Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


MAL JUGADO, EMOTIVO, TAN DESPROLIJO COMO ENTRETENIDO
Un rabioso partido de metegol

San Lorenzo ganó bien con dos goles de Acosta  –la figura–, Gorosito y Basavilbaso. River se arrimó al final con dos de Angel, y Castillo.

acosta pasa entre sorin y gomez.

bu05fo01.jpg (13953 bytes)


Por Juan Sasturain

t.gif (67 bytes) Fue un partido raro, algo que de tanto decirlo de tantos partidos deja de tener sentido: porque últimamente proliferan los partidos raros. En este caso, la rareza consistió básicamente en dos cosas: una, la diferencia entre lo mal que se jugó en muchos aspectos y durante muchos minutos, y lo entretenido que resultó el trámite sobre todo en el tramo final; otro, la diferencia entre el maltrato generalizado de la pelota y la notable factura de algunos de los goles. Es decir que lo habitual fueron contraposiciones, incongruencias, desorden conceptual dentro y fuera de la cancha. Hasta desorden en los sentimientos. Los desconcertados hinchas de River que silbaron a coro a su equipo por el horrible espectáculo el primer tiempo cuando perdía 2-0 terminaron aplaudiendo al entrega final y el 3-4 con que arrimaron al final.
En las actuaciones individuales también fueron varias las paradojas, las rarezas. Sobre todo en San Lorenzo. Uno es el caso del resistido Passet, que sacó pelotas “imposibles” y mantuvo la serenidad y el control de la situación en su valla y alrededores cuando arreció el ataque de River, pero que fue por lo menos “culpable” de dos goles: el de Angel, que le embocó desde ángulo agudo al rincón que era suyo; y el de Castillo, desde demasiado lejos y anunciado para él. Otro es el caso de Acosta, ya no resistido sino vituperado por la hinchada de San Lorenzo, que había jugado tan mal como los últimos partidos durante el primer tiempo hasta que resolvió con toda la velocidad y la precisión que llevaba acumuladas y sin usar durante un mes largo en la primera contra que metió San Lorenzo y puso el 2-0. Y eso fue sólo el principio, pues en el segundo redondeó una actuación notable –fue la figura– al resolver con sutileza por encima de Bonano después de recibir de Basavilbaso y convertir el tercer gol y al habilitar con tiempo y precisión de lanzador a Gorosito en el cuarto.
En este partido lleno de rarezas, San Lorenzo ganó con justicia y por la diferencia si puede decirse adecuada. El gol final dejó las cosas más cerca de los merecimientos de cada uno que ese 4-1 que llegó a estirar el equipo de Basile en el momento de mayor desconcierto de River. Pero para que San Lorenzo sacara dos goles de ventaja, llegar a tres y terminara ganando por uno, debieron jugarse noventa minutos que parecieron el doble. El primer tiempo fue interminable por lo malo; el segundo fue largo por todo lo que pasó.
Desde el principio, en el planteo de los dos se notó la vocación de pelear/poblar la zona media con más pretensión de recuperar la pelota que de ocuparse de qué hacer con ella. El resultado fue la mayor imprecisión: en el primer tiempo parecía que jugaban con un globo. Puro choque y pum para arriba. Porque para eso parecían programados.
Basile, después de las últimas evidencia de inoperancia de sus delanteros, optó por armarse para contraatacar. Cuatro en el fondo con Paredes de lateral y Tuzzio adentro; sacó a Galetto y puso al colorado Lussenhoff para tener más lucha y combatividad en el medio, lo rodeó de un inexpresivo Coudet y del empuje sin claridad de Basavilbaso, es decir, sumó más fuerza aún en la zona. Encima, repuso de salida a Biaggio junto a Acosta en lugar del hábil Estévez y le dejó a Gorosito el trabajo de conectar el nutrido bloque defensivo con los dos de arriba. Y Gorosito no anduvo bien. Peleó, chocó, luchó, pero estuvo impreciso y se equivocó más de lo habitual en él.
Ramón Díaz venía mal y armó un equipo conservador y con poco fútbol: los cuatro del fondo (sobre todo los centrales, sin Ayala ahora) no ofrecieron garantías en la marca y menos una salida limpia, excepto en el caso de Sorín. Escudero, Gómez y Netto forcejearon infructuosamente en el medio juego sin resultado mientras Solari no se bastaba para alimentar a los dos de arriba, de los que uno estaba –Angel– y el otro no: Pizzi no jugó. Así, proliferaron los pelotazos de cuarenta metros que volaban sobre las cabezas de unos para caer sobre las inciertas de otros. Y cuando el resultado se puso adverso, peor. La diferencia fue que en el segundo tiempo tiraron los mismos pelotazos pero con más convicción.
Queda por explicar el resultado. San Lorenzo llegó la primera vez, sin hacer nada y embocó el primero de rebote. Y ahí se acomodó como le convenía. Del otro lado, Pizzi se perdió el empate pegándole mordido y, cuando podría haber empatado sin hacer demasiado, llegó el segundo de San Lorenzo en el primer gran contraataque de la tarde que nació de un córner de River... El 2-0 determinó el trámite del segundo. Que fue naturalmente mucho más entretenido porque River puso toda su determinación y antes de los diez había hecho un gol y llegado cuatro veces. A partir de ahí, fue el ir y más ir de River sobre todo por arriba y las contras temibles de los de Basile. Con ese esquema de juego se llegó a 4-1, con ese esquema se llegó a 4-3. Un resultado de metegol en un partido de metegol
Eso es: en eso consistió la rareza. Fue bueno y tan malo como puede serlo un partido de metegol. Jugaron a siete pelotitas, con desprolijidades y goles espectaculares, errores defensivos, gritos, saltos, choques de fierrazos con la pelota sufriendo en el medio. Hubo algunos que, incluso, hicieron molinete.

