Por Juan José Panno
Dicen los de Independiente que fue sabotaje, que los que cortaron la luz fueron los de
Racing para no perder 5 a 3 como la semana pasada contra Rosario Central, cuando también
iban ganando 2 a 0. Se defienden como pueden los pobres hinchas de Independiente, con tal
de sobrellevar las cargadas y olvidar el medio clásico perdido.
Dicen los de Racing, tan sufridos, tan acostumbrados a la malaria
ellos, que no vaya a ser cosa que ahora se suspenda el campeonato o se venga el diluvio
universal o cuando reanuden ocurra algún milagro (que Independiente lo dé vuelta, por
ejemplo) que les impida disfrutar un triunfo en la cancha de su rival de siempre que no se
da desde el 25 de marzo de 1981.
Queda para jugar un tiempo entero y 6 minutos más y hasta que eso pase
los de Racing, sin perder los temores ancestrales, atesorarán una buena actuación del
equipo, una patriada del Chelo Delgado que fue gol y una perfecta triangulación de
Latorre-Delgado-Matute Morales que fue golazo. Cuando se hizo la noche en la cancha de la
visera se apagó un partido entretenido, caliente por el duelo de las tribunas y vibrante
por las llegadas eléctricas (con perdón de la figura) de Racing. Se apagó el partido,
no se pudo poner en funcionamiento el grupo electrógeno y se encendió el alerta de
potenciales incidentes en un estadio casi lleno, a oscuras. ¿Qué hubiera pasado --vale
preguntarse-- si el apagón se producía en el momento en que Delgado se preparaba para
concretar el primer gol o cuando Matute llegaba al borde del área para meter el zapatazo
del 2 a 0?
La multitud se lo tomó con humor y con paciencia y media hora después
inició pacíficamente la desconcentración, lamentado el domingus interruptus. No pasó
nada serio. Pero ¿no será lo ocurrido en Avellaneda un argumento a medida para que el
juez Perrotta les dé la extremaunción a los partidos nocturnos? A la luz de lo ocurrido
(con perdón del lugar común pretendidamente chistoso), ¿no será bueno pensar que el
codificado de los domingos podría jugarse a las 11 de la mañana? ¿Lo permitirá la
televisión? También se deberá tener en cuenta que la seguridad dejó otros agujeros
grandes: los hinchas de Racing como sardinas en el espacio que les asignaron; problemas y
amontonamientos en el acceso a la platea local; bombas de estruendo, (prohibidas), en las
dos tribunas; bengalas marinas (prohibidas) en la cabecera local.
No faltará quien aproveche la volada del corte de luz para fomentar el
estadio único de Avellaneda o la privatización de los clubes como soluciones mágicas.
Durante la semana, seguramente se hablará de todo esto, pero mientras tanto queda margen
para comentar 39 minutos de fútbol.
Racing, que usó la misma camiseta que en el partido de la semana
pasada en Brasil, por una cuestión de cábala y que jugó, como en ese encuentro por la
Copa Mercosur, con orden e inteligencia, fue claramente el mejor de los dos. Atrás estuvo
seguro, salvo en una pifiada de Ubeda y algún revolcón del cuestionado Sessa; juntó
mejor las líneas; en el medio mostró velocidad mental y física para escalar en ataque y
arriba lo tuvo a Delgado, el mejor de la cancha, bien acompañado por Latorre. Llegó
cuatro veces: dos fueron gol, dos se perdieron por poquito.
Independiente, que viene en caída libre y no liga más que para mentir con el dominio
territorial, dio demasiadas ventajas atrás, en los dos laterales y se mostró debilucho,
en cada una de sus llegadas hasta el área local. Amenaza Hanuch, amenaza el pibe
Cambiasso, que necesita tiempo para demostrar lo buen jugador que es, amenazan Rotchen y
Sánchez cuando suben a cabecear corners y tiros libres, pero se queda en amagues. Para
colmo Toresani aporta poco, Víctor López sigue ausente y a Calderón la pelota le llega
cuadrada. Aún así, con todos sus problemas, no transmitía la sensación de estar
entregado o resignado. Si antes del final del primer tiempo o en el arranque del segundo
embocaba alguna, el partido podría haberse disparado como un trompo en cualquier
dirección. Pero ya esto es futurología. Para saber la verdadera continuación de la
historia habrá que esperar el próximo capítulo.
Si lo sabe cante
Cuando
Racing entró a la cancha, con la camiseta a rayas azules y celestes, cantaron los de
Independiente: "Si sos de Racing/ no lo pensés más/ tenés los colores / de la
Federal" y enseguida: "El que no salta es un botón". Cuando se apagó la
luz cantaron los de Racing: "Olé olé olé olé olá/ acá enfrente tenemos/ una
cancha de verdad". Y respondieron del otro lado: "No pasa nada/ no pasa nada/ A
Racing lo cojemos/ con las luces apagadas". Retrucaron los de Racing: "Olé olé
olé olé olá/ ahora entiendo/ por qué te querés mudar", y enseguida duplicaron la
apuesta: "Borón bon bon /Borón bon bon/ es una cancha/ de metegol". |
No esperes que un hombre muera
Por Diego Bonadeo
Hasta el
momento en que Francisco Lamolina, con su tantas veces ponderable ubicuidad, afirmó con
convencimiento algo así como "...no soy un entendido en electricidad", Racing
había sido más que Independiente. Algo más, pero quizá no dos goles más.
