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“HAMLET (LO MISMO Y LO OTRO)”, DE POMPEYO AUDIVERT
El Shakespeare más babélico

Los múltiples idiomas utilizados en la puesta derivan en que el espectador resulta sometido a un juego de enigmas y sugeridos, del cual sólo salen airosos aquellos que conocen el “Hamlet” original.

En esta versión de “Hamlet”, la comprensión depende del conocimiento previo de la obra.
El público debe ir dándole forma al complejo rompecabezas que se va armando sobre el escenario.

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Por Hilda Cabrera

t.gif (67 bytes) Para extraer algún disfrute de esta adaptación –acaso ejemplo de lo que algunos denominan “teatro intercultural”–, es necesario conocer, por lo menos, el argumento del Hamlet de Shakespeare (fechado en 1602), y saber algo acerca del carácter de un personaje que –dejando de lado semejanzas más antiguas– figura ya en un texto del siglo XIII. El programa de mano nada dice sobre la anécdota, detalle que importaría poco si no fuera porque una de las novedades de la puesta que dirige Pompeyo Audivert consiste en que los textos son dichos en diferentes idiomas: italiano, francés, inglés, alemán y español. Lengua esta última que utilizan casi exclusivamente los actores que interpretan a los “cómicos”, cuyos parlamentos no son los más sustanciosos de la obra.
Por lo tanto, conviene que el espectador llegue hasta la sala de la calle Humahuaca munido de algún dato. Por ejemplo, que el príncipe Hamlet, azuzado por el espectro de su padre –ex rey de Dinamarca, asesinado por su hermano Claudio, usurpador del trono y amante de la reina viuda Gertrudis– ha prometido venganza. Sólo que, debido a su carácter indeciso y melancólico (escéptico, según la moda literaria de comienzos del siglo XVI), cavila y demora la ejecución del tío victimario.
La confluencia de diferentes idiomas en un mismo espectáculo no es una experiencia nueva. Las más importantes compañías del mundo utilizan este recurso, a veces aprovechando las distintas nacionalidades de los artistas que integran sus elencos. Pero aquí el tema es saber qué pasa con este Hamlet, que lleva por subtítulo “Lo mismo y lo otro”, interpretado por actores y actrices nativos en varios idiomas, y no precisamente para explicitar el texto.
¿Qué ocurre con el público? ¿Alcanza a intuir qué cosas están en juego? La propuesta de Audivert (también adaptador junto a Ricardo Fehrmann, protagonista de Hamlet) exige un esfuerzo adicional al espectador, una tensión que por momentos se convierte en impotencia. Es cierto que las palabras, dichas en el idioma que fuere, poseen teatralidad, pero también lo es que la primera reacción del oyente es la de desentrañar su significado. No sucede lo mismo cuando un espectáculo se apoya casi íntegramente en lo visual (no es éste el caso), o se trata de montajes hechos por elencos extranjeros. Entonces el público sabe a qué atenerse: capta lo que puede, y llega incluso a maravillarse, como ha sucedido con los trabajos presentados años atrás en Buenos Aires por el fallecido dramaturgo polaco Tadeusz Kantor.
Si la intención ha sido desarmar al espectador, este Hamlet... lo ha logrado. El público se queda sólo con retazos de una historia, imágenes de una traición que disgrega y de un poder obtenido a cualquier precio. “Desterrado de la certeza de lo mismo –se lee en el programa–, exiliado en lo otro, Hamlet ha perdido su patria: la unidad. Lo que está en crisises la unidad de las cosas –aclara el texto, explicando sí aquello de ‘lo mismo y lo otro’–. La locura se ha declarado en la naturaleza exterior y amenaza con fragmentar a la interior. Lo imposible se hace posible; lo inmoral, moral. Todo es una representación falsa, llena de palabras. La crisis de Hamlet, al igual que la nuestra, es la crisis del héroe trágico que no sabe resolver su paradoja.”
La reflexión vale, para confrontarla con la propia a partir de lo que se ofrece en escena: un espacio atravesado por un enorme marco que los personajes trasponen casi de continuo, atados a una tragedia que se desarrolla a un ritmo vertiginoso, en contrapunto con la apatía (en cuanto a acción) de Hamlet. Aquí lo cómico se entrelaza con lo serio, y las actuaciones, ajustadas todas, no apuntan a lo mismo. No se integran ni conforman un único estilo. Algunas parecen distanciadas, otras próximas y singularmente expresivas, como la de Laura Zelaya componiendo a Gertrudis, y la de Daniel Kargieman como el chambelán Polonio, padre de Ofelia (Ana Izcovich), la enamorada que enloquece.

 

HAMLET
(LO MISMO Y LO OTRO)

Sobre Hamlet,
de William Shakespeare
Adaptación: Pompeyo Audivert y Ricardo Fehrmann.
Intérpretes: Ricardo Fehrmann, Carlos Kaspar, Laura Zelaya, Julián Popper, Daniel Kargieman, Ana Izcovich, Alfredo Allende, Mercedes Portillo, Fernando Kabhie y Daniel Cúparo.
Músicos en escena: Sonia Elijovich (cello) y Ariel Ceresola (timbal).
Escenografía y vestuario: Arremanga Realizaciones.
Iluminación: Mariano Dobrysz y Andrés Mangone.
Dirección: Pompeyo Audivert.
Lugar: Callejón de los Deseos, Humahuaca 3759, viernes y sábado a las 21.30.

 

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