 

La interna de River no logra destronar al Pelado

POR CARLOS STROKE
El presidente de River, David Pintado, necesitó de una conferencia de prensa para salir al cruce de las últimas versiones que corrieron por los pasillos del Monumental. Dijo: “Ramón Díaz tiene contrato hasta el 31 de diciembre de 1999 y como es nuestra costumbre, lo vamos a respetar”. Es que los nombres de Daniel Passarella, José Pekerman, Américo Gallego y Enzo Francescoli irrumpieron en medio de una crisis que azota más a la conducción de la institución que al propio cuerpo técnico.
El miércoles, en reunión de Comisión Directiva, dos dirigentes del oficialismo pidieron la salida del riojano debido a los problemas internos que tiene con el plantel y pidieron a Passarella. Ayer Pintado avisó que no habrá cambios. Eso sí, el entrenador debió aceptar que vuelvan a entrenarse con el plantel Leonel Gancedo y Hernán Maisterra y que retornen al equipo Sergio Berti y Germán Burgos.
Desde que River quedó eliminado de la Copa Libertadores por el Vasco da Gama, saltaron los problemas intestinos que nunca dejaron al plantel y que los triunfos ocultaron y que van desde la mala relación de Burgos con Ramón Díaz hasta las constantes discusiones entre algunos jugadores, como la que protagonizaron Hernán Díaz con Santiago Solari. “Cada jugador que dejó de hablar con Díaz quedó afuera del plantel y yo no quiero ser el siguiente”, dice Burgos a quien quiera oírlo en los pasillos del Monumental; cuando está, porque este fin de semana no fue convocado para concentrarse.
Los que exigen el despido de Ramón Díaz le pasan antiguas cuentas: La separación del plantel de Medina Bello, Gancedo, Maisterra (estos dos regresan a pedido del presidente de River), Juan José Borrelli, Monserrat y Cardetti. Le critican haber pedido a jugadores que nunca lograron hacer buen pie en River, como Gómez, Escudero, Angel o Netto. Y se enojan por el respaldo que se le otorga a Ramón desde la directiva. Los que no lo quieren esperan su renuncia para contar con Gallego, Francescoli o hasta el propio Passarella si no arregla con la selección uruguaya.
Los oficialistas que no quieren a Ramón, en la intimidad, arrojan algunos manejos del riojano. El que dice que a Monserrat lo citó a hablar varias veces y el propio Díaz nunca fue; El que dice que le habría dicho a Burgos que lo esperara a la salida del vestuario pero mandó a Omar Labruna a que le preguntara cómo estaba de la lesión. “Le dieron todo y nunca está conforme”, aseguran los que ya no lo quieren tanto.
En la otra vereda están quienes respaldan al técnico, como Pintado, aunque el presidente también chocó con los embates de Díaz. El lunes pasado, a los dos días de la derrota de River con Estudiantes, Pintado pasó por la práctica para mostrar su apoyo al entrenador. “No hace falta, David, si yo no me voy a ir”, dijo el riojano. Los que apoyan a Díaz también se suben a los éxitos logrados en los últimos años: “Ganó cinco torneos y nadie dijo nada”. Claro que también hubo críticas desde el mismo sector que lo respalda. Le dijeron que debía respetar la trayectoria de hombres de River como el de Sergio Berti (vuelve en diez días), Leo Astrada (lo nombró capitán) o Hernán Díaz (sub capitán). Más allá de eso, también le piden que respete las decisiones de ventas de jugadores. Díaz sabe que la economía no está del todo bien y como dice en la intimidad “yo soy el técnico y me preocupo por jugar. Para eso quiero a los mejores”. Y a los mejores, River los quiere vender.

 

PRINCIPAL