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La explosión de una bomba ayer en el centro de Tel Aviv provocó 21 heridos, entre ellos un bebé de pocos meses y un niño de cuatro años, y daños materiales en diversos comercios y coches cercanos. El incidente, el más serio de estas características que se ha producido en Israel en poco menos de un año, se ha registrado cuando se cumple justo una semana del bombardeo norteamericano sobre los supuestos centros de instrucción terrorista de Jartum y Kabul, lo que originó que grupos islamistas radicales lanzaran una oleada de amenazas contra EE.UU. y sus aliados. La bomba, que estaba escondida en el interior de un tacho de basura en el cruce de las calles Allenby y Rothschild, en el centro comercial de Tel Aviv, estalló pocos minutos después de las 8.30 de la mañana (hora local), cuando los primeros comercios estaban abriendo sus puertas y los vehículos de transporte público, llenos de usuarios, trasladaban los empleados a sus puestos de trabajo. La bomba, de medio kilo de peso, alcanzó de lleno a un taxi que circulaba en el centro de la calzada y en cuyo interior viajaba una mujer, a la que la onda le arrancó una pierna de cuajo. Los efectos del explosivo provocaron también heridas al menos en 20 personas más que transitaban en los alrededores y entre las que se encontraba un bebé de escasos meses y un niño de poco más de cuatro años, quienes con el resto de los lesionados fueron trasladados urgentemente a un hospital cercano. Decenas de coches de bomberos, protección civil y ambulancias de la Estrella Roja de David acudieron al lugar de la explosión, mientras la policía cercaba las calles e iniciaba un minucioso peinado de la zona, tratando de localizar a los autores del atentado, así como desarticular otras hipotéticas bombas que pudieran encontrarse en las cercanías. La explosión no ha sido reivindicaba por ninguna organización, a pesar de lo cual el premier Benjamin Netanyahu no dudó, pocos minutos después del atentado, en culpar genéricamente a los palestinos de la operación terrorista, por lo que a continuación conminó al presidente Yasser Arafat a adoptar medidas más duras y severas contra los activistas islámicos. Este atentado constituye un nuevo ejemplo de que el terrorismo puede golpear también a Tel Aviv o cualquier otro lugar, es por ello que debemos combatirlo sin cuartel, añadió Netanyahu, quien recalcó que en estas condiciones era imposible aceptar una retirada militar sobre las zonas palestinas ocupadas de Cisjordania. El movimiento fundamentalista Hamas, primer sospechoso oficial, negaba su responsabilidad en el atentado de Tel Aviv, con unas declaraciones de su jefe político-religioso Ahmed Yasin, quien desde Gaza aprovechó la ocasión para lanzar más leña al fuego, recordando la ocupación israelí de Palestina y la matanza de civiles en Sudán. La explosión de esta bomba coincidió ayer con la revelación de un informe inquietante, según el cual grupos de extrema derecha judíos clandestinos estarían preparando acciones armadas en todo el país, en un intento de provocar una espiral de violencia e impedir que el gobierno aceptara un repliegue de los territorios ocupados en Palestina. Entre las acciones planeadas se encuentra el asesinato del ministro de Defensa Yitzhak Mordejai, uno de los hombres más liberales del gobierno de Netanyahu, firme defensor del proceso de paz con los palestinos. Ayer por la tarde el gobierno de Netanyahu se tomaba la revancha y anunciaba su decisión política de construir un asentamiento judío en Ras El Amud, en pleno Jerusalén este, en el centro de un barrio árabe, en una finca comprada hace años por un multimillonario norteamericano judío ycuya ocupación por parte de los ortodoxos religiosos haredim el pasado invierno provocó continuados incidentes.
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