|
Chacho Alvarez podría ser candidato a jefe porteño
Página/12 pudo establecer que Alvarez aún no tomó ninguna decisión, y que a último momento incluso podría mantener su posición de no transitar otro poder que el legislativo. La novedad es que por primera vez aparece dispuesto, en conversaciones reservadas de la Alianza, a considerar que en su carrera tal vez haya llegado la etapa en que los votantes lo vean como un político en condiciones de gobernar. "Ya por lo menos admite que, cerca de los 50 años, es bueno pasar por un cargo ejecutivo", dijeron a este diario un radical y un frepasista. Eran dos personas distintas, pero casi repitieron el argumento palabra por palabra, en señal inequívoca de que lo habían escuchado de boca de su protagonista. No es la primera vez que Alvarez estudia competir en elecciones para un cargo en el Ejecutivo, así sea el porteño y no el nacional. Ya lo barajó en 1994, después del notable triunfo del Frepaso en las elecciones para la Asamblea Constituyente, cuando por primera vez en la Era Menem una fuerza distinta del radicalismo y el peronismo ganó en el distrito porteño. Pero creyó en ese momento que gobernar la ciudad con Carlos Menem de Presidente supondría un desgaste inevitable. Había otro obstáculo más. Desde 1973 Fernando de la Rúa era el dueño de los votos de Buenos Aires. Un reinado que comenzó cuando el joven abogado cordobés de 36 años le ganó en el ballottage al candidato del Frejuli, Marcelo Sánchez Sorondo, gracias a la antipatía de los porteños ante un nacionalista de derecha. --No te confundas, pibe, vos ganaste con el voto de los moishes y los bolches --le dijo entonces el padre de su cuñado, el actual vicealmirante retirado Basilio Pertiné. Pertiné padre, dueño de Grandes Motores Perkins, era el hijo de un general ultraconservador. Su frase revela cómo le caían los judíos y la gente de izquierda. Lo cierto es que de ahí en adelante De la Rúa convirtió los votos prestados en propios y fue dos veces más senador, una diputado, después el primer jefe de Gobierno electo por los porteños y, ahora, precandidato radical a la presidencia para representar a la Alianza. Nunca perdió una elección en la Capital Federal. Sin él, que pasaría a integrar la fórmula del '99 como candidato a presidente o como candidato a vice de Graciela Fernández Meijide, el camino para Alvarez podría quedar despejado, y sólo una decisión suya en contra le impediría convertirse en el postulante a la jefatura de Gobierno. Cuenta a su favor con cinco elementos: * Junto a De la Rúa y Fernández Meijide es la figura más popular de la Capital Federal. * El Frepaso es primera fuerza en el distrito, lo cual impediría a los radicales disputar la candidatura. * En las encuestas sobre intención de voto para la interna de la Alianza, Graciela supera a De la Rúa en la Capital Federal. * No debe librar ninguna batalla en su partido, una fuerza inorgánica y ágil que controla sin problemas, para consagrarse en el puesto que desee. * Tiene buena imagen entre los votantes urbanos típicos de Buenos Aires que integran, entre otros, los moishes y los bolches tan gratos al viejo Pertiné. Si la decisión de Alvarez finalmente se concreta, por lo menos dos políticos quedarían frustrados. Uno es el radical Enrique Olivera, el actual vicejefe de Gobierno. Otro, el frepasista Aníbal Ibarra, el vicepresidente de la Legislatura. Si, en cambio, Alvarez opta por la presidencia de la Cámara de Diputados, el principal herido sería el delarruista Rafael Pascual, actual vice segundo y aspirante a sucesor de Alberto Pierri. La movida en la Capital Federal despejaría uno de los cargos claves para la ingeniería de la Alianza con vistas a los próximos dos años. Siempre que haya ingeniería, claro, un proceso de negociación que hasta el momento tiene tantos gestos de apoyo como de crítica. Están de acuerdo en negociar todo desde ya Alvarez y Raúl Alfonsín. A Fernández Meijide no le disgusta. A De la Rúa, en principio, tampoco. Los delarruistas más cercanos, como Olivera y Pascual, quieren alejar las discusiones concretas sobre nombres, puestos y candidaturas. La segunda línea de la UCR, que forman sobre todo un hombre poco entusiasta hacia la Alianza como Leopoldo Moreau y dos aliancistas como Jesús Rodríguez y Federico Storani, quiere dilatar las definiciones como mínimo veinte días más. Entre los partidarios del acuerdo hay dos tipos de argumentos. Unos quieren apurar el trato para garantizarse un lugar en el mundo. Otros, los más aliancistas, están convencidos de que sin integración firme y en medio de una interna de tres meses por la fórmula presidencial la coalición se desgastará, mientras Eduardo Duhalde se recompone frente a Menem y crece en intención de voto. La otra gran intriga, además de la porteña, es la candidatura a la gobernación de Buenos Aires. Si Graciela pierde la interna con De la Rúa, los dirigentes del Frepaso y de la UCR coinciden en que sería una buena carta para ganarle al peronismo. Ella no duda de la victoria, pero sí de que, luego, la gobernación sea el sueño de su vida. Si Graciela pierde y no va a Buenos Aires, o si gana frente a De la Rúa, se perfilan tres candidatos: los radicales Melchor Posse y Federico Storani y el frepasista Juan Pablo Cafiero.
|