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Fujimori se ganó su re-re en una sesión parlamentaria surrealista

Amenazas, sobornos, traiciones e inexplicables ausencias jalonaron la sesión parlamentaria que consagró la posibilidad del presidente peruano de ser re-reelecto en el año 2000. Se convocaron protestas nacionales.

Cientos de manifestantes antifujimoristas chocan con la policía antidisturbios ante el Congreso.
Cantaban “el miedo se acabó, el chino se jodió” y “un, dos, tres, que muera el japonés”.

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Por Carlos Noriega  desde Lima

t.gif (67 bytes) Luego de 13 horas ininterrumpidas de debate y en medio de un ambiente cargado de tensión dentro del Congreso y de las protestas callejeras frente a la puerta principal del recinto parlamentario, la mayoría oficialista votó en contra de la realización de un referéndum para aprobar o rechazar la re-reelección del presidente Alberto Fujimori el año 2000, con lo que le abrió las puertas al mandatario peruano para un tercer período presidencial de cinco años.
El referéndum había sido solicitado por cerca de un millón y medio de ciudadanos, pero los 67 votos de los parlamentarios fujimoristas lo sepultaron definitivamente. La oposición denunció que el requisito de la aprobación parlamentaria era ilegal. Este requisito exigía un mínimo de 48 votos de los 120 congresistas para que continúe el proceso de referéndum, pero la oposición obtuvo sólo 45 votos. Conocida, a las 10.30 de la noche local, la decisión de enterrar el referéndum, se desataron las protestas de las cerca de 3000 personas que esperaban –muchas de ellas desde la noche anterior–, en la plaza Simón Bolívar, frente a la puerta principal del Congreso, el desenlace de una jornada calificada de histórica y decisiva para la democracia peruana. Los más de 200 policías de asalto que custodiaban el lugar atacaron violentamente a los manifestantes, varios de los cuales resultaron heridos. Las protestas continuaron en las calles aledañas hasta pasada la medianoche. Los cánticos y lemas más escuchados eran “y va a caer, la dictadura va a caer”, “el miedo se acabó, el chino se jodió” y “uno, dos y tres, que muera el japonés”.
El debate de final anunciado comenzó antes de las 10 de la mañana. La mayoría adoptó como estrategia acusar a los promotores del referéndum, agrupados en el Foro Democrático, de haber falsificado las firmas presentadas para apoyar la consulta popular. Los acusados respondieron que el proceso de verificación de firmas no llegó a comenzar al pasar todo a manos del Congreso, por lo que resultaba inexplicable que se presenten supuestas pruebas de falsificación de firmas cuando los sobres que contienen los padrones ni siquiera han sido abiertos. La oposición insistió una y otra vez en la validez constitucional del referéndum y acusó a la mayoría de liquidar la democracia para imponer la re-reelección de Fujimori a cualquier precio. Ciertamente un referéndum habría terminado con esa aspiración de perpetuación en el poder de Fujimori. Las encuestas indican que un 77 por ciento de los peruanos apoyaban la realización del referéndum y que de ellos un 68 por ciento votaría contra la rereelección. Encerrados en su propia realidad, los fujimoristas insistieron en que su líder, a quien las encuestas le dan un 22 por ciento en la intención de voto, tenía el apoyo de la mayoría. La situación de la Argentina y del presidente Carlos Menem estuvo presente en la discusión. Se compararon la misma voluntad reeleccionista de Fujimori y Menem y los idénticos argumentos legales esgrimidos por uno y otro para hacer de un tercer mandato presidencial el segundo. El legislador del socialdemócrata partido aprista César Zumaeta le pidió a Fujimori que “por la salud del país siga el ejemplo del presidente Menem y renuncie a la posibilidad de un tercer mandato”.
Desde muy temprano la minoría era consciente que estaba dando una lucha que por la fuerza de las estadísticas tenía perdida. Contaban con 45 votos y esperaban que el congresista independiente Alfonso Baella decida su voto que mantenía en secreto. Todos miraban los escaños vacíos de los parlamentarios de oposición Miguel Ciccia y Luis Chu, que habían desaparecido desde hace varios días. Los buscaron hasta el último momento por todos lados y con todos los medios, pero nadie pudo dar razón de su paradero. La oposición denunció que ambos, cuyas empresas tendrían seriosproblemas impositivos y de deudas, habían sido presionados y chantajeados por el régimen para no asistir a la sesión. El resultado estaba cantado, pero al momento de la votación hubo una gran sorpresa, el congresista oficialista Carlos Ferrero, quien es hermano del canciller Eduardo Ferrero, respondió al llamado de su nombre con un “que el pueblo decida... sí”, que dejó perplejos a sus compañeros de bancada e hizo parar de sus curules a los opositores para aplaudirlo largamente. Ahora el futuro de Ferrero en su agrupación política es incierto. Otros dos congresistas del oficialismo que también se habían pronunciado en declaraciones periodísticas en apoyo del referéndum fueron menos consecuentes. Uno de ellos se abstuvo y el otro nunca apareció por el Congreso. Pero si la oposición recibió el inesperado apoyo de Ferrero, también sufrió un golpe inesperado con la baja a último momento del congresista del derechista movimiento Renovación, Enrique Chirinos, quien junto a los otros dos miembros de su bancada anunció su voto a favor del referéndum, pero que al momento de la votación se esfumó del hemiciclo. Y el esperado voto de Alfonso Baella, mantenido en el misterio hasta último momento, fue, finalmente, a favor de la re-reelección. Al final los votos quedaron en 45.
Con las inexplicadas y sospechosas ausencias de los opositores Ciccia y Chu y la defección a último momento de Chirinos, se frustró la posibilidad de obtener los 48 votos que habrían liquidado el sueño re-reeleccionista de Fujimori. Los congresistas de oposición, que enarbolando una bandera peruana se agruparon para cantar el himno nacional, abandonaron el Congreso anunciando que ahora la lucha continuará en las calles. En ese momento, manifestantes antirreeleccionistas se enfrentaban en las calles a la policía. La lucha había comenzado esa misma noche. Ahora la pregunta es qué capacidad tendrá la oposición para organizar la indignación ciudadana.

 

Gritos y susurros en Lima
Por C.N.

Frustrado el camino de enfrentar el sueño fujimorista de la re-reelección eterna por la vía legal, los líderes de la oposición han llamado a los peruanos a la “desobediencia civil”. Ya se anuncian marchas y un paro cívico en protesta contra la liquidación del referéndum sobre la re-reelección. El congresista del socialdemócrata partido aprista Alejandro Santa María resumió la jornada del jueves con la conocida frase “cuando se cierran las puertas de la legalidad se abren las de la violencia”. El parlamentario de Unión por el Perú (UPP), la agrupación que lidera Javier Pérez de Cuellar, Roger Guerra-García, exclamó: “Cuánta sangre será necesaria para que Fujimori se entornille en el poder; ha llegado la hora de acabar con el fascismo”. Javier Alva Orlandini, de Acción Popular, partido que gobernó entre 1963-68 y entre 1980-85, advirtió que “el gobierno debe darse con una piedra en el pecho si logra llegar al año 2000”. Javier Diez Canseco, de Izquierda Unida, se refirió a los congresistas de la mayoría como “liquidadores de la voluntad popular” y señaló que sentía vergüenza de pertenecer al Congreso. Y en las calles el sentimiento era el mismo: “Ya estamos cansados que este Congreso circo se burle de nosotros. Todos a la desobediencia civil, todos a las calles”, gritaba un estudiante universitario ante un grupo de manifestantes minutos después de levantada la sesión del Congreso.

 

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