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Por Eduardo Videla Faltan horas para que empiece el juicio oral por el homicidio de su esposo y Violeta Carballo (38) está más entera que nunca. Trabaja hasta diez horas por día en su escribanía, y aunque a veces la agobia la responsabilidad de criar sola a sus tres hijos, no le pierde pisada a la investigación que inició su marido, Alfredo Pochat, el auditor de la Anses asesinado hace catorce meses en Mar del Plata. La mujer insiste en que detrás de Armando Andreo, el hombre que se sentará mañana en el banquillo, acusado de homicidio (ver aparte) había una organización dedicada a fraguar jubilaciones, que se perjudicó con la investigación y decidió ejecutar a su esposo. Con tristeza, admite que el equipo que creó Pochat en la Anses está desintegrado: "Les cambiaron el objetivo de la investigación y la gente se fue", afirmó. --¿Cómo van a seguir sus hijos el juicio contra el asesino de su padre? --El mayor, Santiago (10), quería ir. Pero la Cámara no permite la presencia en la sala de menores de 18 años. Le dio mucha bronca, pero como es muy respetuoso de las normas, lo aceptó. --¿El ha seguido el caso por los diarios? --Desde el principio, todo el tiempo. Y opina. El tema lo apasiona, incluso está con la duda de qué va a hacer con su vida. Esos temas están a la orden del día en casa: las investigaciones por corrupción, la política, el Gobierno. Lee todo el diario, no sólo sobre el caso. No me llama la atención, porque en casa siempre se leyó mucho. --¿Y las dos nenas? --Son más chiquititas. Una tiene 7 y la otra 8. Son más nenas, pero no están ajenas al juicio. Tienen bien claro que ahora viene el juicio contra el que mató a su papá y que no sólo está el señor que disparó sino que hay otras personas atrás. Son chiquitas, pero la tienen bastante clara. --¿Santiago quiere seguir la carrera del papá? --Más que vocación, lo que siente es la curiosidad de un chico de 10 años que le tocó sumergirse en una familia muy particular. --¿Tienen miedo de que les vuelva a pasar algo? --No. En mi casa no corre el miedo. Los chicos maman mucho lo que viven y si hay algo que no se vive en mi casa es el miedo. A veces diría que somos temerarios. Ni odio tampoco. Yo no destilo odio. Entonces mis hijos no aprenden odio ni miedo. --¿Tampoco hacia la persona que mató a su padre? --Es que no se puede vivir así. Creo que este señor no se merece que yo pierda mi tiempo siquiera odiándolo. Me parece que hay otros valores mejores para enseñarles a mis hijos. Aparte, me parece que se arruinan la vida para un futuro. Ya la tienen bastante complicada para que encima tengan que hacer terapia el día de mañana para sacarse los odios. --¿Cómo cambió la vida de la familia a partir del crimen de su esposo? --Cambió todo. De ser una más en la relación de pareja, de ser mitad y mitad, pasé a tener toda la responsabilidad sobre mis hombros. Y pesa muchísimo. La responsabilidad del cuidado y el mantenimiento de mis hijos. --¿Tiene que hacer de mamá y papá? --No. Papá hay uno solo. Eso no se suple. Yo no me quiero poner los pantalones de Freddy. Soy la mamá y me arreglo como puedo. --¿Y en ellos qué cambió? --Están aferrados a mí de una forma impresionante. Y me parece muy lógico que, después de la muerte de un ser querido, se planteen "si te morís vos, qué hacemos". Ellos tienen un temor especial ante la muerte. A veces me da risa porque lo van resolviendo ellos mismos. Si la chiquita se pregunta ¿Qué haríamos?, el mayor le contesta Bueno, mientras estemos juntos está todo bien. Nosotros tenemos que sentarnos y charlar. Nosotros charlamos todo en casa, siempre, hacemos reuniones como asambleas. Me da risa escucharlos, pero me parece bien que lo saquen afuera. Es bastante realista lo que hacen, porque les puede pasar. Les pasó algo que no esperaban y les puede volver a pasar. Hay que estar preparados. --¿Qué espera del juicio? --Por el tema del homicidio, espero que lo condenen a prisión perpetua, a reclusión perpetua. --¿Piensa que puede ocurrir otra cosa? --Hasta el día de la sentencia prefiero mantenerme con la mente suficientemente fría como para defenderme en el caso de que salga algo que a mí no me guste. Calculo que la Justicia va a funcionar. --¿Cree que en el juicio puede aparecer