|
Por Fernando Almirón Ayer naufragó por tercera vez consecutiva el tratamiento del proyecto de Reforma Laboral impulsado por el Gobierno, ante la ausencia absoluta de la Alianza, que no dio el quórum necesario para abrir la sesión en la Cámara de Diputados. Todos se fueron temprano y contentos. Incluso los miles de manifestantes convocados por los gremios opositores que festejaron en la puerta del Congreso el fracaso en el recinto, apenas pasadas las tres y media de la tarde (ver página 4). El oficialismo quedó satisfecho porque logró reunir ocho diputados más que la semana pasada, incluido Guillermo Francos, un representante del cavallismo. La Alianza quedó satisfecha por impedir por tercera vez la aprobación de la flexibilización laboral. Los sindicatos opositores quedaron satisfechos por el resultado de la movilización que organizaron para presionar al Congreso. Los empresarios de la Unión Industrial Argentina y el establishment sienten una satisfacción similar ante la nueva derrota del proyecto que no quieren ver convertido en ley. Todos se alegraron por no tener que escuchar el largo informe que el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, había elaborado para leer ante los legisladores. Sin embargo, el humor era otro en la Casa de Gobierno. El presidente Carlos Menem no está dispuesto a que la oposición lo deje sin la ley, aunque le dará una semana más de plazo al Congreso antes de promulgarla por decreto. El oficialismo logró reunir ocho diputados más que la semana pasada, gracias a la presencia de un enyesado y de dos legisladores que abandonaron las camas de los sanatorios en los que estaban internados. Así llegó a contar 123 diputados sentados en sus bancas incluido Guillermo Francos de Acción por la República, pero no logró los 129 necesarios para habilitar el debate. Cuando Alberto Pierri decidió levantar la sesión, en el bloque del PJ se barajaban toda clase de calificativos contra Cristina Fernández de Kirchner y los cuatro diputados de la Corriente Peronista que, una vez más, no se sentaron junto a sus pares. Cada vez son más los que piden la cabeza de la Kirchner, aseguran en el oficialismo debido a la deserción de los legisladores patagónicos. Pese a que el martes los jefes de los tres principales bloques legislativos, Humberto Roggero (PJ), Federico Storani (UCR) y Carlos Chacho Alvarez (Frepaso), habían acordado durante una reunión de la que también participó el presidente de la Cámara baja, Alberto Pierri, un cronograma de sesiones especiales para tratar un tema puntual en cada una de ellas, ayer todo volvió al mismo punto sin retorno. En ese encuentro, que entusiasmó al oficialismo pese a las dudas de la frepasista Alicia Castro, se acordó para ayer el tratamiento, en primer lugar, la ley forestoindustrial, que cuenta con el consenso de unos y otros. La agenda contemplaba una segunda sesión, dedicada a la Reforma Laboral, y una tercera que incluía los proyectos de Reforma Tributaria y financiamiento educativo. También estaba previsto escuchar el informe que el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, brinda periódicamente ante el Parlamento, contra el deseo de todos sin distinción partidaria. La idea era que la Alianza diera quórum para tratar el primer tema, se retirara del recinto a la hora de debatir la reforma laboral y luego regresara para debatir los otros proyectos y escuchar a Rodríguez. Pero los aliancistas vislumbraron una maniobra oculta detrás del cronograma. Temían que una vez que dieran quórum para tratar la ley Forestal, el oficialismo abriera el debate sobre el proyecto de reforma laboral sin darles tiempo a los legisladores opositores a abandonar el recinto. No podíamos exponernos a protagonizar un papelón, abandonar a las corridas nuestras bancas ante una maniobra de este tipo, argumentó el jefe del bloque radical, Federico Storani. Según el diputado, en la reunión de bloques con Alberto Pierri planteamos la necesidad de encontrar una salida a la situación de parálisis en la que se encuentra el Congreso por el tema de la Reforma Laboral dijo Storani y que podíamos avanzar en el tratamiento de otras leyes. Sin embargo, la solución no conformó alos legisladores aliancistas, que finalmente decidieron no dar quórum a ninguna de las sesiones previstas para ayer. Antes de que se levantara la sesión, Humberto Roggero aprovechó para hacer política. En clara referencia a la diputada Graciela Fernández Meijide, dijo: Esta mujer, que pretende gobernar a los argentinos, no quiere debatir y se oculta detrás de las cortinas jugando a las escondidas. El vicepresidente del bloque justicialista, Miguel Angel Pichetto, abrió la posibilidad del decreto: La postura de obstrucción de la Alianza da pie a cualquier medida que el Gobierno esté dispuesto a tomar, dijo. Desde la Alianza, la diputada Alicia Castro insistió en que la coalición no se va a prestar al tratamiento de un proyecto que sólo pretende precarizar aún más el empleo. Y propuso que la propuesta oficialista vuelva a la Comisión de Trabajo de la Cámara para lograr consenso. En este mismo sentido se expresó Storani: Las modificaciones al proyecto se deben hacer en la comisión y no en el recinto, como lo propone engañosamente el oficialismo, aseguró ante Página/12. En el Gobierno, pese a las amenazas de los últimos días, se descartó la posibilidad de promulgar en lo inmediato la ley por medio de un decreto de necesidad y urgencia. Vamos a esperar a que la oposición reflexione, aseguró el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez. El propio presidente Menem les habría asegurado a los jefes del bloque que esperará una semana más antes de tomar la decisión. El próximo miércoles la reforma laboral volverá a escena.
CON EL TEXTO DEL DECRETO SIEMPRE A MANO
Puede salir en cualquier momento. Si no, no se explica la presentación en sociedad
del decreto frente al gabinete y que ya esté listo para ser firmado, encima del
escritorio del Presidente. Con esta frase respondió un funcionario a una consulta
de Página/12 sobre el momento en el cual el presidente Carlos Menem rubricaría el texto
que transformaría en ley el proyecto de reforma laboral, aunque por la vía del decreto.
De todas maneras todo hace suponer que el Presidente cumplirá la promesa que hizo al
presidente del bloque de diputados del PJ y demorará, al menos una semana, para firmar el
decreto. El ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo, conocedor como pocos de los
tiempos de Menem lo había anticipado al afirmar que tenía la sensación de
que el jefe de Estado, podía darle una o dos semanas más al bloque de
diputados justicialistas para que consiga sentar a la Alianza en el recinto para debatir
el proyecto. |