"No puedo seguir peleándome con todo el mundo"
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Por Fernando D'Addario "Debo haber estado muy mal, porque la otra vez canté 'Gracias a la vida' y no sabe cómo lloraban todos los que estaban escuchando...", dice Mercedes Sosa, al despertar. La "depresión enmascarada" que le penetró el alma hace un año olvidó conquistar un espacio inasible y vital, cuya naturaleza tal vez no pudo prever: el instinto de artista, que la Negra arrastra como un exorcismo de sus dolores. Mercedes se levantó, con la ayuda de los suyos, y anda despacio, a tono con su sensibilidad de mujer tucumana, puesta a prueba cada vez que le hacen calzar el traje de artista famosa. A los 63 años, ni su vocación ni su fama le permiten bajar la guardia, y es así como sigue sacando discos (recientemente se editó Al despertar) y planeando actuaciones. El 25 y 26 de setiembre próximos Mercedes se presentará en el Luna Park, pero en la entrevista con Página/12 ella admite que su enfermedad la obligó a replantear algunos aspectos de su vida. Reconoce que aquellos momentos le hicieron pensar que "el canto es secundario. Tenía que salvarme yo. No podía caminar, estuve cinco meses en cama y después dos meses más para terminar de recuperarme. Fue muy fuerte para mí. Iba al cine y nadie me reconocía. Y claro, había bajado 32 kilos, estaba absolutamente desgastada por la falta de agua, de tanto vomitar. No quería comer. No podía comer. No quería que nadie viniese a verme porque ni siquiera podía moverme. En algún momento dejé de tener ganas de vivir".
--¿Cómo se siente ahora? --Estoy mejor... pero hay días en que siento miedo. Tengo altibajos. Me preocupa cuando duermo mucho. Creo que mi cuerpo necesitaba un descanso, pero no tanto... --Su último disco, Al despertar, continúa la aproximación folklórica que había expresado en Escondido en mi país, pero tiene algunas sorpresas. Por ejemplo, que haya incluido "La Villerita", un tema de Horacio Guarany... --Grabé ese tema porque es hermoso, y a mí me duele mucho la cuestión de la prostitución. A las chicas que trabajan les dicen mujeres de vida alegre, y en realidad son mujeres de vida muy triste. Pero no tiene nada que ver que la haya escrito Horacio, con quien no tengo trato. El tampoco quiere tenerlo conmigo. No se por qué está enojado, porque yo no le hice nada. La otra vez coincidimos en un festival y él no quiso ni cruzarse conmigo. Pero bueno... yo sólo me enojé cuando fue lo de Charly en Cosquín y él dijo algunas cosas muy desubicadas. Y empezamos a tirarnos algunas "flores", que no eran precisamente flores frescas. No grabé "La Villerita" como un gesto de amistad hacia él, sino porque es hermosa. No me siento cerca de él. Somos totalmente distintos. --En algún momento político del país estuvieron más cerca... --No... Yo jamás estuve cerca de Guarany. Mis amigos son otros: Peteco, León, Víctor, Baglietto, Nito, Suna Rocha... --¿Y Fito? --También es mi amigo. --Se comentaba que estaban peleados. --No... Cómo me voy a pelear con Fito. Inclusive el otro día estuve con él en lo de Ketama y en lo de Liliana Herrero. Lo que pasa es que no nos vemos tan seguido. El estuvo grabando con Joaquín Sabina, así que tampoco la estaba pasando tan bien. No tengo tanta amistad como con Charly, a quien aunque no lo vea es como si estuviera sentado acá al lado mío. Nos mandamos mensajes todo el tiempo. --¿Superaron las asperezas que tuvieron durante la grabación de Alta Fidelidad? --¿Asperezas? No... Con Charly, subordinación y valor. El era el director del disco, de él eran las canciones, y él decidía. No tengo nada que decir de Charly, salvo que es un gran amigo. --Da la impresión de que usted está en una etapa en la que ya no se quiere pelear con nadie. Ahora se dice que hay un acercamiento con Mahárbiz. --Con Mahárbiz nunca nos dimos ni la hora. Cada cual atiende su juego. Este ambiente es muy difícil. Pero ni yo soy tan importante ni él lo es como para que se arme un circo alrededor de este tema. Y es cierto que no me quiero pelear más con nadie. No me puedo pelear con el mundo. A los 63 años, y después del problema que tuve, me puede hacer mal. Necesito estar tranquila. --¿Y puede estar tranquila? --Sí. Y sobre todo estoy agradecida a la vida, porque a pesar de los sufrimientos que una va teniendo, me considero una afortunada. Hay muchos compañeros míos, músicos, que para vivir tienen que actuar en cabarets, en boliches de cuarta categoría, con gente que está borracha y no va a verlos a ellos sino que están ahí porque sí. Ser artista es muy duro, y no es fácil ser Mercedes