Los espías no tienen
rating
Por Martín Granovsky
Como todos los funcionarios que renuncian por el descrédito
público, el ex agente de Inteligencia Fernando López Imizcoz confunde datos con acción
psicológica. Dice que el artículo de tapa publicado ayer por Página/12 es un
instrumento para dañar el prestigio de Enrique Olivera, el de Fernando de la Rúa y el de
la Unión Cívica Radical. Nada menos.
En su carta de renuncia ante Olivera, López Imizcoz sostiene que el
diario "utiliza" su "desempeño entre 1973 y 1978 en la Jefatura II
'Inteligencia' del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, y lamenta que se lo vincule "por
primera vez y falsamente a situaciones que los tribunales han sentenciado como
delitos".
El ex agente de inteligencia no lo dice, pero probablemente aluda a
Mansión Seré, el campo de concentración de la Fuerza Aérea en Castelar que valió la
condena del primer comandante en jefe de la Aeronáutica, Orlando Ramón Agosti, por ocho
casos de tortura y tres de robo.
Naturalmente, no todos los aviadores secuestraron, mataron y
atormentaron. Ni siquiera todos los agentes de inteligencia. Pero el plan criminal de
secuestrar y matar pasó por los servicios de cada fuerza. Es difícil pensar que López
Imizcoz lo ignorase, cuando además gozaba de tanta confianza en la Aeronáutica como para
estar en contacto con los dirigentes políticos. Para vigilarlos suavemente, si es que eso
era posible durante la dictadura. O para aceitar reuniones. Por ejemplo, la que articuló
entre el brigadier Basilio Arturo Lami Dozo y el fallecido Vicente Leonides Saadi.
Mansión Seré desprestigia. Por suerte: es lo menos que puede
esperarse de un campo de concentración.
También desprestigia tener un ex agente de inteligencia de la
dictadura en un gobierno democrático.
Desprestigia mantenerlo en el cargo cuando los detalles trascienden.
Prestigia echarlo.
La cuestión, en este caso, no es legal. Es de prudencia política.
López Imizcoz no tuvo ni tiene ninguna causa en la Justicia. Pero, ¿es bueno que un ex
agente de inteligencia del Proceso sea hombre de confianza de un gobernante democrático?
Carlos Menem tardó nueve años en decidir el retiro de Alfredo Astiz, un oficial que no
había sido condenado en la Argentina pero a quien no había ninguna obligación de
mantener en actividad.
Ahora, Francia no está detrás de la investigación sobre López
Imizcoz o el capitán de navío Norberto Varela. Tampoco hace falta, porque el lunes
último tres millones de personas eligieron ver el programa sobre el juicio a las juntas.
El funcionario que no saque conclusiones de ese rating estuvo viendo
otro canal. |