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1. Es domingo y la ciudad mira televisión, mayoritariamente. Noche de sorpresa y media, de goles de primera. El spleen de los domingos, esa sensación de vértigo al revés, se combate con consumo de imágenes: todo el mundo muere un poquito cuando acaba la semana y renace fatigosamente con el lunes. En el Margarita Xirgu, la demanda de la gente fuerza dos funciones con debate de "Cuestiones con el Che Guevara", cinco horas de gente que no se conoce dándole vueltas a la cuestión de qué hacer ahora, de qué modo salir de la noria del diagnóstico. José Pablo Feinmann, el autor, bebe un espeso vino español. Se duerme horas más tarde con una sonrisa tenue en los labios: ha cumplido con su parte en este asunto, ha sembrado ideas en el público, que se descubre sediento en cada función. 2. Es jueves por la noche, en el horario en que Tinellilandia y Gasoleroslandia se enroscan en la noche por el rating como las flores que simbolizan al matrimonio en The Wall, que Susana Giménez nunca vio, seguro. En Congreso, la República Tajante abre sus puertas por segunda vez. El salón de Unione e Benevolenza está colmado y en sus mesas humea un locro a la Bonafini. El proyecto es sencillo: alquilar un sótano para anarquizarlo, fundar una república de hermosos perdedores, hacerle pito catalán al asma del consenso. Suena "Clandestino", de Manu Chao. Hebe sube al escenario sólo para repetir una vez más que no está muerto quien pelea. Bode lee un texto por sobre el murmullo de todos. "Si no permitimos que nos roben la capacidad de disfrute, habremos construido una fuente de resistencia", dice. El locro está buenísimo. 3. Es viernes, noche de brujas, y en un escenario de Monserrat Liliana Herrero se empina sobre su estatura para conmover hasta a los sordos con su delicada forma de hablar de la vida en "Cardo y ceniza". Es una canción que la peruana Chabuca Granda escribió pensando en las cuitas de amor de la chilena Violeta Parra, pero más que eso, como "Romería", de Renato Texeira, acaso un aporte artístico a la construcción de la sensibilidad del público. Esta noche Herrero se equivoca, se pone nerviosa, pero además, y por sobre todo, haciendo un triunfo de sus derrotas, ilumina un puñado de canciones como pocos intérpretes argentinos pueden hacerlo, con clase y corazón. Está lleno el teatro y se agrega otra función para el domingo. Como con la película El sabor de la cereza, del iraní Abbas Kiarostami, una minirrevolución cultural está ocurriendo, sólo que no es de las que se vivan en manifestaciones de banderas al viento. 4. Tomado de Jorge Luis Borges, que hoy cumpliría 99 años: Esta
gente, que se ignora, está salvando el mundo. |