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EN LA CASA DE ZULEMA YOMA TODOS LOS TELEFONOS ESTAN INTERVENIDOS
Casi todo el mundo bajo sospecha

Al principio, la mujer del Presidente sospechaba de su vecino e incondicional de Menem, Gostanian. La SIDE dice que es el propio entorno de Zulema el que autopincha el teléfono para incriminar al Gobierno. La Federal no sabe quién fue, pero está segura de que existe una escucha.

Incrédulos: “Es una truchada –dicen que dijo la SIDE a Zulema–, y no fue hecho por ninguna organización. No es cierto que se pudiera escuchar en cada habitación”.

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Zulema Yoma no habla de ningún tema serio en su casa. Investigó todo, labró un acta notarial y la presentará en un juzgado.


Por Laura Vales y Raúl Kollmann

t.gif (67 bytes) Alguien espiaba a Zulema Yoma. Una conexión clandestina fue descubierta por la ex esposa del Presidente –se hizo un acta rubricada por escribano– y desató un durísimo cruce de acusaciones. En principio, Yoma sospechó que las escuchas pasaban por el departamento del creador de los menemtruchos, Armando Gostanian, que vive en el mismo edificio que Zulema. Después, hubo una tumultuosa reunión con un hombre de la SIDE, el coronel (RE) Igounet, pero fuentes de Inteligencia dicen que ellos no fueron los que hicieron esa pinchadura. Es más, acusan al entorno de Zulema de autopincharse el teléfono para después acusar al Gobierno. En la Policía Federal discrepan: “Está claro que ahí hubo una escucha”, diagnosticaron.
Paralelamente, las custodias del equipo de la ex primera dama –algunos de la Gendarmería y otros de la Federal– cruzaron acusaciones por supuestas visitas que hicieron dos peritos de la Gendarmería al bunker de la señora. Ella niega categóricamente que esos encuentros hayan existido, pero la Gendarmería amagó con un arresto de 14 días a uno de los peritos. Por último, Zulema decidió desplazar a su secretaria, Marilú Giovanelli, por sospechar que recibía dinero del secretario presidencial Ramón Hernández, para pasar información sobre los movimientos de la señora Yoma en relación con la causa Menem junior. “Acá hay un acoso terrible, quieren acorralar a Zulema”, repite uno de los hombres que la acompaña.
La ex primera dama descubrió la pinchadura hace un mes cuando percibió ruidos extraños en la central Siemens que tiene en su departamento y que administra no sólo las llamadas desde afuera, sino también las comunicaciones entre los internos ubicados en cada habitación. Zulema convocó a un técnico de Siemens quien constató que había interferencias. Es más, el diagnóstico es que las escuchas abarcaban todos los diálogos, los de afuera y los internos, e incluso en algún momento se sugirió que a través de la pinchadura podía accederse a lo que se estaba diciendo dentro de cada uno de los ambientes.
Fuentes cercanas a Zulema señalaron a este diario que el dictamen del técnico motivó el inmediato llamado a un escribano, quien labró un acta consignando por escrito los modos y las formas de la pinchadura. La ex primera dama guarda celosamente ese documento en el que, según se dice, hay una expresa mención a su vecino Armando Gostanian.
“Desde el punto de vista técnico –señaló a Página/12 el especialista en informática y comunicaciones Ariel Garbarz– es absolutamente posible hacer esa violación teleinformática. Es más, la central telefónica de la Casa del Frepaso fue controlada de esa manera y desde afuera se podían escuchar las llamadas y también los diálogos realizados a través de los internos. Un segundo caso es el de la empresa Inmobal, cuya central también fue tomada, aunque con el objetivo de robar las líneas. La empresa Telefónica reconoció que es impotente ante estas maniobras y la realidad es que las centrales de última generación son, en esencia, computadoras, y uno puede tomar control de esas computadoras desde afuera. Sin dudas puede ser ése el método para espiar.”
Los hombres de Zulema dicen que incluso la pinchadura permitía escuchar los diálogos dentro de cada habitación, es decir lo que se hablaba aun sin teléfono de por medio. Supuestamente se utilizaban los micrófonos de los aparatos para captar esas conversaciones. En este punto, Garbarz sostiene que eso sólo es posible si dentro de cada tubo se instaló un micrófono especial, algo que debió constatar el técnico de Siemens.
A raíz de la detección de las escuchas, Zulema empezó dirigiendo su ira contra Gostanian, a quién creyó responsable del espionaje. En el entorno de la señora Yoma todavía piensan que el amigo íntimo de Menem pudo tener vinculación con las escuchas, pero en términos oficiales la primeraexigencia de explicaciones fue a la SIDE. La central de espías concurrió al domicilio de la señora y verificó la forma en que se hizo la conexión. “Esto es una truchada –dicen que dijo la SIDE– y no fue hecho por ninguna organización. Es una cosa burda y no es cierto que se pudieran escuchar los diálogos en cada habitación. La conexión se hizo desde la caja de teléfono y suena a autopinchadura. Una maniobra del entorno de la señora para acusar a alguien del Gobierno”. Con ese diagnóstico, el secretario de Interior de la SIDE, coronel Igunet, habló con Zulema, pero obviamente no convenció a la señora.
También la Policía Federal está enterada del affaire, ya que participa de la custodia de la ex primera dama. Los hombres azules sostienen que efectivamente hubo una pinchadura y parecen no respaldar la hipótesis de la SIDE. “Según lo que sabemos –le dijo una fuente de la Federal a este diario–, la conexión se hizo a partir de un par de la caja. Es difícil decir quién lo hizo. Hoy en día hay quien hace ese trabajo tanto en el sector público como en el privado”.
Sea como fuere, lo cierto que el escándalo está a punto de estallar. No está claro todavía a quién va a acusar Zulema por las escuchas, pero el acta notarial será presentada en un juzgado. Por de pronto, la señora ya no hace más reuniones en su departamento: sólo se habla de la estrategia judicial en el caso Menem junior o cualquiera de sus próximos movimientos en cónclaves realizados en casa de alguno de sus allegados. Ahí –creen– pueden hablar sin ser escuchados.

