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MARCELA PACHECO, UNA ATIPICA PRESENTADORA DE NOTICIAS

"No me sale la imparcialidad"

La cara visible del noticiero nocturno de Cablevisión cuenta por qué intenta no ser una "cabeza parlante" más de la televisión.

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"No me da lo mismo una nota de Astiz que hablar sobre Soledad"

Por Patricia Chaina

t.gif (67 bytes)  "Básicamente soy un personaje inquieto, y no la típica carita de foto 4x4", afirma Marcela Pacheco, la conductora del noticiero nocturno de Cablevisión que para centenares de miles de espectadores suele presentar informaciones editorializándolas, o casi, con sus caras, gestos e inflexiones de voz. Pacheco, que también condujo el noticiero central de América, se precia de ser diferente al estereotipo de la presentadora convencional, a la que todo le da lo mismo. "No voy a la peluquería, me recorto el flequillo, me maquillo sola y tengo que sacarme de prepo el reloj antes de salir al aire porque no va con el estilo de presentadora de noticias", enumera a la hora de marcar las diferencias más obvias. Cuando comenzó a presentar informaciones convencionales, luego de años de locución en radio, tuvo que hacer una semana de entrenamiento "para no mover tanto la cabeza", confiesa. Pacheco tiene sueños de música: canta, toca la guitarra y compone sus propias canciones. "En una época, hasta llevaba la guitarra al canal, porque tocar es mi forma de catarsis", cuenta la conductora sui generis.

--¿Congenia su estilo personal con la formalidad que impone el medio?

--Soy rebelde e idealista pero tengo claro que en los noticieros no sobreviven los idealistas. Aquí uno es una máquina expendedora de noticias. A veces salís de presentar a Astiz (Alfredo) en Tribunales y te llega una nota de Soledad en Cosquín. Me impresiona, como espectadora de TV, que el conductor siga con un tono de imparcialidad como si estuviera viendo otro canal. Por eso me permito ciertas licencias, que combaten mi esquizofrenia. Hay un slogan que ya no se utiliza mucho pero ejemplifica: el protagonista es la noticia, y eso no lo modifica el estilo del presentador.

 

--¿Qué tipo de licencias se permite al aire?

--Darle una continuidad a las notas, crear climas diferentes. Me parece lícito mostrar humanidad ante ciertos hechos, dejar en evidencia que uno no es un personaje electrónico como Max Headroom. Intento neutralizar los gestos, pero no me sale la imparcialidad. Prefiero ser espontánea.

 

--¿En qué casos cree que es necesario mostrar humanidad?

--Cuando un grupo de vecinos aplaude al justiciero de Ituzaingó, no dejo de ver en "el delincuente" que murió como una cucaracha a un pibe de 19 años que fue a asaltar para poder comer, o mató a alguien porque le da lo mismo matar o morir. Y si al contrario ponés cara de póquer cuando asesinan a un tipo en el medio de la calle, se genera una distancia que, aún en épocas de guerra virtual, no existe. Me siento obligada a mostrar la parte más sensata de estas situaciones.

 

--¿Cómo es la relación entonces con los directivos del noticiero?

--No me puedo manifestar del todo, estoy contenida. Aunque las cosas que me dan bronca a veces me superan. A veces tienen miedo de que salga con algún disparate, pero me controlo. No voy a decir: "Se armó un quilombo...", pero me niego a hablar con el casette. Jamás diré: Graves disturbios... bla, bla. Puedo llegar a decir: "Se armó un lío bárbaro".

 

--Más allá de la espontaneidad de su estilo, ¿con qué tendencia periodística se ve identificada?

--Uno idealiza determinados temas hasta que se da cuenta de que no existe el periodismo independiente, por ejemplo. Prefiero a Mauro Viale, que sé qué me va a dar y cómo, que a Grondona mostrando el video de Oyharbide. A mí no me interesa la intimidad del juez, pero sí quiero saber si tenía acuerdos con la Federal para cubrir sus intereses. Prefiero al mal nacido que se muestra tal cual es que al hipócrita.

 

--¿Qué público cree que la ve?

--El público de la noche es muy amplio. Están los que llaman y dicen cualquier cosa, jadean... Es muy gracioso lo que una despierta en la madrugada. Pero también me causa simpatía, que, por ejemplo, los economistas del programa de Longobardi (Marcelo) me digan que les gusta este estilo, o que el senador Eduardo Menem haga parar a la custodia en la entrada del canal para contarme que me ve todas las noches. Y obviamente no es por las tendencias que pueda demostrar con mis pequeñas licencias. Tal vez por eso disfruto este rol, me da la posibilidad de señalar cosas. La única contra, francamente, es que, cuando me aburro, me da sueño.

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