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Luego de los bombardeos norteamericanos sobre su capital Khartum y sobre el sur de Afganistán, Sudán logró que algunos funcionarios internacionales pidieran pruebas a Estados Unidos de la fabricación de armas químicas en la farmacéutica destruida y que la Liga Arabe condenara a Estados Unidos y lo llamara a "respetar la legalidad internacional y poner fin a estos operativos". El gobierno sudanés anunció el retiro de su embajador en Londres y pidió que Gran Bretaña haga lo mismo con el suyo en Khartum. El encargado de negocios norteamericano ante la ONU, Peter Burleigh, dijo que el millonario saudita Osama bin Laden, acusado de financiar los atentados en las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, está involucrado en 18 actos terroristas en los últimos años. En el suroeste de Pakistán hallaron finalmente un misil norteamericano sin explotar. "El misil crucero Tomahawk hizo un cráter de aproximadamente cuatro metros de profundidad y tiene la marca distintiva de 'made in USA'. Tiene más de dos metros de profundidad", dijo ayer un funcionario paquistaní. El régimen de Islamabad había protestado por informaciones que indicaban la explosión de un misil en su territorio, cerca de la frontera con Afganistán, con un saldo de cinco muertos. Posteriormente se pensó que los misiles habían caído del lado afgano y el gobierno paquistaní llegó inclusive a retractarse. Además de la condena a los ataques de Estados Unidos, la cancillería sudanesa le solicitó al Consejo de Seguridad el envío de una misión de investigación internacional a Khartum para verificar la imposibilidad de que en la empresa farmacéutica destruida pudieran fabricarse armas químicas, contra lo que alegan los norteamericanos. Aunque el éxito del pedido era improbable --Estados Unidos es miembro permanente del Consejo y tiene derecho a veto--, la cancillería sudanesa logró que se requieran las pruebas norteamericanas. Así lo hizo el representante chino en el Consejo, Shen Guofang, y el presidente de la Comisión parlamentaria de Relaciones Exteriores británica, Donald Anderson. Para Bin Laden, el otro blanco de los ataques norteamericanos, la situación es más complicada. Las declaraciones de Burleigh lo conectan al atentado de Luxor del año pasado, en Egipto, en el que murieron 58 turistas, a la bomba en el World Trade Center en 1993 en Nueva York, y hasta al intento de asesinato del papa Juan Pablo II en 1981. Según un funcionario del gobierno estadounidense, Bin Laden ya está acusado oficialmente ante un Gran Jurado de su país por ataques terroristas en Yemen y Somalía, lo que crea las condiciones para que el magnate pueda ser detenido y juzgado por las autoridades norteamericanas. Sin embargo, Bin Laden también está teniendo problemas con sus
propios protectores, la milicia talibana que controla el 80 por ciento del territorio
afgano. "Estoy molesto porque Bin Laden está haciendo comentarios hostiles contra
Estados Unidos desde nuestro territorio. En el pasado ya le habíamos prohibido que los
hiciera", dijo el líder supremo de los talibanes, el mullah Mohammad Omar, en
referencia a las amenazas de venganza que pronunció el magnate luego de los bombardeos
estadounidenses. Omar ya le había dicho al diario paquistaní The News que
"no puede haber dos emiratos o gobiernos diferentes y paralelos en Afganistán". |