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LAS AFJP PERDIERON 14% EN AGOSTO. SUS FONDOS BAJARON $1547 MILLONES

Rinde más tenerla en el colchón

El dinero de los trabajadores destinado a su jubilación quedó en medio de la gran timba bursátil internacional. Por primera vez desde que nació el sistema privado la rentabilidad fue negativa. La Bolsa de Nueva York tuvo una caída histórica. Para defenderse de la crisis, los empresarios piden protección.

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Las acciones líderes bajaron 39,1 por ciento y los bonos hasta 33 por ciento en agosto

Por Claudio Zlotnik

t.gif (67 bytes)  La crisis bursátil ya no es un problema exclusivo de los especuladores de la city. A los efectos negativos que difunde a la economía real se le suma el castigo que reciben las AFJP, compañías que reciben todos los meses el ahorro (supuestamente) previsional de los trabajadores. En agosto, la rentabilidad de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones se derrumbó 14 por ciento respecto del mes anterior. Esto significa que a las AFJP se les esfumaron 1547 millones de pesos, el equivalente a lo que recaudan en cuatro meses y medio. Por primera vez desde que existe el sistema de jubilación privada, hace cuatro años, la rentabilidad anual dio negativa: 7 por ciento. De la debacle no se salvó ninguna administradora, todas registraron saldos en rojo. El impacto lo sentirán los 6,6 millones afiliados a alguna de las diecisiete AFJP que operan en el mercado.

Las administradoras atraviesan su peor momento. Atadas a la globalización de las plazas financieras, pasaron del éxtasis a la depresión. Hace justo un año, en agosto del '97, habían alcanzado su máxima rentabilidad anual: 28,8 por ciento. Eran épocas de gloria. Cada una de ellas publicitaba agresivamente sus ganancias para conseguir afiliados. Pero la crisis originada en Tailandia dos meses después fue afectando paulatinamente el desempeño de las administradoras. Y de ese máximo de hace un año se derrumbaron, acompañando la debacle bursátil, hasta llegar a la rentabilidad anual negativa del 7 por ciento de agosto.

Por eso, para entender este resultado hay que tomar en cuenta que las administradoras tienen invertido el 45 por ciento de sus fondos en títulos públicos, el 20 por ciento en acciones y el 22 por ciento en plazos fijos. Con el estallido de la crisis asiática, los gerentes financieros de las AFJP fueron volcando fondos en los plazos fijos y en los bonos, en detrimento de las acciones. Sólo durante agosto, el índice de acciones líderes MerVal cayó 39,1 por ciento. A los bonos no les fue mejor: cedieron entre 12,5 y 33 por ciento. Si no fuera porque las administradoras registran la mitad de los títulos en su poder al valor en los que fueron adquiridos y no al precio de mercado, la caída del último mes hubiese sido mayor.

Todos los trabajadores que se afiliaron hace un año tienen menos dinero en sus cuentas que el capital ya descontadas las comisiones. El efecto que la crisis provoca en los fondos de los aportantes queda demostrado en el siguiente ejemplo: si un año atrás una persona con un salario bruto de 1000 pesos mensuales hubiese guardado bajo el colchón el 11 por ciento que destina para su jubilación, hoy tendría 1320 pesos. Pero, en manos de las AFJP ese monto se le contrajo a 880 pesos, un 33 por ciento menos. El dinero que quedó en el camino no sólo fue licuado por la mala performance de los mercados. Parte de él quedó en manos de las administradoras, que siguen ganando a pesar del terremoto bursátil, a través de las comisiones que cobran. Hay casos en donde la AFJP se queda con más de la mitad del aporte del afiliado. Si esa misma persona hubiese colocado sus ahorros en un plazo fijo, obtendría una renta anual cercana al 6 por ciento.

La caída de agosto, del 14 por ciento en comparación a julio, significó una merma de 1547 millones de pesos en el dinero manejado por las AFJP. Así, en vez de los 11.050 millones que contabilizaban a principios del mes pasado ayer sumaban 9503 millones. Ese monto es el mismo que contabilizan a principios de año.

