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Con un septiembre en rojo empezó en Moscú el fin del zar Yeltsin

El Parlamento ruso vota hoy la propuesta de Viktor Chernomyrdin como premier y la reducción de los poderes presidenciales.

El líder comunista Ziuganov cena en el Kremlin ante una Sprite.
De su partido depende la votación de hoy del premier en la Duma.

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t.gif (67 bytes)  Después de protagonizar siete días que sacudieron al mundo, devaluar el rublo y entrar en cesación de pagos, Rusia enfrenta un día decisivo. El candidato a premier, el veterano Viktor Chernomyrdin, deberá ser aceptado por la Duma, Cámara Baja del Parlamento. Comunistas, ultranacionalistas y reformistas anunciaron que lo repudiarán. A menos que opten por la estabilidad que propone un plan para reducir los poderes constitucionales de la presidencia en favor de la Duma aprobado ayer por una comisión cuatripartita formada por el Gobierno, el Kremlin y las dos Cámaras del Parlamento. El martes comienza en Moscú una minicumbre con el presidente norteamericano Bill Clinton, quien espera comprometer en el camino de las reformas de mercado a unos rusos ávidos por más ayuda financiera y por un incremento de la inversión internacional.
“Debemos ver cómo seguirá todo esto”, declaró con prudencia el secretario adjunto del Tesoro norteamericano, Lawrence Summers, al referirse al acuerdo firmado ayer en Moscú para permitir que la Duma confirme la propuesta efectuada por el presidente Boris Yeltsin de Chernomyrdin como primer ministro. “En este momento, lo crucial son las medidas que los rusos sean capaces de tomar para detener la hemorragia financiera de su economía”, agregó. El tiempo se acaba para superar la crisis que sacudió el sistema financiero ruso, causó la caída libre del rublo y la bolsa y puso en peligro los fundamentos políticos de la potencia nuclear.
El proyecto de acuerdo, alcanzado después de un fin de semana de negociaciones frenéticas, está destinado a formar ese consenso político cuya ausencia ha caracterizado a Rusia desde la disolución de la Unión Soviética. Prevé la creación, en el plazo de un mes, de una comisión encargada de enmendar la Constitución de 1993, para limitar los poderes del presidente y reforzar los del Parlamento. El errático comportamiento del presidente Yeltsin en recientes semanas, y en particular en la última, y su incapacidad para involucrarse activamente en el manejo de la crisis despertaron rumores persistentes en los mercados mundiales de que dimitiría, ya había dimitido o estaba muy enfermo para gobernar. Pero en una entrevista televisiva declaró que terminará su mandato hasta el 2000 y que entonces dejará el cargo.
La Duma tiene previsto votar hoy la nominación de Chenomyrdin, pero el jefe del Partido Comunista (PC), Guennadi Ziuganov pidió el aplazamiento de la votación hasta mañana o incluso más tarde, en un intento que podría dejar a Yeltsin sin primer ministro aprobado durante la cumbre que celebrará esta semana con el presidente norteamericano Bill Clinton. De acuerdo con Ziuganov, cuyo PC tiene la mayoría en la Duma junto a sus aliados, las promesas libremercadistas hechas por Rusia para asegurarse el préstamo de 22.600 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) debían ser revisadas.
A pesar de que el PC participó en la redacción del pacto cuatripartito de estabilidad, Ziuganov anunció que la cúpula partidaria no lo rubricará, y que en todo caso no votará hoy a Chernomyrdin. “Toda la facción votará en contra”, dijo ayer el líder comunista a la cadena de televisión comercial NTV. “El señor Chernomyrdin es cómplice junto a Yeltsin de la destrucción de la economía rusa en los últimos cinco años”, agregó. Pero si una cantidad importante de comunistas votan por el acuerdo, no sería la primera vez que los votos se dividen en un partido que era de una unidad monolítica en la era soviética.
Viktor Chernomyrdin, caudillo de Gazprom, el monopolio de gas más grande del mundo, primer ministro interino y antecesor del saliente Serguei Kiriyenko, ya ha acordado con el parlamento un proyecto de estrategia económica que aboga por un mayor control estatal. Sin embargo, descartó que vaya a significar un retroceso al pasado y reiteró su compromiso con las reformas de mercado. Chernomyrdin convocó el viernes a un grupo de reformistas dirigidos por el viceprimer ministro interino, Boris Fyodorov, a los que encargó la tarea de preparar urgentes medidas anticrisis.

 

EN PANAMA NO QUIEREN LA REFORMA
Adiós reelección, adiós

Quince minutos antes de que a las 16.00 horas locales cerraran las urnas, el gobernante Partido Revolucionario Democrático (PRD) anunció ayer que el triunfo del Sí era rotundo en el referéndum que debía decidir por la reelección del presidente de Panamá Ernesto Pérez Balladares. Pero los resultados dieron por el contrario una abrumadora mayoría para el No, que el oficialismo acabó por aceptar. Con la reforma constitucional, el actual mandatario hubiera podido optar por un nuevo mandato de cinco años en los comicios generales del 2 de mayo de 1999. Pérez Balladares se sumó al argentino Carlos Menem y al peruano Alberto Fujimori en la lista de los presidentes latinoamericanos que apostaron a reelecciones que las constituciones nacionales originariamente les vedaban.
Ya desde el comienzo, no todos estuvieron de acuerdo con la anunciada victoria reelectoralista. “Que no se crean quienes apoyan el Sí que han ganado, cuando han perdido”, recalcó Guillermo Ford, presidente del opositor Partido Molirena, en conferencia de prensa, mientras el No avanzaba en los conteos extraoficiales. Con una disyuntiva clásica en muchos países latinoamericanos, la campaña dividió a Panamá entre los que dicen que Pérez Balladares es la única persona capaz de mantener la economía estable y los que no pueden olvidar su papel histórico en los 21 años de dictadura militar de Panamá con los generales Omar Torrijos y Manuel Noriega. Este último fue capturado por tropas estadounidenses en 1989, y en la actualidad espera en una cárcel norteamericana el fin de su condena a 40 años por cargos vinculados con el tráfico de drogas.
En la apuesta a la reelección había una pieza clave: la oportunidad de Pérez Balladares de estar al frente del país cuando reciba el Canal de Panamá de manos de Estados Unidos el 31 de diciembre de 1999. Según un acuerdo firmado en 1977, Estados Unidos debe retirar sus tropas y entregar el canal y toda la tierra ocupada a Panamá antes del 2000. Los líderes opositores acusaron a Pérez Balladares de corrupción y le reprocharon su complacencia en las elecciones de 1989, anuladas por Noriega cuando triunfó la oposición. El presidente negó constantemente los cargos de corrupción.

 

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