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Por Raúl Dellatorre El tono amable del discurso de Claudio Sebastiani, titular de la UIA, no logró disimular el furibundo castigo que le pegó al ausente ministro de Economía, Roque Fernández. La respuesta del presidente Carlos Menem, quien recibió en persona el mensaje durante la celebración del Día de la Industria, fue aún más contundente. "No me vengan nuevamente con el cuento de la devaluación, ni a hablar de la sobrevaloración de la moneda argentina: el programa económico es innegociable e irrenunciable." El contrapunto fue presenciado por más de 500 comensales que participaron de un almuerzo servido en el Marriot Plaza, que ofrecieron apenas un aplauso de compromiso a la palabra presidencial. Igualmente gélida fue la recepción que le habían dado al mandatario cuando se anunció su ingreso al salón. "Nuestros problemas no se resuelven con el piloto automático, necesitamos un piloto de tormentas", enunció Sebastiani, quien le reclamó a Menem "su intervención como timonel del Estado para fijar el rumbo correcto". Como para no dejar dudas de que los industriales piensan que a Roque se le perdió la brújula, el titular de la UIA hizo referencia a la crisis asiática y a la falta de previsiones para evitar el impacto negativo en la economía real. "Ya estaba claro, hace un año, que se iniciaba una época de recesión internacional, de devaluaciones, de pelea total por los mercados, de defensa del trabajo y capital de cada país, de competencia desleal. Se hizo muy poco por nuestra industria. Tal vez porque se minimizó el problema, tal vez porque se confió equivocadamente en el bendito piloto automático, tal vez porque los índices macroeconómicos eran correctos". Resaltó que mientras la industria hizo las veces de hermanita humilde, el sistema financiero se fortaleció "no por obra de la casualidad, sino de la política activa del Banco Central". "Nos animamos a decirle que si la industria hubiese recibido políticas activas similares, también estaría en excelentes condiciones para afrontar la actual crisis internacional, y hubiera podido crear empleo en forma significativa." Se preguntó luego "qué tenemos los industriales argentinos que no podemos tener los mismos instrumentos de defensa que reciben nuestros colegas alemanes, japoneses, brasileños o incluso de Estados Unidos". Como una condena más directa aún a la cerrada negativa de la política económica oficial a respaldar a la industria nacional, Sebastiani expresó que "no existe país importante en el mundo que deje expuesto el trabajo y el capital nacional a la espontaneidad de mercados internacionales cada vez más volátiles. Por ejemplo, todos los países a los que nos queremos parecer tienen aduanas que funcionan". Sebastiani disparó luego sobre otros frentes sensibles de la política económica oficial. "Nuestro peso se ha revaluado a un ritmo no previsto; no podemos confiar en los commodities; es riesgoso un alto nivel de dependencia del endeudamiento externo, tal cual hoy lo vivimos". Y demandó que se prevean respuestas ante la eventualidad de una devaluación en Brasil. "Si la reacción argentina no es inmediata, los daños pueden ser irreparables", señaló. Pero hubo un párrafo de su discurso que marcó en claro que los puentes con el equipo económico están rotos y que la UIA le está reclamando a Menem que se pare de su mismo lado del río. "Señor Presidente: estamos pidiendo que cuide el trabajo y las inversiones radicadas en el país. Esto sonará a proteccionismo y molestará a los fundamentalistas del mercado que creen que la libertad económica no admite matices. En momentos de crisis, el peor de los peligros es la dependencia ideológica, esto es, de ideas desvinculadas de la realidad social, de la producción y los mercados." "Nunca más una industria argentina debe cerrar como consecuencia de la competencia desleal, las devaluaciones competitivas o, lo que es peor aún, por la negligencia de algunos funcionarios." El lamento industrial no logró conmover a Menem. A su turno en el estrado, describió la crisis en Asia y Rusia como un "producto de la mala administración de países con fuerte intervencionismo del Estado; esta situación refleja el agotamiento de esta política, y es una extraordinaria reivindicación histórica para Argentina. La estrategia de desarrollo que hizo crisis en Asia y Rusia es, precisamente, lo que algunos políticos, economistas y ciertos empresarios sugieren como alternativa a la política del Gobierno". Luego agregó, elevando la voz en tono de campaña: "Este programa es irrenunciable e innegociable, no me vengan de nuevo con el cuento de las devaluaciones, ni a hablar de la sobrevaloración de la moneda argentina". Las tibias disculpas de Sebastiani a la hora del brindis ("le pido perdón, Presidente, si algo fue malinterpretado") no alcanzaron a disimular que un lazo se rompió entre el Gobierno y parte del establishment.
INQUIETUD POR LA CAIDA DE VENTAS El 40 por ciento de las pequeñas y medianas industrias (pymis) sostiene que la crisis internacional provocará caída de ventas y mayor presión de las importaciones en sus respectivos mercados. Para el 22 por ciento de estas empresas, dicha caída es el principal problema que afrontan. Otro 19 por ciento señaló a los problemas financieros (elevados costos y difícil acceso al crédito), mientras que un 17 por ciento apuntó el retraso en el pago de sus clientes. Son distintas consecuencias de una misma causa: la crisis, que impactará en la actividad de casi 10 mil empresas industriales con menos de 200 empleados. Las respuestas aludidas surgieron de una encuesta realizada por el Instituto para el Desarrollo Industrial de la UIA, presentado ayer en la jornada académica que precedió el almuerzo de conmemoración del Día de la Industria. La competencia desleal por evasión de otras empresas y el aumento de costos operativos quedaron rezagados a los últimos lugares en el resultado de la consulta, con apenas un 5 y un 3 por ciento --respectivamente-- de empresas que los señalaron como su problema principal. "Las pymis tienen que participar más en el desarrollo nacional, las grandes industrias tienen que aumentar sus compras de componentes internos. Este es un problema de política del país, que yo no sé si se resuelve con políticas más o menos activas, pero sí con políticas realistas, preocupadas porque las industrias no mueran", enunció Roberto Rocca, presidente del IDI y titular del grupo Techint. El retraso en los pagos de los clientes afecta como problema principal sólo al 9 por ciento de las empresas de 55 a 200 ocupados relevados. En esa preocupación, es notable la diferencia entre las empresas chicas y medianas, ya que el 18 por ciento de las firmas con menos de 55 empleados lo señala como su problema principal. El acceso al crédito es una cruz para el sector pymi. Las altas tasas de interés en relación a la rentabilidad de sus negocios explica que el 40 por ciento no acuda a los bancos a solicitar créditos. En gran parte, estas empresas se financian con créditos de sus proveedores, especialmente las de menor tamaño. Pero como los plazos que obtienen son, en general, más cortos que los que otorgan a los clientes en sus ventas, el retraso en los pagos se convierte en una preocupación mayor cuanto menor es la dimensión de la firma.
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