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"Quiero tocar con Salgán", dice el pianista Jean-Yves Thibaudet

Además de admirar al argentino, Thibaudet, que está en Buenos Aires para dar dos conciertos, es uno de los máximos pianistas clásicos del momento y toca también música de Evans y Ellington.

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Jean-Yves Thibaudet fue discípulo del célebre pianista y maestro Aldo Ciccolini

Por Diego Fischerman

t.gif (67 bytes)  Ayer a la noche tocó como solista junto a la Filarmónica de Buenos Aires. Mañana lo hará con la Camerata Bariloche. Y el sábado pasado, recién llegado a Buenos Aires, Jean-Yves Thibaudet cumplió con un rito. Desde que vino acompañando a Cecilia Bartoli, cada vez que pisa esta ciudad va a escuchar a Salgán. "Es un fenómeno; su técnica, su fraseo, su estilo. Es tan perfecto. Mi sueño es hacer un disco en dúo con él. Haría cualquier cosa que él quisiera hacer", dice este pianista francés mimado por la crítica internacional. La idea de tocar con Salgán, en todo caso, no resulta extraña para quien ya se animó a dedicar un disco a Bill Evans, como si se tratara de un compositor clásico más, y se prepara para grabar, recién concluido su registro de los Estudios de Debussy, un álbum con música de Duke Ellington. "Pero lo que una tragedia --comenta-- es que no exista ni un disco solista de Salgán. Eso es una falta importante". Como para retribuir atenciones, el argentino hizo el sábado algo que no hace jamás: le dedicó su actuación a Thibaudet, a quien considera uno de los mejores pianistas del momento.

Discípulo de Aldo Ciccolini, Thibaudet recuerda al célebre maestro: "Su infinita apertura de espíritu y su cosmopolitismo musical ensancharon definitivamente mi horizonte pianístico y cultural". Y es que, si hay algo llamativo en el estilo del francés, además de la "apertura" que lo lleva a incluir en el repertorio a músicos populares, es esa clase de expresividad fundada en la máxima literalidad hacia la partitura que parece, efectivamente, heredada de Ciccolini. Sus interpretaciones de los compositores franceses de principio de siglo (Debussy, Ravel, Françaix) o sus transparentes lecturas del repertorio romántico, funcionan como referencias obligadas en la materia. Su próximo disco, sin embargo, será como acompañante. Allí reedita el dúo que se formó en Buenos Aires cuando Thibaudet decidió reemplazar al pianista que iba a ser el partenaire de la mezzosoprano Cecilia Bartoli. "Un dúo fascinante; tocar con ella es absolutamente excitante. Es mucho más que acompañar una cantante, porque con ella se da la interacción de la verdadera música de cámara". Después vendrán los bellísimos y poco frecuentados conciertos de Mendelssohn, con la orquesta del Gewandhaus de Leipzig (que en su momento condujo el propio Mendelssohn), dirigida por Herbert Blomstedt, un disco con la Rhapsody Blue de Gershwin y el segundo concierto de Shostakovich, otro con los dos conciertos de Chopin y uno con música estadounidense (Barber y Copland).

"El piano en el siglo XX tiene una importancia fundamental --dice Thibaudet--. Si no he tocado más ese material ha sido más que nada por falta de tiempo. De hecho, varios compositores franceses han compuesto conciertos para mí y, probablemente, grabe pronto un concierto maravilloso de Gian Carlo Menotti". Y la asignatura pendiente sigue siendo, mientras tanto, un recital solista en esta ciudad. Curiosamente, en este viaje podrá hacerlo en Montevideo, donde tocará después de sus conciertos porteños. "El Colón es un teatro maravilloso --opina-- y la posibilidad de hacer allí un recital es muy tentadora. La acústica es magnífica; no sólo el público escucha bien sino que también se oye bien desde el escenario y, a pesar de su tamaño, tiene un cierto grado de intimidad, porque desde donde uno está sentado se ve al público rodeando el lugar. Parece que la gente estuviera cerca y se escucha, también, su silencio.


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