 

Traición de secretaria

Hace casi un mes, Zulema Yoma despidió a su secretaria Marilú Giovanelli. “Cuando sacaba copias de distintas partes de la causa Menem Junior, siempre hacía dos juegos. Uno, para la señora Zulema, el otro iba a parar a la Casa Rosada. Hay fuertes sospechas de que recibía un sueldo de Ramón Hernández, y ella ya no resultaba confiable para la señora. Todo indica que le pasaba información al Gobierno”, explicó a este diario una persona muy allegada a Zulema, que presentó el caso como otro ejemplo de la forma en la que se hostiga y espía a la ex primera dama.
Durante los últimos siete días este diario intentó hablar con Giovanelli, pero sus familiares señalaron que “está en el campo y no quiere hablar con nadie”.


Zulemita

Zulema Yoma también mantiene ahora una tensa relación con su hija Zulemita. La joven encaró duramente a Mario Rotundo, el hombre de confianza de su madre, y lo acusó de inventar cosas, fraguar pruebas y llenarle la cabeza a Zulema con teorías conspirativas. Según parece, también Marilú Giovanelli, la ex secretaria de Zulema, opinaba lo mismo y estaba aliada a Zulemita en este punto.
Lo cierto es que el incidente entre Zulemita y Rotundo derivó en una denuncia de amenazas presentada por este último y lo más llamativo es que la madre apoyó la presentación contra su hija. Como se ve, el caso Menem Junior produce profundas heridas en todos los niveles.


