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BOMBA AL RESTAURANT DE SCHWARZENEGGER EN SUDAFRICA
Atacaron a Terminator

Un muerto y una treintena de heridos causó ayer una bomba casera en Planet Hollywood en Ciudad del Cabo, mientras varios ataques contra autobuses de turistas en Uganda dejaban 28 víctimas fatales, en un día de venganza islámica.

Un niño herido es rescatado de Planet Hollywood ayer.
Un golpe al símbolo más exportable de Estados Unidos.

Antecedente: Los musulmanes que asumieron el atentado son los mismos que en la visita de Clinton a Sudáfrica lo llamaron "asesino" y quemaron banderas de EE.UU.

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t.gif (67 bytes)  Con la bomba que explotó ayer en el restaurante Planet Hollywood de Ciudad del Cabo, la guerra santa islámica golpeó al símbolo más exportable de la cultura norteamericana. La organización "Musulmanes contra la Opresión Global" se adjudicó el atentado que dejó al menos tres muertos y 28 heridos, y explicó que era una "venganza" por los ataques norteamericanos en Sudán y Afganistán. Funcionarios norteamericanos desvincularon al millonario Osama bin Laden de las acciones del grupo musulmán sudafricano. Las talibanes que dominan el 80 por ciento de Afganistán se negaron ayer a dialogar con Washington, mientras que Sudán conseguía unir al mundo mahometano detrás de su queja en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por la destrucción de la fábrica que producía el 50 por ciento de las medicinas sudanesas.

El grupo "Musulmanes contra la Opresión Global" realizó ayer su primer atentado exitoso y se lo atribuyó en un llamado anónimo a una radio sudafricana local, Cape Talk. La explosión ocurrió en un restaurante de la franquicia norteamericana Planet Hollywood, efectivamente global con sus 90 locales en todo el mundo. Entre sus dueños se cuentan las estrellas Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, y Sylvester Stallone, clásicos "machos" de la industria cinematográfica en las presidencias de Ronald Reagan, y todos ellos republicanos de estricta observancia. "Es una bomba casera, y este no es el modo de obrar de Bin Laden", fue el comentario de funcionarios en Washington. "No puedo asegurarlo, pero podría tratarse de un grupo que actuaba por su cuenta", aseguró uno de ellos. Mientras tanto, el ministro de Justicia sudafricano Dullah Omar condenó el atentado en una entrevista radial y confió en que sus autores sean apresados.

El estallido ocurrió a las 19.20 hora local, cuando el restaurante hollywoodense estaba lleno de turistas y residentes de Ciudad del Cabo que habían terminado su jornada laboral. Había más de 150 personas en el restaurante de dos plantas. La bomba estaba ubicada en el suelo, según se infirió por el tipo de heridas que causó a las víctimas. El ministro de Seguridad sudafricano Sidney Mufamadi inspeccionó el lugar y observó que "esto es obra de gente que no respeta la vida".

Los musulmanes que reclamaron el crédito del atentado son los mismos que en marzo, durante la visita del presidente norteamericano Bill Clinton a Sudáfrica, lo llamaron "asesino" y quemaron banderas norteamericanas. Ciudad del Cabo, la ciudad sudafricana con mayor actividad turística, sufre una escalada de violencia. Una guerra se desató en los últimos meses entre las pandillas que controlan el narcotráfico en la metrópoli y un grupo de activistas musulmanes autodenominado "El Pueblo contra el gangsterismo y las drogas". Horas después del atentado, la policía sudafricana seguía inspeccionando los escombros del local.

Washington mantuvo ayer contactos telefónicos con los líderes talibanes después de los ataques norteamericanos del jueves pasado contra las supuestas bases de los terroristas en Afganistán. "No hay nada que discutir tras esos ataques", fue la respuesta del mulá Mohamed Omar, jefe de los talibanes, para justificar la falta de voluntad del régimen fundamentalista islámico de Kabul para iniciar charlas con el gobierno de Clinton. Fuentes norteamericanas afirmaron que intentan debatir sobre "numerosos temas" con los talibanes. El destino de Osama bin Laden, acusado de ordenar y financiar los atentados del 7 de agosto contra las embajadas de Kenia y Tanzania, sería el primero entre ellos.

Aparentemente, uno de los ingredientes que se encontraron en el suelo que rodeaba los 21.000 metros cuadrados de la fábrica farmacéutica destruida en la capital sudanesa de Jartum podía servir para el venenoso gas neurotóxico VX. El gobierno sudanés rechazó las muestras de terreno. "No pueden probar nada con tierra contaminada", fueron las palabras del ministro de Información Ghazi Salahuddin. Desde la destrucción de la fábrica al-Chifaa, el gobierno de Jartum consolidó su línea de defensa, afirmando que esta fábrica no producía armas químicas. Para demostrarlo, rechaza los terrones de suelo que aportan los norteamericanos, y reclama la constitución inmediata de una comisión internacional, que espera obtener gracias al apoyo de la Liga Arabe, de la Organización de la Conferencia Islámica, de los No Alineados y de la Organización para la Unidad Africana.

