"Es que él me sacó de quicio"
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Por Eduardo Videla Desde Mar del Plata "Da ganas de agarrar una ametralladora y matar a medio mundo". La frase, en boca de Armando Andreo (68), acusado de asesinar a balazos al gerente de investigaciones de la ANSeS, Alfredo Pochat, pintó de cuerpo entero la personalidad del imputado. La pronunció durante su declaración indagatoria, en el primer día del juicio oral y público por el crimen del funcionario, y fue una más de una serie de veladas amenazas, que no lo ayudaron demasiado en su estrategia defensiva. Andreo argumentó que mató a Pochat porque éste le insinuó que existía una relación sentimental entre su esposa, Silvia Andreo, titular de la delegación local de la ANSeS, y uno de sus colaboradores, Carlos Omoldi. Una relación que no era un secreto en Mar del Plata. "Me sacó de quicio", explicó el acusado. La estrategia de su defensa es demostrar que actuó en estado de emoción violenta. Algo difícil de demostrar si se tiene en cuenta que Pochat recibió tres balazos, uno de ellos por la espalda, cuando intentaba ponerse a salvo. La fiscalía lo acusa por homicidio con premeditación y alevosía. Pochat fue asesinado el 4 de junio de 1997, en su oficina de la ANSeS marplatense. Había llegado en febrero y ese día se aprestaba a dar a conocer, en conferencia de prensa, los resultados de su investigación. Había descubierto una red de corrupción que agilizaba trámites de jubilación a cambio de coimas. Ya había separado de su cargo a la jefa de la delegación, Silvia Albanesi, la esposa de Andreo y se disponía a decretar su cesantía. El crimen, entonces, se interpretó como un mensaje para frenar las investigaciones por corrupción. Hombre de armas llevar, según él mismo lo reconoció, Andreo se presentó ante el tribunal con un extraño look: un par de anteojos con un lente transparente y el otro oscuro, que le daba un particular aspecto de filibustero del siglo XX. "¿Por qué usa ese tipo de anteojos?", le preguntó Hugo Wormant Jofré, uno de los abogados de la familia Pochat. "El médico me recomendó un parche, porque de este ojo casi no veo. Pero a mí me parecía que iba a parecer un pirata", respondió Andreo. La audiencia comenzó a las 15.15 con la lectura de la acusación. El Tribunal Oral Federal, integrado por Roberto Falcone, Mario Portela y Néstor Parra, empezó a juzgar así su primer caso de homicidio desde que fue creado, hace cinco años. "El 80 por ciento de los casos que llegan son por tráfico de drogas", ilustró a Página/12 una fuente del tribunal. Desde hoy y hasta el lunes próximo --cuando Andreo cumpla 69 años-- declararán un total de 36 testigos. La sentencia podría conocerse el miércoles 2 de setiembre. A las 16.15, después de un cuarto intermedio, Andreo se sentó frente al tribunal y comenzó su descargo. Habló con vehemencia durante una hora y media, pero dedicó casi toda su intervención a defender a su esposa, a quien no se juzga en este juicio. "Tenía un legajo impecable. ¿Qué carajo quieren hacer con ella? ¿Qué le quieren inventar?", preguntó frente al tribunal, ajeno a las sutilezas. "No sabe ni comprar una bombacha, hasta su ropa íntima manejé yo", argumentó. Y luego volvió a trastabillar: "Corrupta puede ser, pero amoral no". Luego contestó las preguntas del fiscal, Marcelo García Berro, de los abogados de la familia Pochat, Luis Moreno Ocampo y Wortman Jofré, y de su propio defensor, Francisco Razona. "Siento el dolor de haber matado. Estoy arrepentido", dijo el acusado. "Maldigo la hora en que compré el arma", agregó después, en alusión al revólver calibre 22 que llevaba ese día en la cintura y con el que mató a Pochat. El arma, dijo, la llevaba siempre encima desde que lo asaltaron, en 1989. Andreo explicó que ese día no tenía intención de ver a la víctima. "Había ido a llevar un certificado médico para mi mujer, que pedía una licencia de siete días, y me derivaron con Pochat", relató. Entonces entró en la oficina del gerente de investigaciones y allí se generó una breve discusión. Sin embargo, nadie escuchó un solo grito. Sólo cinco disparos, tres de los cuales impactaron en la víctima. "Cuando lo apreté un poco a Pochat, me dijo que no le reprochaba a mi mujer que fuera corrupta, sino que hubiera permitido la corrupción", dijo Andreo, en otro desliz. Según Andreo, Pochat le dijo: "Se ve que usted no ve muy bien. ¿Por qué no averigua por la relación sentimental de Omoldi con su mujer?". A partir de ahí, el imputado dice que no recuerda nada más. Durante noventa minutos sostuvo en su mano izquierda un vaso con agua, que bebió a sorbos cada vez que se le secaba a boca y en una ocasión se volcó sobre el pantalón. En algunos tramos de su declaración pareció enviar un mensaje a quienes tienen que declarar en el juicio. "A mí pueden deshacerme, pero si se meten con mi familia lo van a lamentar". Mensajes de este tipo podrían explicar por qué algunos empleados de la ANSeS le temían. Según testimonios, a Andreo se le escuchó decir, en alusión a Pochat: "Si la echan a Silvia, los voy a cagar a tiros".
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