Si bien todas las compañías del sistema mostraron un comportamiento negativo durante agosto, a algunas les fue mejor que a otras. Son los casos de las AFJP Nación (-4%); San José (-5%); Afianzar (-5%) y Prorenta (-5,6%). Por el contrario, en la otra punta del ranking figuran Profesión (-7,9%); Futura (-8,3%); Generar (-8,5%) y Claridad (-8,7%). Pese a los fuertes retrocesos, ninguna deberá poner dinero de su patrimonio para compensar por las pérdidas a los afiliados, ya que la rentabilidad mínima del sistema quedó negativa en 9 por ciento. No obstante, desde el punto de vista del afiliado, estos resultados son meramente contables: no pueden tocar los fondos hasta el día en que se jubile.

Lejos de alarmarse por los magros resultados de agosto, los gerentes de las AFJP se defienden argumentando que no es razonable tomar la tendencia de un solo mes para medir la performance de la jubilación privada, puesto que el sistema debe ser evaluado en el largo plazo. No obstante, algunos de esos gerentes admitieron la posibilidad de que, si la crisis continúa golpeando, emerja un caudal de afiliados que se pasen a la AFJP Nación, la única que garantiza, al momento de jubilarse, una rentabilidad mínima similar al rendimiento de una caja de ahorro.

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CAIDA HISTORICA DEL DOW: SE ESFUMARON U$S 600 MIL MILLONES

Se perdieron dos Argentinas


Por Alfredo Zaiat


t.gif (862 bytes) En apenas siete horas desaparecieron ayer dos Argentinas en la Bolsa de Nueva York. Unos 600 mil millones de dólares se evaporaron de la meca bursátil con una de las caídas más fuertes de los últimos años. El índice de las principales acciones industriales Dow Jones bajó 6,4 por ciento, el equivalente a 512 puntos, lo que constituyó el segundo peor derrumbe en puntos de su historia. La plaza de Buenos Aires, en tanto, retrocedió 1,7 por ciento, acumulando un quebranto de 39,1 por ciento en este agosto negro. Hoy las bolsas prometen otro día caótico: Tokio abrió con una caída del 3,1 por ciento.

La crisis de los mercados emergentes se instaló en la Bolsa más grande del mundo, apareciendo así los temores a una recesión global. Hasta hace pocos días la mayoría de los analistas de los bancos de inversión pensaban que el derrape de las bolsas asiáticas, latinoamericanas y rusa no iba a afectar la de Nueva York. Pero entidades financieras empezaron a admitir las pérdidas que deberán contabilizar por la debacle de las plazas emergentes (por caso, Salomon Brothers informó que sus quebrantos totalizan unos 150 millones de dólares), y los inversores se dieron cuenta de que la crisis también afectará a las empresas estadounidenses.

Desde el máximo alcanzado hace seis semanas --el Dow alcanzando los 9300 puntos--, la Bolsa neoyorquina perdió casi 20 por ciento. Y los analistas más optimistas sostienen que puede bajar otro 10. Como la mitad de la población americana tiene inversiones en acciones, una caída de esa magnitud puede afectar su propensión al consumo, que en los últimos tres años ha sido el motor del crecimiento de la economía. Parte de las fabulosas utilidades obtenidas en la Bolsa eran volcadas al consumo, que creció más que el ingreso de la gente. Entonces, un freno del gasto de la población porque siente la pérdida de parte de su capital por el derrumbe bursátil puede convertirse en otro golpe para las economías emergentes de Asia y América latina. Estas, ante la caída de su propia demanda interna, han estado destinando su producción excedente para el mercado de EE.UU. Sin consumidores americanos dispuestos a gastar a cuenta de la renta bursátil, comportamiento que imitarían los europeos si siguen cayendo también sus bolsas, la recesión se generalizaría.