Sudán afirma además no amparar a ningún terrorista y asegura que el multimillonario Osama bin Laden ya no tiene ningún vínculo con el país desde su expulsión en 1996. El lunes, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, los norteamericanos culparon a Bin Laden de hasta 18 atentados que se remontaban al que alcanzó al papa Juan Pablo II en 1981. En el sur de su territorio, Sudán se enfrenta desde hace 15 años a una guerrilla apoyada por Uganda, la nación que junto a Ruanda y a los gendarmes angoleños intervino en favor de los rebeldes contra el presidente del Congo Laurent-Desiré Kabila.

 


 

UN EXPERTO OPINA SOBRE LOS ATACANTES DE AYER
"Un grupito de células asociadas"

Página/12 en EE.UU. 
Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (862 bytes) Larry Birns, experto en terrorismo del Council of Hemispheric Affairs en Washington, dijo a Página/12 que los ataques terroristas que se produjeron en el mes de agosto, presuntamente perpetrados por el grupo musulmán que responde a Osama bin Laden, tienen como objetivo dar la impresión de que los fundamentalistas pueden atacar "en cualquier momento y en cualquier lugar contra cualquier objetivo. El mensaje es: podemos destruir lo que sea, matar a una persona o a un gran número. Podemos atacar un banco en Roma o una embajada en Nueva Zelandia. No somos actores marginales como se ha dicho siempre de nosotros".

Pero subrayó que, por el momento, no se puede establecer cuál es la real

capacidad operativa de este grupo. "Hay una tendencia a exagerar el poder de esta organización. La administración Clinton tiene interés en magnificar quizás la dimensión de este poderío porque así, por supuesto, justifica su postura." Afirmo que la situación es compleja y delicada "porque EE.UU. puede querer magnificar la omnipotencia de los terroristas y ellos a su vez están interesados en que se los crea poderosísimos."

El peligro para EE.UU. y otros países occidentales es que "reaccione

excesivamente y al hacerlo provoquen una gran tensión y rechazo en el mundo islámico." Dijo que el gobierno afirma que tiene pruebas de la actividad terrorista de Bin Laden y que éstas deben permanecer en secreto. "Sin embargo, se debe tener un cierto grado de escepticismo", advirtió: cuando hubo un atentado en una discoteca en Alemania, en la década del 80, "el gobierno dijo que había sido Libia y bombardeó ese país. Luego resultó que no habían sido los libios".

Birns consideró que EE.UU. debe esforzarse por conseguir el apoyo de los países de Medio Oriente en el intento de sancionar a países como Irak y otras naciones que promueven la violencia fundamentalista. "EE.UU. está perdiendo su capacidad de mantener esta alianza que siempre fue muy frágil. Esto sería algo muy costoso para Washington", enfatizó. El experto dijo que el grupo 'Musulmanes Contra la Opresión Global', que ayer se adjudicó el atentado contra el restaurante Planet Hollywood, posiblemente

sea un grupo integrado por no muchos individuos que a su vez serían parte de la federación de células que responden a Osama bin Laden. "Indudablemente, este hombre tiene recursos suficientes como para hacer este tipo de demostraciones como ejemplo de que no hay forma de impedir sus operaciones", explicó. Agregó que al atacar Planet Hollywood, se eligió un símbolo bastante obvio. "Este es un restaurante que pertenece al actor republicano Arnold Schwazenneger, amigo del ex presidente Ronald Reagan. Digamos que es una expresión clara del capitalismo norteamericano. Una cadena a la que siempre concurren la gente local, los turistas y por supuesto los turistas estadounidenses.".

 


 

28 MUERTOS POR EXPLOSIONES
Tres golpes en Uganda

t.gif (862 bytes) Al menos 28 personas murieron ayer en tres explosiones ocurridas por la mañana en tres autobuses diferentes en Uganda, según declaró un portavoz de la policía ugandesa. Una versión anterior, proporcionada por la radio independiente Capital, hablaba de 16 personas muertas y de la explosión de una bomba en un autobús ugandés que se dirigía a Ruanda. La policía confirmó esta primera explosión, pero en un primer tiempo no estaba en condiciones de dar detalles.

Según la radio Capital, la explosión se produjo al mediodía, a 260 km al este de Kampala, cuando el vehículo entraba en el parque nacional ugandés del lago Mburo, entre Masaka y Mbabara. Un número no precisado de pasajeros resultó muerto por la bomba, que según la policía habría sido transportada por uno de los pasajeros. El conductor del autobús perdió el control del vehículo, que fue a estrellarse contra un minibús. En la misma carretera, cerca de la residencia privada del presidente Yoweri Museveni, en Mbarara, otra explosión tuvo lugar durante la mañana en un autobús de propiedad de Moses Kigongo, vicepresidente del partido de Museveni. Una mujer murió y seis personas resultaron heridas, según la misma fuente. Los cristales del autobús que se dirigía hacia Kasese (oeste, frontera con la República Democrática del Congo, ex Zaire) volaron en pedazos como consecuencia de la explosión, pero el conductor alcanzó a controlar el vehículo.

