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GERARDO ROMANO CUENTA POR QUE CREE QUE ESTA CASI PROHIBIDO EN TELEVISION

"Yo no me callo, he ahí el problema"

El polémico actor dice que los canales están manejados por hombres de negocios que, ante todo, no quieren problemas con el gobierno.

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Gerardo Romano está en gira nacional con "De corazón aiberto", que censuraron en Santiago del Estero

Por Luis Vívori

t.gif (67 bytes)  Gerardo Romano es para la gente de teatro un actor de televisión y para la gente de televisión un actor de teatro. Para algunos, un provocador profesional y para otros un ser humano que se da el lujo de decir casi siempre lo que piensa. Sus dos últimos programas en televisión "Circo romano" y "La marca del deseo" fueron levantados, el primero por falta de rating, el segundo por un oscuro caso de censura. Volcado de lleno a la gira nacional con su obra A corazón abierto, se encuentra con sorpresas como éstas: anoche el productor de su espectáculo en Santiago del Estero le avisó por teléfono que el gobierno peronista de la provincia lo estaba obligando a cancelar las funciones, presionándolo políticamente. El actor redobla apuestas: dice, entre otras cosas, que pertenece con orgullo a una generación que sabía que para cambiar las cosas había que tomar riesgos y que lo que pasa en Santiago es que hay un gobierno menemista que concreta lo que el central no puede. Es decir, prohibir la oposición y el disenso.

--En principio, ¿por qué no esta en la televisión?

--En primera instancia no estoy porque no quiero, pero está claro, por otra parte, que de algún modo me están persiguiendo. En el último tiempo me ofrecieron apenas una novela, De corazón, y trabajar en un unitario, pero no me interesó ninguna de las dos cosas. Además, no tengo ganas de armar un piloto como piden los canales, a veces para ningunearte: que se lo metan en el culo. Y mucho menos poner mi guita y mi trabajo para ver después si alguien lo compra.

 

--¿No será este precio de tener una persona conflictiva?

--Habrá que preguntarle a la gente con la que trabajé si soy conflictivo. Sí soy, y a mucha honra, una persona que se hace respetar en un medio en el que hay gente que no lo hace. Tal vez será que accedí a la actuación desde la abogacía, que tiene otra moral, otras reglas de conducta. Por ahí tener otra exigencia puede aparecer como algo conflictivo, pero trabajé en muchos lugares sin ningún tipo de problema. La realidad es que hay poco trabajo.

 

--¿El poco trabajo bajó los sueldos de la TV?

--Sí. Antes un protagonista exitoso ganaba entre 40 y 80 mil dólares por mes y para el actor que acompañaba había entre 12 y 18 mil por mes. Hoy un protagonista gana 25 mil y el segundo actor bajó a 3 o 5 mil, si tiene mucho cartel. Grandinetti se fue de "Los Machos" en su momento porque no quiso bajar de 35 a 25 mil. Además el actor no tiene indemnización, ni vacaciones y tampoco respaldo sindical.

 

--¿Que le importa a la hora de decidir sobre un proyecto?

--De todo el abanico de cosas que tiene una propuesta, muchas son relativas. Lo único irreductible es la ideología.

 

--¿Cuáles son los puntos esenciales de lo que llama su ideología?

--Todo lo que tenga que ver con la justicia y el respeto entre los seres humanos. No me gusta suscribir nada con lo que no esté de acuerdo.

 

--¿Esto de poner el cuerpo es algo que comparte con otros actores?

--Sí. Incluso con gente más joven como Leo Sbaraglia o Gastón Pauls, a los que escuché decir cosas muy interesantes. Tienen una mirada del mundo y de cómo quieren que sea. De mi generación hubo gente que puso el cuerpo, le cagaron la vida y no lo quieren poner más. Yo les agradezco que lo hayan hecho. Y no les hago cargos porque no lo pongan más.

 

--¿Quiénes serían ejemplo de esto?

--Norman Briski, Federico Luppi. Qué sé yo, podríamos hacer toda una lista de tipos que no es que se bajaron, ni se cagaron, pero como el enemigo es tan grande, tiene tanto poder y desapareció tanto el socialismo como la ética --si hasta en un gremio combativo como el nuestro afanaron--, ... entonces... es lógico que no quieran poner el cuerpo. Yo los entiendo.

 

--¿Qué cosas dice usted que ellos no?