otro responsable del crimen? --Lo que se puede esperar es que surja alguna conexión, aunque dudo que pase, sobre qué sabía la mujer de Andreo, Silvia Albanesi (la titular de la Anses Mar del Plata, despedida por Pochat). Yo intenté que se la citara como imputada antes de que se iniciara el juicio oral porque para mí tenía conocimiento de lo que el marido iba a hacer. Pero no lo puedo probar. --¿Usted sigue convencida de que, además de Andreo y su esposa, hay otras personas detrás del crimen? --Sigo teniendo la misma idea que al principio: que la muerte de Freddy no es un hecho aislado. Para mí, él se metió donde no debía haberse metido. Entre comillas, porque me encanta que se haya metido. En Mar del Plata, como en otros lugares del país, hay intereses creados, existen grupos organizados. Lo digo por la manera en que lo mataron: él dormía en hoteles cualunques. Si lo hubieran querido matar por una cuestión emocional, de un marido al que le echan la mujer, hubiera ido a la puerta del hotel, a las 11 de la noche. Si estaba solo como un perro. --Estaba sin custodia. --La falta de seguridad era absoluta. Esa es otra cosa que no me cierra, de parte de quienes después reconocieron que se equivocaron. Creo que lo tenían que haber matado antes, y si no lo hicieron fue porque nadie quiso. --¿Fue un error de la administración de la Anses o pudo ser otra cosa? --Quiero creer que no. Me parece que somos demasiado naïf, porque pensamos que la gente va a actuar como actuamos nosotros. Todavía tenemos esa inocencia. Pero la gente no siempre actúa así. --Esa supuesta organización parece bastante fuerte, porque hasta ahora no ha sido tocado nadie, salvo algunos perejiles. --Es que los únicos que tienen la posibilidad de que esto no quede en perejiles son los propios perejiles. Pero, ¿quién presiona a los perejiles para que no hablen? Hay un montón de casos en que están presos los que son el último orejón del tarro. Y los de arriba presionan al punto que algunos pierden su libertad y se callan. --La causa que se inició por la denuncia de su esposo está casi paralizada, ¿por qué no se avanza? --Me parece que el juicio oral le puede dar impulso a la investigación. Porque el muerto, muerto está, y el preso está preso. El expediente tiene un montón de cuerpos, pero la Cámara Federal de Mar del Plata no resuelve las apelaciones desde marzo. Hace cinco meses que la Cámara no se expide en relación con nada. Porque hay un solo juez, porque el otro se está jubilando y el subrogante está enfermo. Y la causa está paralizada ... No sabés lo que me costó darle movimiento a la causa. --¿Sigue entonces vinculada con la investigación que hacía su marido? --Más vale. Porque me lo permitieron. Cuando cambió la plana mayor de la Anses, me tomé el trabajo de ir a ver a (su actual titular, Saúl) Bouer, que me presentó al doctor Ricardo Klass (asesor legal de Anses). Les dije que aunque no era querellante en la causa, porque el querellante es el Estado, estaba muy interesada porque para mí era muy importante. Y Bouer me dio lugar. Entonces sigo la causa desde afuera, miro los expedientes y puedo opinar. No sé por cuánto tiempo más, por ahora me dijeron que sí. --¿Qué efectos causó el crimen en los funcionarios de la Anses? --Afectó al grupo de amigos más cercanos. El grupo que Freddy había formado se desarmó casi plenamente. El grupo de Investigaciones Especiales sigue, pero les cambiaron el objetivo y la gente se fue. Se quedaron uno o dos. El objetivo que tenía el grupo era investigar corrupción dentro de la Anses y su vinculación con el exterior. Bueno, ya no hacen más eso. --Entonces, ¿el homicidio causó un efecto negativo en la investigación? --La investigación sigue. Capaz que era muy personal la manera que Freddy tenía para trabajar, y el grupo humano, al no tener su líder, se desarmó. ¿Quién se pone en su lugar? Nadie. A nivel social también tuvo efectos, bueno y malo: hubo mucha gente que se asustó mucho y otra que comenzó a preguntarse qué estaba pasando. También veo el efecto a nivel personal: un montón de gente que estaba alrededor de Freddy, desapareció. A algunos los fortaleció la idea de luchar contra la corrupción. Otros, en cambio, dijeron Me borro, a mí no me van a matar.
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