Por ese motivo, va ganando consenso entre los financistas la idea de que la Reserva Federal (banco central estadounidense) disminuya la tasa de interés de corto plazo, para que la economía no se enfríe. Con esa perspectiva, y ante la caída de las cotizaciones de las acciones, los inversores se refugian en activos seguros, como los bonos del tesoro americano a treinta años: ayer la tasa de esos papeles se ubicó en el también histórico --por lo bajo-- 5,26 por ciento anual.

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"El daño no ha terminado"


La crisis financiera mundial, iniciada en el sudeste asiático y extendida a Rusia, "ha hecho gran daño a América latina, y el daño no ha terminado", auguró el economista jefe para la región del banco de inversión ING Barings, Arturo Porzecanski. En declaraciones a un diario de Uruguay, señaló que la inestabilidad internacional incrementó "el riesgo de invertir en todas las plazas emergentes, incluyendo América latina y, por ende, el capital extranjero sale de la región, derrumbando las bolsas, empujando al alza las tasas de interés y presionando las monedas y las reservas de los bancos centrales". El experto indicó que las situaciones más vulnerables son Venezuela, desde ahora a marzo del año próximo, y Brasil en el mediano plazo (1999 y 2000). Un informe de la casa Santander Investment, conocido ayer en Nueva York, señala a su vez que pese a que el intercambio comercial de Brasil con Rusia es reducido, las repercusiones financieras de la crisis del rublo "pueden ser relevantes" para la nación latinoamericana.


Defensas para frenar la avalancha asiática

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Jorge Rodríguez, jefe de Gabinete, fue anfitrión de empresarios que reclaman controlar las importaciones

Por David Cufré

t.gif (862 bytes) Los industriales vislumbran una avalancha de importaciones desde el sudeste asiático debido a la crisis internacional. Ayer le plantearon esa preocupación al Gobierno y reclamaron la implementación de medidas para proteger a la producción local. Pese a la indiferencia evidenciada hasta el momento por Roque Fernández, quien considera que las demandas de la industria esconden "oscuros intereses proteccionistas", el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, convocó a una reunión de urgencia para tratar el problema.

En ese cónclave estuvieron presentes funcionarios de todas las áreas de gobierno vinculadas con el tema y los presidentes de las cámaras del calzado, la indumentaria, los juguetes y los rodados (bicicletas y ciclomotores). Los empresarios pidieron que se fijen cupos de importación para limitar el ingreso de productos asiáticos. No obtuvieron respuesta a ese reclamo, aunque los funcionarios se comprometieron a analizar el tema y "seguir conversando" dentro de quince días, cuando vuelvan a reunirse. "No reclamamos nada que no esté contemplado en los acuerdos firmados con la Organización Mundial de Comercio", señaló a este diario el presidente de la Cámara de la Industria del Calzado, Carlos Bueno.

"Hay que vencer el miedo de decir que se quieren cuidar las fuentes de trabajo local, porque esto lo hacen todos los países serios del mundo", enfatizó el titular de la Cámara de la Indumentaria, José De Mendiguren, quien evaluó el encuentro de ayer como "una señal positiva frente al peligro que enfrentamos de vernos inundados de productos asiáticos". En rigor, los empresarios se mostraron más satisfechos con el cambio de actitud oficial, venciendo las resistencias de Economía, que con los anuncios concretos formulados por Jorge Rodríguez y Carlos Silvani.

El titular de la AFIP informó que se incorporarán 600 posiciones arancelarias al sistema de Control de Preembarque de Importaciones, que permite detectar si los despachos desde el exterior son a dumping (ventas por debajo del costo en el país de origen) o si se realizan maniobras de subfacturación. Hasta el momento están bajo esa inspección 400 posiciones arancelarias. Otra medida es que se controlarán los envíos superiores a 800 pesos, cuando hasta ahora se revisaban aquellos que estuvieran por encima de los 3000. "Detectamos que los importadores fraccionaban sus envíos para eludir la inspección", indicó Silvani.

"Argentina es uno de los países del Hemisferio Sur más atractivo para colocar productos de consumo masivo. El control aduanero es deficiente y no se aplican medidas que permite la OMC para proteger a la producción nacional", insistió De Mendiguren, quien mantuvo un áspero debate con Silvani.

