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UNA LECTURA FREUDIANA DE LA LITERATURA INFANTIL
Blancanieves en el diván

El filósofo y antropólogo israelí Uri Zilbersheid, de la Universidad de Haifa, afirma que los cuentos clásicos para niños esconden anhelos y deseos sexuales ocultos, tanto individuales como universales.

En "La bella durmiente" la niña siente curiosidad sexual, según la lectura de Zilbersheid.
El autor de "El misterio de Blancanieves y La Cenicienta" se mandó un viaje freudiano.

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Por Raquel Ortega desde Jerusalén

t.gif (67 bytes) El filósofo y antropólogo israelí Uri Zilbersheid afirma que los cuentos clásicos para niños --como Blancanieves, La Cenicienta, Caperucita roja o La bella durmiente-- esconden, bajo el texto infantil, anhelos y deseos sexuales ocultos, tanto individuales como universales. Zilbersheid, nacido hace 47 años en la ciudad israelí de Haifa y en cuya universidad da clases, hace esa afirmación en un libro que acaba de aparecer y que se titula El misterio de Blancanieves y La Cenicienta, un viaje freudiano a las fuentes de lo que él llama "cuentos oníricos". El autor dedicó cinco años a escribir el libro, durante los cuales estudió decenas de versiones de cada uno de los cuentos infantiles que investiga desde un punto de vista freudiano, como si analizara sueños.

El filósofo y antropólogo define como "cuentos oníricos" a aquellos que tienen una estructura de un sueño, con un nivel claro y evidente, y otro oculto, a diferencia de los "cuentos históricos" o los "cuentos con moraleja", que no analiza. El inventor del psicoanálisis, Sigmund Freud, afirma --entre otras cosas-- que la mayoría de nuestros sueños tienen un significado sexual, y Zilbersheid asegura que todos los "cuentos oníricos" tienen un designio oculto en ese sentido. Para el autor del libro, el bosque en el que se desarrollan muchos de los "cuentos oníricos" simboliza la desnudez o las partes pudendas, y el viaje hacia él es un viaje sexual. A su juicio, la búsqueda de la casa de los dulces por parte de los hermanos Hansel y Gretel representa una relación sexual incestuosa. Por otra parte, una casa o una habitación con aberturas representa la vagina, y la entrada del protagonista a cualquiera de aquellas suele simbolizar relaciones sexuales.

Una habitación a la que está prohibido entrar simboliza relaciones sexuales prohibidas, y la entrada a ella quiere decir que se viola esa prohibición. Una torre, un objeto alto o una planta que crece en dirección al cielo es la imagen del pene, en tanto que trepar por una cuerda y subir o bajar una escalera simbolizan el coito. A juicio del filósofo y antropólogo israelí, los pozos y fuentes representan la vagina, y la caída de objetos al agua simboliza relaciones sexuales. Estar en el agua o salir de ella simbolizan el nacimiento y la persona hacia la que se va es la madre o el padre. También cortar flores y recolectar frutas o verduras es un símbolo de relaciones sexuales y si son frutos prohibidos se trata de una alusión a prácticas sexuales prohibidas. Respecto a Caperucita Roja, Zilbershaid dice que "Freud llegó a la conclusión de que los animales de rapiña como el lobo representan a personas con instintos aguzados y excitables, y el del cuento simboliza a un hombre lleno de deseo sexuales". Según Zilbersheid, no es casual que en el cuento se mencione sólo a la madre de Caperucita, y el hecho de que el lobo-padre devore a la abuela y a la nieta constituye la cristalización del anhelo oculto del hombre de acostarse con su madre y con su hija.

En La bella durmiente, la bruja dice que la princesa recién nacida morirá tras pincharse con un huso, que para el filósofo y antropólogo israelí simboliza el órgano sexual masculino o a un hombre que no pertenece a la familia. El rey elimina todos los husos del reino y prohíbe a su hija que se pasee sola por el palacio, lo que para Zilbersheid "representa la voluntad del padre de cuidar a su niña para que no caiga en brazos de otro hombre, extraño". "Pero la niña siente curiosidad (sexual), y cuando sus padres no están en casa entra en la habitación en la que se encuentra la anciana y se pone a tejer con el huso, con el que se pincha y, aunque no muere, se duerme durante cien años, y el príncipe que le da el beso salvador es en realidad su padre", asegura el antropólogo israelí.

En cuanto a Blacanieves, Zilbersheid señala que en algunas versiones la cruel madrastra es su verdadera madre, y los hombres del bosque son hermanos expulsados de casa. La explicación de Zilbersheid es que Blancanieves desea tener relaciones sexuales con su padre y con sus alejados hermanos, y que la madre compite con su hija por el corazón del marido y es cruel con ella para imponer las prohibiciones sexuales culturales.

 

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