También por la mañana, una tercera explosión se registró en un autobús que cubría el trayecto entre Kampala y Gulu (norte), pero no había pasajeros en él, dado que habían abandonado el vehículo a causa de un problema mecánico. En el momento de la explosión, los mecánicos reparaban el autobús. Un niño resultó herido leve. La policía acusa a los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF).

Hasta ahora se habían registrado explosiones sobre todo en bares de Kampala; es la primera vez que ocurren atentados coordinados contra autobuses. El domingo pasado, el presidente Museveni aplaudió el ataque norteamericano contra Sudán, país al que acusa de apoyar a diferentes grupos rebeldes ugandeses.

 



UN EDITORIAL DE "THE GUARDIAN"
Dar una chance a Sudán

t.gif (862 bytes) Si Sudán quiere una investigación seria sobre si la planta farmacéutica de Al-Shifa estaba o no produciendo precursores de armas químicas, debe tenerla. Las autoridades sudanesas sostienen que era una inocente fábrica de aspirinas, los norteamericanos afirman tener evidencia concluyente de que no lo era. Si los sudaneses piensan que pueden probar que la fábrica no tenía propósitos encubiertos, hay que darles la oportunidad de hacerlo. Si en efecto no tenía estos propósitos, habría grandes consecuencias en lo político, lo legal y lo financiero. Las chances de que haya una investigación de este tipo, sin embargo, siguen siendo escasas.

Si los sudaneses aceptaran que los expertos realicen su trabajo sin ningún tipo de intromisión, no parece haber ninguna buena razón para ignorar su pedido. Que no se lo considere seriamente da testimonio del deterioro de los patrones de conducta internacional. Un ataque unilateral a través de fronteras nacionales ya representa un abandono de esos patrones de conducta. También lo representa sostener que la evidencia que Estados Unidos mantiene en reserva es justificación suficiente para eso, aun cuando el gobierno del país atacado está reclamando una investigación. Esto no significa que el gobierno sudanés sea un inocente. Es un mal gobierno que tomó el poder en un golpe militar, que ha intentado imponer un estilo de vida fundamentalista que ni siquiera acepta la mayoría de la población del norte del país y que es resistido furiosamente por los no musulmanes en el sur. ¿Pero qué si los norteamericanos se hubieran equivocado? Vale la pena un esfuerzo internacional para contestarlo.

 


 

Silencio de radio
Por Claudio Uriarte

t.gif (862 bytes) Lo más sugestivo de los atentados terroristas de ayer --un muerto y 20 heridos en el Planet Hollywood de Ciudad del Cabo, Sudáfrica; 28 en ataques contra tres autobuses en Uganda-- es la sordina noticiosa en que aparecieron, con reacción norteamericana cero y apenas menciones en la CNN y las principales agencias noticiosas: sugestivo de que las autoridades norteamericanas están manejando la información con discreción militar, y que a estas horas su consigna principal es "silencio de radio".

De haberse dado en otro contexto, los atentados de ayer quizás hubieran merecido parte --pero no toda-- de la calculada indiferencia con que fueron recibidos. Pero aparecen en el contexto inaugurado por los atentados contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, y a la zaga de los ataques misilísticos norteamericanos contra Afganistán y Sudán, suscitados como represalia por los hechos en Africa oriental. En Sudáfrica, unos Musulmanes contra la Opresión Global asumieron la acción y la vincularon explícitamente con Afganistán y Sudán; en Uganda ningún grupo tomó responsabilidad pero el domingo el presidente Yoweri Museveni se había destacado entre los pocos jefes de Estado que aplaudieron sin reservas los ataques estadounidenses. Esto puede ser una respuesta.

Lo que EE.UU. quiere impedir es que estas acciones subrayen la ineficacia de sus bombardeos contra Afganistán y Sudán. Y quiere impedirlo porque es muy verosímil que, bajo la presión de una opinión pública lanzada a una avalancha de pánico, la administración Clinton --no muy conocida por su firmeza-- decida cerrar 40 o 50 embajadas, dándoles el gusto a los terroristas. Entonces, EE.UU. desliga a Bin Laden del grupo sudafricano de Bin Laden, cuando es claro que la ofensiva terrorista no tiene porqué estar coordinada al máximo: basta una fatwa general.

Una opción mejor que los bombardeos para reprimir al terror puede ser el asesinato de Osama bin Laden, el expatriado multimillonario saudita de quien se cree está detrás de las acciones, pero esto no es una tarea fácil, máxime en un país cerrado y extraño como el Afganistán de los talibanes. Otra opción --que Washington hasta ahora ha rehuido con cuidado-- puede ser atacar a los talibanes mismos, que después de todo protegen a Bin Laden. UNOCAL, la petrolera californiana que estaba en tratos con ellos para construir un gasoducto entre Asia Central y Europa, ha salido del negocio, librando un obstáculo. Pero queda Pakistán, aliado afgano y a quien EE.UU. necesita sobornar fuera de una guerra nuclear con la India.

 

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