--Que este un país que tiene una democracia apenas formal, no real. Mediante el fraude, el Presidente y los que lo acompañan implementaron a través del engaño y la traición un modelo económico-social que el pueblo resistió. Es el mismo modelo que los militares no pudieron llevar adelante por la fuerza. Menem ganó la primera vez con el engaño y la segunda por una mezcla de gente en la que prevaleció los que privilegiaron la seguridad económica. Y también en gran medida por la sensación de dolor ajeno que significó la muerte de su hijo.

 

--Da la impresión de que tiene un encono especial con el Presidente.

--El ni debe saber que existo o no le debe preocupar. La verdad es que Menem no tenía que anunciar que iba a mentir, bastaba ver su camaleonismo físico. La Fortabat le debe haber dicho que se sacara esa melena de caudillo. Me acuerdo haberlo visto comiendo en Fechoría hace quince años: era un tipo cabezón y bien peludo, con un traje azul a rayas. Saludaba a los actores, en especial a las mujeres. Tal vez... lo que sucede conmigo es que hablo y los demás callan. No sé por qué la gente no habla, tal vez sea por temor a perder el trabajo. O porque sería hablar del amo, que cada vez es más fuerte, y no quiere morder la mano que le da de comer.

 

--Parece tener una actitud provocadora permanente. ¿Es algo estudiado?

--No coincido con lo de provocador. En todo caso la culpa no es del chancho sino del que le da de comer. Lo provocativo es la realidad. Si los demás no quieren ser tan pelotudos como yo por miedo a recibir palos, los respeto.

 

--¿No tiene temor al reproche de "Sí, se queja del Gobierno, pero mirá la casa que tiene"?

--Si decir lo que uno piensa, querer una sociedad mejor, implica no poder tener una casa amplia, me chupa un huevo lo que digan. Siempre fui muy austero, no hice ostentación de ninguna cosa y pagué todos mis impuestos. Un montón de veces me privé de tomar cocaína o de cogerme alguna pendeja para ir a laburar y tener lo que tengo. Me rompí bien el culo, nada más que eso.

 


"¿Puede ser casualidad?"


t.gif (862 bytes) La técnica de hacer como que dice todo lo que piensa no le ha otorgado a Gerardo Romano otra cosa que problemas al por mayor, como es lógico suponer. "Actualmente, estoy proscripto en varios medios, en principio en todos los relacionados con la editorial Atlántida. Por más éxito que tenga jamás aparezco en ellos. Ahí el problema es con alguna gente en particular, como Constancio Vigil, que es íntimo amigo del Presidente y no se banca que yo lo critique, de puro obsecuente nomás. En Telefé estoy prohibido para todo: si estoy en alguna nota que los pibes de un programa llevan al canal... la borran. Yo tuve muchos conflictos con ellos desde que sacaron del aire "La marca del deseo". Este es un canal con tradición censora, pero está claro que en este momento todos los canales son más o menos parecidos: están en manos de gente que tiene dinero y quiere hacer negocios. Y sabemos que la plata no tiene ética. Sin embargo, quiero decir que yo no sé si el único motivo de mi proscripción de la tele son mis ideas, mi carácter o mi boca. La desocupación en mi gremio es muy fuerte y hay mucha gente esperando cualquier papel. Esto ayuda a que no estén en televisión actores importantes, en lo profesional y en cuanto a las ideas que defienden. Quiero decir: tampoco están Miguel Angel Solá, Federico Luppi, ni Oscar Martínez. ¿Puede ser casualidad?




La idea del boxeador manco

t.gif (862 bytes) Gerardo Romano siente que tiene una especie de autoridad moral para criticar no sólo a los colegas que hablan pestes del gobierno en privado pero no dicen nada en público sino también a comunicadores que le parecen oblicuos. "Mariano Grondona, que fue profesor mío en Derecho, se considera el paradigma de la ética, la reflexión, la prudencia, tanto en su gestualidad como en el contenido de sus palabras, pero todos sabemos que está lejos de serlo. En un momento como éste, como dice mi amigo David Viñas, de "mafficisación" de la sociedad, Grondona es un boxeador manco cuando entrevista al presidente Menem. Es decir, alguien que hace como que va a pegar, pero que no puede. La última vez, por ejemplo. Tibiamente y con un enorme temor reverencial le dijo: "Presidente, cada vez que empiezo a hablar, usted me pisa", cuando un hombre de su edad, de sus quilates, debió haberle exigido respeto, exigido que no concretara un monólogo por más que fuese el Presidente. No es que Grondona no tenga argumentos, es que Menem no lo deja hablar. El manco se encontró con un boxeador mañoso.¿Por qué no le preguntó por el crédito de los Yoma, los guardapolvos de Bauzá, por la petroquímica de Manzano etc., etc.? ¿No será porque le pesa su pasado golpista?".

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