Hasta que Mario Gallina, uno de los responsables de las seguridades
futbolísticas en la provincia de Buenos Aires, se comunicó telefónicamente con el juez
de turno en lo penal --quizás alguna vez se sabrá por qué y para qué--, dos errores de
uno de los mejores jugadores jóvenes del fútbol argentino, Esteban Cambiasso, originaron
las jugadas que terminaron en los goles de Delgado y Matute Morales. No faltará el
menesteroso que haga insistente hincapié en la imprecisión de Cambiasso, como para
disimular las excelentes definiciones de Delgado y Morales, en el ya casi hartante
discurso mediático de puntualizar errores defensivos --que indudablemente los hubo--, por
no reivindicar aciertos ofensivos.
Hasta que se hizo de noche en serio, el partido tuvo sus atractivos.
Porque fueron los dos y se equivocaron lo dos. Racing tuvo menos vacilaciones defensivas
que en las fechas anteriores e Independiente alguna más.
Pero cuando se apagaron las luces aparecieron los fantasmas. En medio
de las sombras de un estadio semilleno por un clásico, y del fuego como única
iluminación desde las tribunas para un fútbol que pretende ser maduro, serio,
responsable y seguro desde los propósitos de enmienda que falazmente emergen desde las
oficinas y los escritorios desde casi siempre, pero muy especialmente desde que el juez
Víctor Perrotta decidió suspender temporariamente los torneos de la AFA, hace algo así
como tres meses o algo más.
Esta vez el fútbol no fue suspendido ni por incidentes, ni por
agresiones, ni por "falta de garantías", ni porque los jugadores o los hinchas
hayan contravenido reglamentaciones, ni porque la policía no dio abasto, ni por invasión
del campo de juego, ni porque los papeles y las serpentinas tapaban las líneas de cal.
Independiente-Racing se suspendió porque se apagó la luz que supimos privatizar
--hubiera dicho contrario sensu el Tío Bernie-- y los equipos de emergencia parecieron no
estar en condiciones como para continuar el partido "en tiempo y en forma".
Pero de todas maneras el juez Perrotta tiene en claro que ninguno de
los escenarios donde se juega al fútbol en la República Argentina está en condiciones
reglamentarias, esto es, ninguna cancha en las que se realizan partidos de los torneos
organizados por la AFA cumple con las condiciones exigidas para ser habilitada de modo
definitivo. Dijo textualmente el juez: 1) "Ningún estadio está con habilitación
definitiva"; 2) "La ley se hace a medida" y 3) "Son reglamentaciones
que se fueron haciendo elásticas, pero la ley, en definitiva, no está cumplida".
Ayer, el juez Perrotta viajó a San Juan para ver en qué condiciones
se jugaba en esa provincia, por lo tanto recién anoche o esta mañana podrá haberse
puesto en autos de la suspensión del partido en Avellaneda. De todas maneras, el sábado,
en La Plata, Estudiantes-River comenzó con alrededor de veinte minutos de atraso por
circunstancias vinculadas a la televisión, contraviniendo expresamente pautas horarias
establecidas por el juez.
Lo de Avellaneda fue seguramente un accidente. Lo de La Plata, no. De
todas formas, si como dice Perrotta, "la ley no está cumplida", si por otra
parte se inician los partidos a la hora que se le antoja a Torneos y Competencias
haciéndole pito catalán a la gente y al juez, y si en definitiva se corre el riesgo de
una tragedia --aunque sea por el imprevisto del apagón-- como si la iluminación no fuese
prioritaria en un partido nocturno --que se suspenda el juego es una cosa y otra muy
diferente garantizar la desconcentración incruenta de decenas de miles de hinchas de
Racing e Independiente--, parece imperioso barajar y dar de nuevo. "No esperes que un
hombre muera para saber que todo corre peligro" dice Serrat y repetimos casi todos.
Pero a los poderes pareciera importarles un pito. El mismo pito catalán con que se burlan
del juez, de la ley y de la gente.
Solo luces de bengala. La cancha a
oscuras
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Frases calientes
"En estas
condiciones no sigo más en Independiente. Esto no me había pasado nunca en mi carrera.
Me salvaron dos policías (Julio César Toresani, insultado y salivado cuando salía de la
cancha).
"Menotti ladrón, andá a dirigir a Cuba, andá a robar a otro
lado, filósofo" (del grupito de hinchas que esperó la salida del plantel de
Independiente).
"Andate Grondona, nos vas a llevar a la ruina" (del mismo
grupo).
"Fuimos superiores en el área, pero el partido era parejo. No
hubo gran diferencia entre los dos equipos como algunos creen" (Angel Cappa, DT de
Racing).
"De ninguna manera sospecho que el corte fue intencional. Estamos
en la Argentina y estas cosas suceden" (Otra de Angel Cappa).
"Edesur no tiene nada que ver. Tratamos de colaborar, pero la
empresa nada tiene que ver con el corte, fue un problema interno de Independiente"
(Daniel Martínez, gerente de relaciones públicas de Edesur).
"Menotti está tan mal como todos nosotros, pero trata de
levantarnos el ánimo porque el partido todavía no terminó" (Mauricio Hanuch).
"Queremos jugar el miércoles a las 15" (Héctor Grondona y
Daniel Lalín, a dúo).
"Grité el gol por respeto a los hinchas de Racing" (Matute
Morales).
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