Reunión con gendarmes

La Gendarmería tiene en su poder un informe en el que se consigna que dos peritos de esa fuerza fueron a ver a Zulema Yoma a su casa, supuestamente para conversar con ella sobre los resultados de la pericia entregada la semana pasada al juez de la causa Carlos Villafuerte Ruzo. En ese estudio, la Gendarmería ratifica que hay rastros de proyectil en el helicóptero, es decir que tácitamente se respalda la hipótesis del atentado, pero la presencia de los dos especialistas cayó muy mal en la conducción de la fuerza. “¿De qué hablaron?”, se preguntan.
La propia Zulema Yoma niega categóricamente el encuentro y quienes la rodean dicen que se trata de una maniobra contra la señora. Lo cierto es que dentro de la Gendarmería se dispuso inicialmente el arresto por 15 días de uno de los dos peritos y una fuente de la fuerza le relató a este diario que la sanción se cumplía en el sexto piso del edificio Centinela, en el casino de oficiales. Ayer, en forma extraoficial, la Gendarmería le dijo a Página/12 que la sanción no se concretó.
Sin dudas, uno de los grandes interrogantes es quién denunció la supuesta reunión. Algunos sostienen que fueron los custodios de Zulema -los que forman parte de la Federal– quienes acusaron a los gendarmes. Sin embargo, la versión más creíble indica que el informe lo realizaron otros integrantes de la custodia, pero que pertenecen a la Gendarmería. “La señora ya no puede confiar en nadie”, dicen lacónicamente en el edificio donde vive la ex primera dama.


“Tenía miedo de morir”

“El hijo del Presidente nos dijo que tenía miedo de morir en un atentado cometido por sectores del gobierno.” Palabras más, palabras menos esto es lo que dirán hoy dos mujeres que se presentarán a declarar en la causa Menem junior. Yolanda Guzmán es una militante histórica del peronismo de Lugano y dice que habló con Carlitos el día anterior a su muerte. La mujer se presentará en el juzgado con tres años de retraso y como toda explicación a la demora dirá que tenía miedo. La otra mujer citada es Alicia Guarnieri, ex empleada de la Presidencia de la Nación y que actualmente trabaja en la Administración de Ingresos Públicos. Guarnieri va a confirmar las palabras de Guzmán.
Zulema sostiene que los dos testimonios son valiosos y que Guzmán siempre quiso hablar con ella, pero no la recibió por creer que estaba del lado del Gobierno. Como contrapartida, en la causa ya han declarado numerosos amigos de Carlitos y todos coincidieron en que el hijo del Presidente nunca les manifestó ningún temor. Otro aspecto controvertido del caso.

 


 

“Operativo blanqueo” para jueces federales

Los aliancistas renunciaron a la Comisión de Juicio Político denunciando que el PJ quiere garantizar impunidad a jueces adictos.

El diputado radical Melchor Cruchaga denunció maniobras para impedir que se juzgue a Liporaci, Riva Aramayo y Oyarbide.

