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Por Luciano Montenegro "Nuevos mundos, nuevos espacios cinematográficos y televisivos nos esperan. Sorteando sueños y utopías, llegaremos, guiados por una brújula también enloquecida, por un azul imán que en vez del norte apunta al sur", proclamaba Fernando Birri doce años atrás, cuando nacía la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, con sede en Cuba. Ahora el sucesor de Birri en la dirección de la Escuela, Alberto García Ferrer, de paso por Buenos Aires para concretar acuerdos académicos, afirma que "el proyecto sigue siendo básicamente el mismo, porque la escuela, además de un centro de formación, sigue siendo un gran laboratorio de la cultura audiovisual iberoamericana, un proyecto de cooperación continental". Según le manifestó a Página/12 García Ferrer --un argentino-español que hasta hace dos años se desempeñaba en Madrid como director de programas y proyectos audiovisuales del Instituto de Cooperación Iberoamericano (ICI)-- "la escuela tiene una particularidad que la hace única, y es su carácter internacional. Hay alumnos de todo el mundo. En este momento hay inscriptos de 19 países, fundamentalmente de Iberoamérica, pero también de Asia y Africa, y hasta europeos e incluso estadounidenses. El conjunto más importante sigue proviniendo, por supuesto, del mundo de habla hispana y portuguesa. El elemento internacional le da un plus a la formación, desde el punto de vista humano, cultural y profesional, porque se pueden cotejar experiencias y metodología de trabajo de alumnos y profesores provenientes de todo el mundo". Para García Ferrer, "otro elemento que define a la escuela es que los profesores que imparten sus cursos en San Antonio de los Baños son todos profesionales en activo, guionistas, directores, fotógrafos, sonidistas, todos especialistas en cada uno de sus campos. El tercer elemento importante es que hacemos hincapié en que los alumnos se enfrenten rápidamente al trabajo, a la creación, en cada una de sus áreas. La escuela dicta seis especialidades --guión, dirección, producción, fotografía, edición y sonido--, pero en el primer cuatrimestre, llamado polivalente, todos los alumnos ven todas las materias y culminan con un ejercicio de tres minutos en 16 mm. Casi inmediatamente, entonces, contamos con unos cuarenta trabajos terminados entre todos los alumnos". El director señala que "evidentemente hemos tenido que afrontar nuevas definiciones y nuevas tareas durante los últimos años, introducir nuevo equipamiento, el proceso de informatización de toda la escuela, etcétera. Y hemos incorporado, paralelamente a los cursos regulares, de dos años de duración, una serie de treinta talleres, que apuntan a la formación continua. Nos parece que en el área geográfica que cubre la escuela, profesionales o jóvenes que se han graduado, por ejemplo, en carreras de comunicación social o diseño, y que se ven a dedicar a la imagen, es importante que puedan hacer un taller muy intensivo de especialización en alguna especialidad. Los talleres duran desde dos semanas a tres meses, como el de metodología del trabajo del guionista, que es uno de los más extensos". Para García Ferrer, los talleres son muy importantes en la definición del carácter de la escuela, "y los hemos potenciado enormemente. San Antonio de los Baños es una escuela integral, pero con una concepción que prioriza dos áreas que nos parecen centrales: formar guionistas y productores, saber partir de una idea y hacerla posible, desarrollar el proyecto, buscar la financiación, la distribución y la colocación del film en el mercado. Todo este proceso es de fundamental desarrollo en el contexto latinoamericano, donde hay tantas dificultades que se repiten en todos los países". Dificultades ha venido atravesando también la escuela desde su creación, cuando el presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y padrino de la Escuela, Gabriel García Márquez, señalaba: "El poder impositivo de una idea indestructible". Hoy el escritor sigue tan comprometido como entonces con el proyecto. En palabras de García Ferrer, "dos o tres veces al año García Márquez está allí y sigue atentamente todo lo que hacemos, además de aportar económicamente a su sostenimiento. La Escuela, por ejemplo, ha coeditado con España los libros que son producto de los talleres de guión que él dicta en la Escuela. Y todos los derechos de esos libros fueron para la institución, lo que nos ha significado unos ingresos muy importantes". En cuanto al aporte oficial, García Ferrer detalla que "el apoyo de Cuba fue siempre decisivo, desde el mismo momento en que se creó la Escuela, porque aportó no sólo recursos sino también su infraestructura, pero sin condicionar su independencia y su carácter internacional. Tenemos la misma proporción de alumnos cubanos que de cualquier otro país. Hemos recibido, asimismo, el aporte de la Unesco, de la Sociedad de Autores de España, de instituciones francesas y organismos culturales latinoamericanos. La Escuela está formando gente para toda América latina, gente que después vuelve a sus respectivos países a poner en práctica sus conocimientos, y esto lo han entendido rápidamente muchos gobiernos de la región, como los de Brasil, México, Costa Rica y Bolivia, por citar sólo unos casos". Argentina, cuándo no, es por ahora la excepción, pero García Ferrer confía en que pronto dejará de serlo, siguiendo el ejemplo de la Fundación Universidad del Cine (FUC) que dirige Manuel Antín, que ya tiene una fluida relación de intercambio académico con San Antonio de los Baños.
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