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Por Pedro Lipcovich En casi uno de cada 20 nuevos casos de tuberculosis en la Argentina, los remedios habituales no surten efecto: esta cifra sitúa al país en el cuarto lugar del mundo en incidencia de tuberculosis multirresistente, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta forma del mal, de alta mortalidad y muy difícil de tratar, se desarrolló especialmente entre enfermos de sida, con defensas bajas, pero se extendió al personal de salud y la población general. El Ministerio de Salud y Acción Social no hace el antibiograma de rutina para detectarla, ni se ocupa de importar los medicamentos que podrían curarla; en el principal centro de referencia, el Hospital Muñiz, sólo se obtienen dos de las cuatro principales drogas. Para la OMS, la aparición de esta enfermedad "cuestiona la calidad de los programas de control de la tuberculosis". En junio pasado, el New England Journal of Medicine publicó el informe del Global Surveillance for Antituberculosis Drug-Resistance --dependiente de la OMS--, que abarca 35 países entre 1994 y 1997: "La resistencia a las drogas antituberculosas fue encontrada en todos los países y regiones, lo cual sugiere que se trata de un problema global", dice el informe. En la Argentina, sobre 606 casos de tuberculosis (TBC) que todavía no habían recibido tratamiento, el 4,6 por ciento resultó tener resistencia a todas las drogas de uso habitual, y el 12,5 por ciento a por lo menos una de ellas. El país que encabeza la preocupante estadística es Letonia, donde los medicamentos no surten efecto en 14,4 de cada 100 nuevos pacientes. Sigue Estonia con 10,2, y la República Dominicana con 6,6. La propagación de cepas resistentes se origina en "tratamientos inadecuados, por irregular provisión de medicamentos, tratamientos inapropiados o bajo cumplimiento de los pacientes", según la OMS. Lo que hay que subrayar es que las cifras consignadas corresponden a pacientes que todavía no habían recibido tratamiento, y por lo tanto muestran que la TBC multirresistente ya se trasmitió desde los enfermos que inicialmente la desarrollaron a pacientes nuevos. Si se toma la "resistencia secundaria", en pacientes que ya recibieron tratamientos convencionales, la cifra es mayor: el 8 por ciento, sobre un total de 894 personas. Según dijo a Página/12 el doctor Luis González Montaner --director del Instituto de Tisioneumonología de la UBA, a cuyo cargo está el tratamiento de los pacientes tuberculosos del Hospital Muñiz--, "estamos completamente atrasados en el control de la TBC multirresistente". Un aspecto de este atraso es la falta de los medicamentos específicos: "De las cuatro drogas principales, hasta hace unos días no teníamos ninguna y ahora tenemos sólo dos. Esto sucede en la ciudad de Buenos Aires y es mucho más grave en el resto del país". González Montaner destacó que "en toda la Argentina hay TBC multirresistente: se la registró en La Plata, Mar del Plata, Rosario, Córdoba, Salta, Jujuy, y me informan de casi cien casos en Mendoza". La TBC multirresistente se expandió mucho entre los enfermos de sida, cuyas defensas bajas los hacen extremadamente susceptibles: hay 600 casos que padecen las dos enfermedades, pero también "en una encuesta entre 20 centros de salud del país encontramos cerca de 100 enfermos que no padecían sida --reveló González Montaner--. También hay casos entre las enfermeras, mucamas y médicos: hace un mes y medio, cuando faltaban todos los medicamentos, el personal de enfermería del Instituto me elevó una nota de protesta por los riesgos que corren también ellos". La expansión de la TBC multirresistente no sólo es grave en sí misma sino que enjuicia más ampliamente la política sanitaria nacional. La OMS, en el trabajo mencionado, sugiere una "relación directa entre los niveles de resistencia a los medicamentos y la calidad de los programas de control de la TBC". Es más, propone "utilizar los datos sobre resistencia a las drogas para evaluar el resultado de los programas de control de la TBC". Una medida sanitaria elemental, que explica González Montaner, es "apenas se diagnostica una tuberculosis, hacerle un antibiograma al paciente para establecer si es resistente a los tratamientos convencionales; así lo hacemos en el Muñiz, pero la indicación del Ministerio de Salud Pública es hacerlo recién al tercer mes y en caso de que hayan fracasado los tratamientos comunes: durante ese tiempo, el paciente propagó la TBC multirresistente entre la población". González Montaner también solicita "el aislamiento de los enfermos mientras exista riesgo de trasmisión" y el acondicionamiento de salas especiales para estos pacientes, como la que ya existe en el Muñiz. Para el especialista, "no se están tomando las medidas necesarias: venimos corriendo detrás de la epidemia, en vez de ponernos delante para controlarla".
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