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LA ISLANDESA BJöRK LLENO ANOCHE EL LUNA PARK Y HOY REPITE EN UN TEATRO CENTRICO
“Tengo la cabeza llena de música”

Es una de las figuras más representativas de los cambios en la música de los 90 y tenía una asignatura pendiente con Buenos Aires. No sabe si aceptará una propuesta para   actuar en un film de
Lars von Trier.

Björk grabó cuatro CD desde 1990 y tomó canciones de todos para armar su cautivante espectáculo en vivo.
Ayer dijo a Página/12 que por cábala no quiere hablar de la oferta para filmar con el danés Lars von Trier.

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Por Esteban Pintos

t.gif (67 bytes) La islandesa Björk se hizo notar desde el mismo momento en que llegó a Buenos Aires para presentarse por primera vez en Argentina con dos shows a lleno total, anoche en el Luna Park y hoy, en la reinauguración del Teatro Opera. Apenas cumplió con sus trámites aduaneros, la pequeña llamativa cantante se subió –literalmente, eso sucedió– a un carro para transportar equipaje y a bordo de él, atravesó el hall del aeropuerto ante la mirada atónita de los taxistas caza-pasajeros y de la gente en general. Entrada triunfal a un mercado, si las hay. Horas más tarde, con el mismo humor y acompañada de un pequeño radiograbador que emitía música que genéricamente podría denominarse tecno (así posó para las fotos), contestó preguntas en su simpática adaptación islandesa del inglés, siguió el tren de uno de esos cronistas-bromistas de la televisión actual (el de pelo verde, en este caso) y se sumergió en largas lucubraciones sin final cierto a partir de una pregunta concreta. Así parece ser ella. Con cuatro discos en su haber en los últimos ocho años, Debut, Post, Telegram y Homogenic, esta cantante, compositora, intérprete y productora, es a esta altura la figura más clásica de las modernas en el panorama de la nueva música internacional.
Ante la consulta de Página/12 sobre su proyecto cinematográfico junto al director danés Lars von Trier –tentativamente titulado Dancer in the dark–, elevó una pícara mirada, suspiró y dijo “está muy frágil hasta el momento. Es la clase de cosa que si intento describir, quizás muera... Sé que será algo muy instintivo, algo que definitivamente nunca hice antes”. Después siguió hablando sobre el director danés de Contra viento y marea (“mi película favorita”, dijo), de quien realizó una extensa y curiosa descripción. “Es una persona hermosa y el más obsesivo con la integridad que conozco, uno de los casos más extremos de agarofobia que he visto. No ha salido de su casa desde que nació, muchas veces lo han invitado a festivales y no ha concurrido. Es más, durante muchos años la gente que trabaja con él le preparó una casa rodante con todas sus cosas favoritas, intentando convencerlo de que fuese a otros lugares. Pero no lo hace. Y no es una debilidad, eso es lo más extraño. Si trabajás con él tenés que tener claridad y coraje, porque nunca habrá un momento de falsedad. Todo es puro, aunque duela.”
Así, dispersa pero dispuesta, dijo que cuando hace frío prefiere usar un vestido de color rojo y que su misión como artista es hacer que un sueño se vuelva realidad. “Escucho desde niña una música en mi cabeza y es algo egoísta de alguna manera, pero trato de hacerla salir hacia afuera. Tengo la cabeza llena de ella. Si no trabajase en sacarla explotaría y me autodestruiría. Todavía no tuve éxito, pero si tengo suerte, tengo 50 años más para seguir intentándolo.” Sobre dos de sus más famosos co-equipiers en composición, producción y grabaciones, Nelle Hooper y Tricky, contó que se trata de “gente que es verdaderamente original: Nelle Hooper, por ejemplo, es una especie de personaje escapado de una película de James Bond. Con él elijo ser la chica indefensa que compone y cantante. Con Tricky es bien diferente: es alguien que te descoloca constantemente, su cualidad favorita es la impredecibilidad. Se puede arreglar con él para estar en un estudio a las doce en punto y es capaz de llamarte una hora después para contarte que está con un amigo suyo boxeador de Manchester y que te invita para emborracharse juntos. Después, cuando nadie lo está esperando y ni siquiera hay un ingeniero en el estudio, podes hacer con él 5 canciones en 10 minutos”.
Sin embargo, Björk relativizó las especificidad de funciones en la tarea de crear música en un estudio. “Creo que las funciones de compositor, productor, escritor de letras, no son tan ciertas en verdad. Me gusta entrar en una habitación con una persona que te excite musicalmente y estar lista para ir a por eso. Si yo siento que hay un ambiente creativo en la habitación, trato de no interferir y puedo dedicarme a hacer café. Ysi tengo que contar chistes, también lo hago... Si tengo que tocar teclados, la batería o hacer de ingeniero, también. Y en el final del trabajo, resulta difícil discernir quién hizo tal cosa y quién hizo la otra, puedo cocinar la cena o producir. Usualmente, cuando me decido a trabajar con alguien no sabemos antes quién va a hacer qué cosa. Después, cuando volvés a la realidad y estás firmando contratos delante de un abogado, ahí empezamos a pensar y decir vos lo produjiste, vos lo arreglaste...”.

 


 

De soporte, un tapado, Mike Paradinas

Por E. P.

t.gif (862 bytes) Mike Paradinas es el tapado que abre los shows de Björk con un aluvión de sonidos tecnológicos, discriminables en estilos de nombres tan extraños como llamativos para el oído del escucha rocker argentino medio todavía no acostumbrado a la nueva ola: drum’n’bass, electrofunk, ambient, techno house y siguen las firmas, que él simplifica con el término “electrónica”. Un personaje alto y flemático que de tan normal puede convertirse en extraño, considerado por la prensa especializada del primer mundo como una de las figuras clave del movimiento electrónico de la década, que acredita una inusual cantidad de singles, EP’s, álbumes y remixes (nada menos que ¡38!) editados en apenas cinco años y –he aquí otra particularidad– bajo diferentes alias, nunca con su verdadero nombre. A saber: alternativamente, este hombre nacido en 1971 en Wimbledon (en las afueras de Londres), ha firmado sus obras como Jake Slazenger, Kid Spatulas, Gary Moscheles y u-Ziq (pronúnciese como meew-zeek o en una simplificación brutal, muziq), el último de los cuales es su favorito, según concede. “No hay ninguna explicación muy extensa para los nombres y la cantidad de discos, se trata de diferentes estilos musicales sólo los hago y las compañías quieren lanzarlos, y como salen por diferentes compañías...”, le dijo a Página/12, un rato antes de subir al escenario para oficiar de número de apertura de la cantante islandesa.
“Lo que en Estados Unidos se entiende como música electrónica no deja de ser rock. Artistas como Prodigy o Chemical Brothers lo son, y no creo que representen una revolución que matará al rock o algo por el estilo como algunos creen. Siempre habrá chicos dispuestos a hacer rock con guitarras, bajo y batería”, sostiene. Esa idea, para él, se afirma en una estado circular de los momentos de cada estilo en cada década. “Revival infinito”, define quién no hace música con computadoras y que no está conectado a Internet (“será una revolución, pero a mí me aburre”, comenta). Por eso cree que habrá grandes cambios con el fin del milenio, esperando que, y lo dice con marcado tono irónico, una próxima moda inunde de country-folk a todo el planeta. “No quiero estar ahí, prefiero estar tocando mi música cuando todos estén bailando a lo

 

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