El jefe de la AFIP sostuvo que desde que se hizo cargo de la Aduana (además de la DGI), los controles han mejorado, y que lo harán más cuando funcione a pleno el sistema informático María. "Está bien, pero la apertura de la economía fue hace nueve años y no podemos seguir esperando a que terminen de implementar el sistema María", retrucó De Mendiguren, quien también polemizó con el viceministro de Economía, Pablo Guidotti.

El segundo de Roque Fernández insistió en que los industriales deben trabajar para "ser más competitivos". De Mendiguren le respondió con los datos de la industria del calzado. En 1993, antes de que se aplicaran medidas de salvaguarda --que luego fueron suspendidas--, los precios de importación de camisas de origen asiático eran de 11,2 dólares por kilo, frente a los 19,9 que ingresaban a Estados Unidos. Pero cuando empezó a regir el control, el precio de compra local saltó a 17,7 dólares.

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EL IMPACTO EN LA INDUSTRIA LOCAL


Textiles en la lona


t.gif (862 bytes) En la industria textil el impacto de la crisis asiática es demoledor. En los últimos meses se advierten dos fenómenos, vinculados con las devaluaciones en los países de aquella región: aumentaron las importaciones y los precios son cada vez más bajos. Algunas empresas resolvieron trabajar a pérdida, para no seguir cediendo porciones de mercado frente a la competencia externa. En el segundo trimestre, las importaciones de tejidos de punto (telas de jogging y remeras) subieron un 60 por ciento, las de tejidos de algodón un 36 por ciento, y las de fibras manufacturadas (para camperas y forros de prendas) un sideral 87 por ciento. Los empresarios temen que la tendencia se profundice en los próximos meses, forzando nuevos cierres de compañías locales. En la actualidad trabajan en el sector unas 60 mil personas, frente a las 110 mil que lo hacían en 1989. Lo mismo ocurre en la industria de la indumentaria, cuya dotación de personal decreció de 120 mil empleados antes de la apertura económica, a 45 mil en el presente. En cuanto a los precios de importación, desde que se produjeron las devaluaciones asiáticas vienen en franco descenso. De acuerdo a los datos proporcionados por la Federación de Industrias Textiles Argentinas, en junio bajaron un 20 por ciento para los hilados, en comparación con los valores promedio de 1997. En confecciones (sábanas, manteles, toallas) se achicaron un 30 por ciento, y en tejidos de punto un 20 por ciento.


Zapatos ajustados


t.gif (862 bytes) Durante la reunión en la Jefatura de Gabinete, los empresarios expusieron el caso de la industria del calzado, uno de los sectores más golpeados por el aumento de las importaciones. En 1988 se compraban al exterior 50 mil pares de zapatos. Con la apertura de la economía, esa cifra saltó en 1993 a nada menos que 21,7 millones de pares. La invasión dejó fuera de carrera a 997 fábricas, que no pudieron competir con los precios de los productos extranjeros. Hoy quedan 1500 empresas. En octubre del '96, la Cámara de la Industria del Calzado solicitó al Gobierno la aplicación de medidas de salvaguarda. Presentó un informe de 60 mil fojas, que demandó una investigación de más de un año, con pruebas de los daños ocasionados a la producción local por la importación indiscriminada. La Secretaría de Industria y Comercio, a cargo de Alieto Guadagni, concedió en febrero del '97 salvaguardas provisorias mientras analizaba el caso. Las compras ese año fueron por 17,2 millones de pares. Pero en diciembre pasado los importadores consiguieron un fallo cautelar de la Justicia ordenando suspender la aplicación de la medida. Desde ese momento, se importan zapatos desde el sudeste asiático a un promedio de 8 dólares el par, cuando hasta diciembre ingresaban a 15 dólares. Esto descoloca a los fabricantes argentinos, que no pueden retrotraer sus precios a esos niveles, con la consecuente caída en sus ventas.


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