Sosa, pero mucho más difícil es estar en esa situación. Yo siento una gran admiración por esos músicos. --De los sufrimientos que debió padecer, ¿cuál fue el más profundo? --El cachetazo más fuerte que me dio la vida fue el exilio. Y creo que todavía estoy pagando ese dolor. No se me termina de ir esa angustia que sentía cuando estaba en el exterior. Hace muy poquito me pasó algo horrible: me acosté, y empecé a soñar que estaba en París, angustiada, y alguien me decía "tal chico era de la Gestapo". Me desperté con un dolor de cabeza tremendo. Todavía me pasan esas cosas. Pero son sufrimientos que van más allá de mi profesión. Como artista no me puedo quejar, sobre todo cuando veo que los obreros se levantan a las 6 de la mañana, no les pagan, muchos se mueren porque en sus trabajos no existen ni las más mínimas normas de seguridad. Yo tengo que pensar en todo eso y no ser tan desagradecida. --Al analizar su discografía, se llega a la conclusión de que en los últimos veinte años sus trabajos se han ido despolitizando progresivamente. ¿Esto tiene que ver con la desideologización general de la sociedad o con una cuestión más personal? --Lo que pasa es que el cancionero argentino no es muy politizado. Nunca lo fue. Ocurre que se recuerda quizás mi disco de homenaje a Violeta Parra. Los chilenos estaban mucho más politizados que nosotros. Violeta, Víctor Jara. Acá no pasó eso. Salvo Armando Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana, dos excelentes poetas con una temática muy fuerte, en el folklore las letras no han sido ni son muy politizadas. Y yo no soy compositora. Canto lo que escriben los demás. Yo he ido adecuando el repertorio de acuerdo a los tiempos, y entonces fui grabando composiciones de músicos de rock, e inclusive de artistas de otros países. Pero en el aspecto testimonial, siempre hubo más politización en los escritores que en los músicos. Fíjese los casos de Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Daniel Santoro. --Hoy conviven dos modos absolutamente diferentes de relacionarse con el folklore. Y yendo más específicamente al ámbito de las "mujeres folkloristas" parecería que hubiese un abismo entre Soledad y, por ejemplo, Liliana Herrero... --No se puede comparar. Liliana Herrero es el prototipo de la cultura puesta al servicio del canto folklórico. La cultura al servicio del arte, y no del aplauso fácil. Y Soledad... bueno, yo no quiero agarrármela con Soledad, porque tiene 17 años. Y yo a los 17, mire, no podía ni entonar, y ella en cambio, está haciendo su carrera. No quiero justificarla diciendo que a esa edad una no tiene capacidad de discernir qué tipo de repertorio tiene que interpretar, pero yo también era una chica del interior, que para cantar me guiaba exclusivamente por lo que me llegaba por la radio. Ese era mi mundo. Ahora hay más información, ¿no? --¿Y cómo se produjo el quiebre, de esa chica tímida del interior a la Mercedes Sosa politizada, con inquietudes sociales? --Tuvo que ver el hecho de haber conocido a gente como Armando Tejada Gómez, a través de mi marido, Mathus, pero antes había algo en mí que me empujaba a leer, a informarme, a querer saber qué es lo que estaba pasando y por qué. Me agarró tal locura por leer que se me hinchaban los ojos. Me acuerdo que era muy joven, y me puse a leer a Herman Hesse. Y no entendía nada. Leía, me gustaba, pero no comprendía lo que estaba diciendo. Después fui entendiendo. Con el tiempo me fui dando cuenta de que una cantante no es sólo una voz, por más hermosa que sea. Para ser una artista en serio, a la voz hay que sumarle lo que se ha ido metiendo en la cabeza. --¿Sigue siendo alfonsinista? --Nunca fui alfonsinista. --Pero siempre se reivindicó como su amiga. --Sí, claro. Tengo un gran cariño por él. Pero eso no significa que sea alfonsinista. --Bueno, aliancista... --Yo quiero mucho a Graciela, a Chacho, a De la Rúa. --Está todo dicho. --Sí, está todo dicho. --¿Y el socialismo? --Yo nunca fui socialista. Yo era comunista, pero ahora no existe más el comunismo. --Antes el sueño era la revolución. ¿Ahora el único sueño posible es la Alianza? --Antes los sueños eran más radicales. Y eran perfectos. Ahora se hace lo que se puede, en este mundo globalizado que está viviendo, para mí, su momento más difícil. Porque no hay más comunismo, y el capitalismo no ha traído soluciones para la gente. Por eso, aunque digan que esto de la convertibilidad fue un éxito, yo no lo veo por ningún lado, y mi ideología sigue siendo la de siempre. Sigo considerándome una mujer de izquierda.
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