Coincidencias
Por Eduardo Aliverti
En los tres asuntos que siguen se habla del mismo tema. Pero son
noticias muy diferentes. Que el hilo conductor aparezca sensato, en vez de agarrado de los
pelos, es un desafío, vale.
El propio informe oficial del Pentágono afirma que se intentó
provocar la mayor cantidad posible de víctimas en el ataque a las supuestas bases
terroristas de Sudán y Afganistán. En términos tragicómicos, podría decirse que
Clinton está en celo y no tuvo, entonces, mejor idea que echarse entre 75 y 100 cohetes
de crucero, al hilo, en territorio africano. Algo más seriamente (no mucho, porque
ningún sentido común obviaría que el bombardeo norteamericano es simultáneo a las
dificultades que enfrenta Clinton por sus fiestas orales y/o espermáticas con una becaria
de la Casa Blanca), lo que debe sostenerse es que el derecho internacional no existe. Al
horror le contesta el horror, con el único paraguas jurídico de ser los gendarmes del
mundo. El agravante es que ninguna ola de indignación internacional se alza contra esa
verdad de a puño. La potencia hegemónica procede según se le antoje y ¿convenga? y no
hay Naciones Unidas ni organismo que valga.
En Argentina, mientras tanto, el menemismo dio marcha atrás con la Ley
de Etica Pública. Se votó que si cualquier ciudadano desea conocer, por ejemplo, cómo
diablos hace Carlos Menem para erogar gastos mensuales que rondan decenas de miles de
dólares, con un sueldo mensual de cinco mil pesos y una bodega deficitaria y vendida,
deberá presentar poco menos que sangre y orina completos (a más de explicar para qué
quiere saberlo, como si la simple condición de ciudadano que paga sus impuestos no fuera
suficiente para tener el derecho de saber cómo se gastan).
También en la Argentina, la ex cuñada presidencial, Amira Yoma, fue
nombrada en la Secretaría de Cascos Blancos, con un sueldo de casi dos mil dólares, a
fin de proveer a la relación con países de Medio Oriente respecto de ese humanitario
órgano de la ONU. Las consultas periodísticas, en torno de los méritos de la señora
Amira para ser designada en tan egregio cargo, dieron como resultado que su conocimiento
del idioma árabe es decisivo. Si por unos segundos pudiera obviarse que el desempeño de
la señora en la función pública quedó signado por la causa del narcolavado de
dólares, cabría preguntarse si es el único habitante del país con dominio de la verba
arábiga. Y en todo caso, recordar que, si de manejos idiomáticos se trata, al anterior
esposo de la señora --Ibrahim Al Ibrahim-- su fluidez de castellano (apenas suficiente
para leer el Upa o Patoruzito) no le impidió ser nombrado, por decreto presidencial, nada
menos que al frente de la Administración Nacional de Aduanas.
El desafío de que estos tres temas --bombardeo estadounidense en
Africa; Ley de Etica Pública en Argentina y Amira blanqueada en los Cascos-- no parezca
una ensalada de radicheta, frambuesa y lomo ahumado, es aquel del comienzo. Podría
agregárseles el indulto a Oviedo en Paraguay; la importación de asado australiano en el
país del asado; la de nafta en el país del petróleo o que las cataratas del Iguazú se
vayan a quedar secas porque a Brasil se le ocurrió que tiene que llenar una represa.
El sentido es la impunidad. La impunidad de ganadores bestiales que se
quedaron sin enemigo. El poder hacer en cualquier parte lo que les venga en gana porque,
antes con las dictaduras y ahora con el disfraz democrático, lograron el abandono del
Estado. La impunidad de no tener enfrente ningún bloque ideológico, ni de poder
alternativo. La seguridad de hacerlo porque saben que no hay reacción efectiva, luego de
quebrarle el espinazo a los movimientos populares.
Claro que no quiere decir que la Historia se detuvo. Nunca se detiene.
Pero conviene tomar nota de que hay coincidencias universales donde, a primera vista,
aparecen informaciones dispersas. |