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Por José Natanson

t.gif (862 bytes) La Alianza anunció ayer que sus diputados dejarán de concurrir a la Comisión de Juicio Político de la Cámara baja. La oposición atribuyó esta decisión a la puesta en marcha, por parte del oficialismo, de un “operativo blanqueo”: rechazar in limine –sin discusión– los pedidos de enjuiciamiento contra los magistrados amigos del Gobierno, para que los expedientes sean “cosa juzgada” una vez que se inaugure el Consejo de la Magistratura. Ayer, el PJ desestimó sin previo tratamiento los pedidos de juicio político contra Jorge Urso y Luisa Riva Aramayo y anunció que la próxima semana hará lo mismo con el de Carlos Liporaci. La Alianza también denunció que el oficialismo pretende introducir fallas formales en el dictamen contra Norberto Oyarbide, para que, una vez elevado, la mayoría justicialista en el Senado pueda rechazarlo. Y añadió que reabrieron la investigación contra Mariano Bergés, quien había solicitado el juicio político de Liporaci. Esto se suma al rechazo a los 16 pedidos contra los ministros de la Corte Suprema de Justicia. Esta medida remite al planteo de “resistencia pacífica” que el diputado del Frepaso Carlos “Chacho” Alvarez había realizado ante la posibilidad de una re–reelección del presidente Carlos Menem (ver recuadro).
La sesión de ayer de la Comisión de Juicio Político de Diputados se convirtió en un escándalo cuando los diputados de la Alianza se levantaron enojados de sus bancas y abandonaron la sala. “Lo que hicieron con la Comisión es una vergüenza. Han convertido a este organismo en una máquina de dar certificados de buena conducta. Por eso decidimos dejar de concurrir hasta que no se garanticen otras condiciones reglamentarias”, dijo ayer a Página/12 el diputado radical Melchor Cruchaga.
“La estrategia del PJ es convertir todos los expedientes en ‘cosa juzgada’. Temen que el Consejo de la Magistratura actúe de manera más independiente e impulse alguno de los pedidos. Por eso están retrasando la nominación de los dos representantes justicialistas ante ese órgano. Quieren blanquear todo para recién después ponerlo en funcionamiento”, explicó la legisladora frepasista Nilda Garré.
Miguel Angel Pichetto, legislador del PJ y vicepresidente del bloque, sostuvo que “la actitud de la Alianza muestra una grave irresponsabilidad institucional que perjudica el funcionamiento del Parlamento”. El diputado César Arias, titular de la Comisión, dijo que “la oposición pretende judicializar la política” y añadió que “lo único que quieren es hacer un show mediático”.
Todos los diputados de la Alianza consultados por este diario coincidieron en afirmar que la decisión de dejar de concurrir a las sesiones se adoptó de manera espontánea. Y que, cuando ya estaba tomada, fue comunicada a Chacho Alvarez –jefe del bloque del Frepaso– y a Federico Storani –titular de la bancada radical–, quienes inmediatamente dieron el okey.
La denuncia de los diputados opositores sobre el “operativo blanqueo” se basa en:
u El rechazo in limine (es decir, sin siquiera analizarlo) al pedido de enjuiciamiento contra la camarista Luisa Riva Aramayo. En un fallo, la jueza había dejado abierta la posibilidad de revisar la cláusula transitoria 9ª de la Constitución, que señala que el actual mandato presidencial debe ser tenido en cuenta como el segundo a efectos de una nueva reelección.
u El anuncio de Arias, quien adelantó que la semana que viene desestimarán, también in limine, el expediente de Carlos Liporaci, denunciado ante la Comisión por haber ordenado escuchas ilegales a los empleados de su juzgado.
u El rechazo, también sin tratamiento previo, del pedido contra Jorge Urso, acusado por la Cámara Federal por su falta de voluntad en la investigación a su colega Carlos Liporaci.
u La reapertura de la investigación contra el juez Mariano Bergés, el autor del juicio político a su colega Liporaci.
u La decisión del justicialismo de emitir un dictamen sobre el juez federal Norberto Oyarbide, acusado de mal desempeño de sus funciones. “Dijeron que la resolución sobre este pedido de juicio político va a salir la semana que viene, con lo cual están eliminando la posibilidad de que Oyarbide dé su versión, ya sea de manera oral o escrita. Esto les va a permitir que, una vez que la acusación se eleve al Senado, la Cámara alta pueda rechazarla alegando que el magistrado no pudo hacer su descargo”, explicó Nilda Garré.
Los diputados añadieron que estas medidas adoptadas en la sesión de ayer se suman a otras anteriores. “La situación fue in crescendo, lo de ayer fue la gota que colmó el vaso”, explicó indignada Elisa Carrió. Estos son los principales antecedentes denunciados por la Alianza:
u El rechazo in limine al pedido contra el juez de Jujuy Mariano Cardozo, quien falló a favor de un plebiscito por la re–reelección de Carlos Menem.
u El uso de la misma metodología para desestimar los 16 pedidos de juicio político contra los miembros de la Corte Suprema de Justicia.

Resistencia política

La medida adoptada ayer por los diputados de la Comisión de Juicio Político de la Alianza tiene un antecedente. A principios de este año, cuando el menemismo avanzaba con el operativo re-reelección, el líder del Frepaso, Carlos “Chacho” Alvarez, lanzó una propuesta: llamar a la desobediencia civil y pacífica. Ante la posibilidad de que la Corte Suprema de Justicia falle a favor de un nuevo mandato de Carlos Menem, el diputado planteó la posibilidad de la renuncia a sus bancas de todos los legisladores de la oposición, la realización de un cacerolazo de protesta y un acto de repudio en el Paraninfo de Santa Fe, donde se escribió la nueva Constitución. En ese momento, el jefe de la bancada de la UCR en la Cámara baja, Federico Storani, coincidió con el diputado frepasista. “La propia Carta Magna establece formas de rebelarse ante el paso de un estado de derecho a uno de ilegalidad”, justificó el radical en mayo pasado. La idea fue descartada ante la oposición de Raúl Alfonsín, Graciela Fernández Meijide y Fernando de la Rúa.

 

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