encontrar una explicación y venden los activos latinoamericanos. Tienen miedo de que, en algún momento, haya una corrida cambiaria en Buenos Aires y llegue el fin de la convertibilidad. Es una lástima que el poder político no se dé cuenta de la gravedad de la situación. La crisis se agravó. Ya es peor de lo que vimos no sólo en el Tequila sino también en noviembre del año pasado."
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