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Por Claudio Zlotnik La editorial La Urraca, que edita desde hace 20 años la revista Humor, está en serios problemas económicos y acaba de hacerlos públicos: se presentó en convocatoria de acreedores, ahogada por las deudas que afronta. La idea de la editora que maneja Andrés Cascioli es presentar a sus acreedores un plan de pagos. Pero, si esta instancia fracasa, La Urraca deberá cerrar sus puertas dejando en la calle a veinticinco trabajadores. No hay dudas en el medio respecto de que un final de estas características sería algo así como el cierre de una etapa del periodismo argentino. El pasivo de la editorial con los bancos llega a los 350 mil dólares: 220 mil con el Provincia de Buenos Aires; 89 mil con el Nación y 41 mil con el Galicia, según la central de riesgo crediticio del Banco Central. Pero, además, les debe a proveedores y a ex empleados que le iniciaron demandas judiciales. La propuesta de Cascioli a los acreedores recién se conocerá a fines de la próxima semana. El empresario se negó a revelar ayer a Página/12 tanto el monto total de la deuda como la estrategia que llevará a la convocatoria. Los empleados de la editorial se enteraron de la novedad ayer cerca de las 15, cuando fueron convocados por Cascioli a una reunión en el tercer piso de la empresa, en el barrio de Monserrat. Sin embargo, la voz cantante durante el encuentro no fue el empresario sino su contador, Osvaldo Kulaian. Allí, los empleados supieron que en las próximas horas cobrarán la parte del sueldo que les adeudan de julio. Y que existía la posibilidad de la quiebra. La convocatoria de acreedores refleja a su modo la crisis actual en el mercado de las revistas, negocio que mueve unos 850 millones de dólares por año. La situación crítica en La Maga y la reestructuración de varias de las de Editorial Atlántida son parte central del panorama. En su apogeo --durante los últimos años de la dictadura--, cada número quincenal de Humor vendía un promedio de 280 mil ejemplares. La revista llegó a tocar picos de 330 mil. El éxito, montado sobre una línea editorial que funcionaba como un contradiscurso de los militares, llevó a Cascioli a editar nuevas publicaciones. Así, Ediciones de la Urraca, nacida hace un cuarto de siglo con el título Chaupinela, agregó al mercado revistas como Fierro, Sex Humor, el semanario El Periodista y Humi, dedicada al público infantil. También editó libros: Crónicas del Angel Gris, de Alejandro Dolina, fue el más exitoso, con 100 mil ejemplares. La llegada de la democracia marcó el comienzo de la decadencia de la editorial. En poco tiempo, cada número de Humor vendió 100 mil ejemplares menos. Sin el efecto que despertó entre los lectores durante los años de plomo, la tirada fue cayendo en picada arrastrando a las demás publicaciones de La Urraca. Uno tras otro sus títulos fueron desapareciendo. Sólo quedaron Humor --que hoy vende menos de 10 mil ejemplares cada quincena--, Sex Humor y una colección de libros para chicos llamada Buscando. La mala performance obligó a Cascioli a asociarse con el diario La Nación para editar semanalmente "La Nación de los chicos", que se adquiere opcionalmente junto al matutino, y la edición local de Rolling Stone. Para cumplir con estos emprendimientos, el empresario fundó una editorial exclusiva: Buena Letra. La tercerización, hacer revistas para otros, fue, según admitió en
varias ocasiones Cascioli, un modo de intentar subsistir. Mientras tanto, ex colaboradores
de La Urraca, como Aquiles Fabregat, Tabaré y Alfredo Grondona White sacaron a la calle
en forma independiente la revista La Murga. "Seguir editando Humor es
en honor a los profesionales que me acompañaron en los momentos más difíciles y a los
que ahora no les permitirían trabajar en otros lados", definió Cascioli una revista
especializada en negocios. Aparentemente, la realidad económica de su empresa está a un
paso de demostrar que ese honor quedó en un segundo plano. |