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Por Pablo Vignone Un hincha de Independiente, antes de empezar el partido: Vinimos ilusionados con el empate del miércoles, con Racing... Otro hincha de Independiente, en el entretiempo: ¿Pero qué querés, viejo? Si Menotti se retiró y no le avisó a nadie... Todos los hinchas de Independiente cuando el partido se moría: Olé... Olé... Olé... Será siempre Independiente//El orgullo nacional//Y dale Ro, y dale Ro... Para los estadígrafos quedará que el equipo de César Luis Menotti cortó una racha inapelable de derrotas que había alzado la cuenta a seis, que logró su primer triunfo en el Apertura, que fue la décima victoria en los últimos 20 partidos en que lo dirigió Javier Castrilli (con cinco empates y cinco derrotas, se puede agregar). Los fanáticos soñarán con que Independiente gane el partido que tiene pendiente ante Belgrano para quedar a sólo dos puntos de los líderes, con que el equipo va a usar la harina de este triunfo para amasar su recuperación anímica, con que el repunte se consolidará el miércoles contra Nacional de Montevideo por la Mercosur, que... Independiente, en todo caso, más que argumentar o cobrarse alguna deuda, tendrá que seguir pensando. Porque si el partido de ayer no puede ser considerado como metro patrón (ni siquiera como centímetro, dada la disposición timorata de Platense, que renunció pronto a dar batalla), en todo caso sí es posible revisar algunas líneas fundamentales de este equipo, que gana como ayer pero no entusiasma. Se aceptan todos los reparos: venía golpeado, la victoria sirve para sobar la alicaída moral, no jugaron Hanuch (engripado) ni Cambiasso (con una infección bucal), ganar siempre es importante. Se ensayan algunas objeciones: No se advierten cambios de ritmo imprescindibles, Calderón está por debajo de su rendimiento, Guerrero juega muy lejos del área, Víctor López no termina de ponerse la piel del conductor, cada centro sobre el área de Mondragón, claveteado en la raya, es una pesadilla. Por momentos, el partido, protagonizado exclusivamente por el Rojo, parecía una vieja película del Mundial 58, tal la lentitud para resolver la jugadas y cierta ausencia de dinámica más mental que física. Platense ya había entregado campo y balón en el pitazo inicial, no tenía mucho más para perder. Pero si el cuadro de Menotti no podía terminar de resolver la débil oposición de un rival melindroso y con un hombre menos ni siquiera obligaron a emplear el achique los hinchas bien pueden preguntarse qué será en partidos de mayor trascendencia. El 1-1 de los primeros 45, más que alegrarlos porque no significaba derrota, los encontraba cavilando: ¿Si no podemos ganarle a este equipo, no será más deshonroso que perder? Independiente pudo, porque más allá del penal castrilliano que efectivizó Calderón, y el cabezazo en contra de Erbín, se regodeó con una maniobra flor de López-Garnero-Guerrero-Cascini que terminó en gol del mejor jugador de la cancha, y un tiro libre perfecto del Bolita Sánchez. Porque gustó Milito, porque Sánchez le da personalidad a la defensa, porque Rotchen reacciona a ese contagio, porque el Avión Ramírez volantea bien por derecha. Garnero la quiso siempre, y con Panchito Guerrero y el uruguayo López formó un triángulo a la izquierda que, más aceitado e incisivo, daría otros alentadores resultados. Cambiasso podría favorecer los planes si no se le encima a Cascini y despliega su fútbol sin generar tantos contragolpes. Este Independiente puede ganar pero todavía no apasiona. Por eso los hinchas, más rumorosos que entusiastas durante los 90 minutos, se callaron pronto. Lo reconoció el propio Menotti (quiero ver al equipo con un rival más agresivo). Aunque siempre una goleada remienda el alma.
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