El general Martín Balza está obsesionado por el tráfico de armas. En las últimas dos semanas no se privó de desvincular al Ejército en cuanto escenario pudo: los medios, la Cámara de Diputados y hasta la Casa Rosada. Quiere salir del centro de una trama en la que dice que no le corresponde ni siquiera el papel de extra. Anoche quiso relajarse y se hizo tiempo para invitar a su esposa al cine. No pudo escapar a su obsesión: eligió la última película de Tarantino Triple traición.
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