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Por Raúl Kollmann Rubén Beraja dejará de ser presidente de la DAIA dentro de 45 días. Algunos sostienen que da un paso al costado por desgaste, porque se lo considera un hombre demasiado cercano al Gobierno o por haberse convertido en una figura cuestionada. Quienes lo rodean dicen exactamente lo contrario: Beraja es el dirigente judío de mayor prestigio y sólo da un paso al costado porque se le terminó el mandato tras siete años de gestión. En el último mes creció la propuesta de que el sucesor de Beraja sea elegido por el voto masivo de toda la comunidad judía, pero parece difícil que el proyecto prospere. Según se dice, el futuro presidente de la DAIA está cantado: será el actual secretario y hombre del riñón de Beraja, Rogelio Cichowolsky. La DAIA es lo que se llama una institución intermedia, es decir una especie de federación de los clubes y organizaciones de la comunidad judía. Por esa razón, al presidente no lo votan las personas, sino que cada club y cada organización comunitaria tiene un representante en la asamblea y ese delegado es el que vota. Es un sufragio por cada institución, tenga ésta 100 o 5000 socios. En realidad, la DAIA no tiene estatutos, pero así se ha elegido siempre su presidente. Según los opositores a Beraja, este sistema es antidemocrático porque no refleja la voluntad de la mayoría sino las posturas de las comisiones directivas de las instituciones, sobre todo de las pequeñas. "Algunas están muy endeudadas y por eso votan las posiciones de Beraja, que les ha dado una importante ayuda financiera, salvándolas del cierre. Como son muchas y cada una tiene un voto, Beraja y su gente ganan", señaló a este diario un integrante de Avodá, el laborismo dentro de la comunidad. Esta corriente propuso que por primera vez se vote en forma masiva, con urnas, a partir de un padrón en el que figuren los socios de las instituciones judías, los miembros de las congregaciones religiosas y los afiliados a los colegios y centros culturales. Ese padrón se depuraría para evitar el doble o triple voto de los que están asociados a más de un club, escuela, centro cultural o religioso. La fórmula sería, un judío, un voto. También en el último mes surgió otra corriente, URJA, Unión Renovadora del Judaísmo Argentino, que incluso va más allá: propone que se incorpore al padrón todo judío que quiera votar, aunque no esté asociado a ningún club o institución. La postura de este sector es que buena parte de los judíos que viven en la Argentina se sienten judíos aunque no estén integrados a ninguna institución y que por ello deben tener derecho a votar. Cualquiera de los dos mecanismos debe ser aprobado por la asamblea de instituciones, justamente donde la corriente de Beraja se hace fuerte. De manera que es poco probable que se imponga una propuesta de ese tipo. Hay quienes adelantan que tal vez se llegue a un compromiso: ésta será la última vez que se elige al presidente con el método actual y a partir del próximo período se hará una especie de mezcla en la que los clubes e instituciones tendrán mayor cantidad de votos en función de los afiliados o socios que tengan. Por ahora, el voto directo parece cosa del futuro. Con ese panorama, en octubre se hará la elección del nuevo presidente. Es un secreto a voces que Beraja impulsará a su mano derecha, Rogelio Cichowolsky, quien así se convertirá en el máximo representante de la comunidad judía de la Argentina. Algunos sostienen que Beraja retendrá una importante cuota de poder, por cuanto va a ejercer plenamente su cargo de presidente del Congreso Judío Latinoamericano, la institución que agrupa a todas las organizaciones del continente y que, por lo tanto, tendrá una supervisión sobre la DAIA. Como sea, el mandato de Beraja llega a su fin: algunos lo cuestionaron por ser banquero, por una relación demasiado estrecha con Carlos Menem y un manejo blando en el reclamo de justicia por los atentados. Otros lo ven como el dirigente indiscutido de los últimos años y un hombre que será muy difícil reemplazar.
LEVANTAN UN PROGRAMA SOBRE EL ATENTADO A LA AMIA Aleph no emite más Novedades
El jueves pasado fue la última emisión del programa Novedades sobre la investigación de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA, que conducía el periodista Diego Melamed en Aleph, el canal de cable dedicado a temas de la comunidad y la cultura judía. Todos los jueves, a las 19.30 el ciclo se ocupaba de realizar un seguimiento de las pesquisas por los atentados que costaron 113 muertes. Aleph tiene como socio mayoritario al titular de la DAIA, Rubén Beraja, y el responsable del funcionamiento es su hermano David. Varios televidentes se comunicaron con este diario el jueves pasado para señalar que Melamed había anunciado ante cámaras que se despedía del aire el único programa de Aleph dedicado a los atentados. Hace un año, exactamente después del escandaloso acto por el tercer aniversario del ataque contra la AMIA, Aleph dispuso levantar la cobertura de las concentraciones de Memoria Activa, que se realizan todos los lunes frente al Palacio de Tribunales. Como se recordará, en el acto del tercer aniversario fueron silbados los funcionarios del Gobierno que estuvieron presentes y hubo una durísima protesta --encabezada por los familiares de Memoria Activa-- por la falta de resultados de las pesquisas. Incluso los dirigentes de la DAIA tuvieron que escuchar una sonora protesta por no dar los nombres de quienes obstaculizaban la investigación. Desde aquel 18 de julio en Aleph dejó de salir, todos los lunes, la concentración de Memoria Activa que puede verse, por ejemplo, en Crónica TV y otros canales de cable de noticias. Ahora, también Aleph suprime el programa semanal de cobertura de la investigación de los atentados. En la última emisión, "Novedades" cubrió la detención de los familiares que fueron a entregar un petitorio al ministro del Interior, Carlos Corach, en la puerta de su casa. CONFLICTO POR "MEMORIA Y REALIDAD" Polémica en Radio Jai
En carta dirigida a este diario, Steuerman sostiene que "Radio Jai es un medio privado e independiente que a partir de una cosmovisión judía tiene como pilares básicos el pluralismo, la libertad y la democracia. Sustentada en el derecho privado y de libre empresa, Radio Jai establece diferentes tipos de contratos con las distintas producciones. Respecto de 'Memoria y Realidad', ésta ha tenido un carácter de coproducción sin que la misma haya cubierto, lamentablemente, las expectativas socioeconómicas planteadas". Sobre esta base, la radio exige que el programa pague 3500 pesos por mes durante setiembre y octubre y 5000 pesos a partir de noviembre. Por su parte, Schiller y la asociación de oyentes sospechan que han existido presiones políticas para levantar un programa que se caracteriza por un duro cuestionamiento a la falta de resultados en las investigaciones de los atentados, hay críticas al Gobierno nacional y también a los dirigentes de la comunidad judía. "La radio ha vendido publicidad que se emite en nuestro programa, de manera que tiene ingresos -le dijo Schiller a Página/12--. Nunca cobré un peso por mi trabajo y sé que hay otros programas a los que no se les cobra absolutamente nada." La Asociación Memoria y Realidad también insiste en que a ningún otro programa de la radio se le hicieron exigencias económicas semejantes. Si no se resuelve el conflicto, el jueves será el último programa.
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