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Un día en la Rusia regida por la Mafia

El rublo se desplomó otro 10 por ciento después del discurso antirreformas del nuevo-viejo primer ministro.

Ahorristas rusos esperan a las afueras del banco moscovita SBS para recuperar su dinero.
Lo que más subió en la Bolsa fueron las acciones de Gazprom, el feudo de Chernomyrdin.

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EL PAIS DE MADRID
Por Rodrigo Fernández  desde Moscú

t.gif (862 bytes) El rublo vivió ayer martes su peor día de los últimos años, al sufrir un bajón del 10 por ciento en el mercado interbancario de divisas. Las razones de esta estrepitosa caída son dos: una política y otra estrictamente económica. El hundimiento de la moneda nacional rusa políticamente significa que los círculos financieros no confían en la habilidad de Víctor Chernomyrdin para estabilizar la grave situación actual. Su diagnóstico pareció confirmarse con las declaraciones que Chenomyrdin hizo ayer y que precipitaron la caída de la moneda: el nuevo-viejo ex premier de Yeltsin dijo que consagraría su política económica a la cuestión social y la defensa de la industria nacional (un seudónimo para la mafiosa industria ex soviética). Y la razón económica consiste en que el Banco Central rebajó en un uno por ciento las reservas que obligatoriamente debían tener los bancos, con lo cual se encontraron con grandes sumas de rublos disponibles que se apresuraron a gastar en la compra de billetes verdes.

Los que mantenían la ilusión de que con el nombramiento de Chernomyrdin la crisis financiera retrocedería por arte de magia resultaron defraudados amargamente ayer. De nada sirvieron las declaraciones del flamante primer ministro en el sentido de que una de sus prioridades sería proteger el rublo. Las operaciones en el mercado interbancario tuvieron que ser interrumpidas en dos ocasiones debido a la caída en picada de la moneda nacional rusa y finalmente cerró con el dólar vendiéndose a 7,86 rublos. Esto supone una depreciación del 10 por ciento, la peor que ha sufrido el rublo desde el 'martes negro' de octubre de 1994. La ampliación de la banda de fluctuación de la moneda rusa por parte del gobierno saliente de Serguei Kiriyenko establece que el dólar puede llegar a costar 9,5 rublos de aquí a fin de año, pero la mayoría de los expertos piensa que este techo será sobrepasado con creces. Así, Andrei Illariónov, director del Instituto de Análisis Económico, dijo ayer que el tipo de cambio podía llegar a 15 rublos por dólar en el futuro próximo.

Con la vuelta de Chernomyrdin al poder, los rusos sólo pueden esperar "un brusco empeoramiento de la situación", señaló el prestigioso economista. Para convencerse de ello, basta recordar, según Illariónov, que en los cinco años y pico que Chernomyrdin estuvo al frente del gobierno, el Producto Bruto Interno (PBI) cayó en un tercio, mientras que la deuda aumentó hasta alcanzar 118.400 millones de dólares e igualar al PBI. La conducta del mercado interbancario de ayer parece confirmar este sombrío pronóstico. Lo que está claro es que Chernomyrdin no ha podido frenar la sangría del rublo. Lo que sí ha conseguido es que las acciones de Gazprom, el monopolio del gas ruso considerado como su feudo, sigan subiendo rápidamente. En su punto culminante llegaron ayer a tener un alza del 90 por ciento, pero para el cierre la subida fue de 25,8 por ciento. Este no es un buen signo, ya que significa que los inversionistas apuestan a la concesión de recursos aún mayores a un gigante económico que se ha declarado a sí mismo en absoluta rebeldía fiscal. La Bolsa de Moscú cerró ayer al alza, con un mayor volumen de operaciones, aunque a lo largo de la jornada de trabajo no llegó el esperado anuncio de la reconversión de la deuda interna.

Mientras tanto, la persistente crisis financiera está teniendo ya la única consecuencia positiva pronosticada: los bancos comerciales están comenzando a fusionarse en entidades más grandes y sólidas. La primera gran unión fue anunciada ayer por tres importantes bancos rusos: Unexim, Menatep y Most. Por el momento la fusión tomará la forma de un "holding" al que cada uno de estos bancos aportará el 51 por ciento de sus acciones. La alianza de los tres bancos tendrá también consecuencias políticas, pues representa un pacto entre los influyentes magnates Vladímir Potanin y Vladímir Gusinski. Ambos controlan importantes medios de información.

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