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Por Horacio Cecchi La policía conoce de sobra al fiscal de Cámara de la ciudad de Buenos Aires, Juan Carlos López. Hace 15 días, desató una polémica feroz con la cúpula policial y el Ministerio del Interior al denunciar públicamente la falta de decisión por aplicar el Código de Convivencia. Esta vez, López apuntó su dedo contra la Espiral Urbana, a la que denominó como un operativo de imagen que busca instalar la psicosis entre la población, para venderle las detenciones indiscriminadas. También sostuvo que no hay voluntad política de aplicar el Código y aseguró que si en 15 días siguen sin levantar actas, vamos a presentar una denuncia penal por incumplimiento de deberes de funcionario público contra los responsables de la política de seguridad. Se refería, como mínimo, al secretario de Seguridad nacional, Miguel Angel Toma, tambor batiente de la reinstalación del merodeo junto a la cúpula de la Policía Federal. Esto de sacar tantos patrulleros con las licuadoras prendidas aseguró el fiscal López es lo que se llama operativo de imagen. La policía, y la autoridad política que maneja la seguridad, largaron este operativo en el medio de una pelea política. ¿Se refiere al traspaso de la Policía Federal y a la polémica sobre si el Código de Convivencia previene o no los delitos? En efecto. Lo que hay que ver es cómo se dan los resultados en el tiempo. Me parece bien que haya mucha policía en la calle, como método disuasivo. La calle siempre requiere mucha policía, uniformada, en patrulleros, el viejo esquema del policía de esquina. Para entrar a tu casa tranquilo a las 3 de la mañana, no necesitás una ley de pena de muerte, sino un patrullero cerca y un policía en la esquina. Al instalar esta psicosis de la seguridad y de la mano dura, lo que se genera es delincuentes más duros, jóvenes drogados, zarpados, el delincuente que te mata por nada. Antes, no es que hubiera muchos menos robos. Había muchas menos muertes, muchos menos tiros. ¿Qué logran con el operativo de imagen? Dejan instalada una psicosis de que hay mucha inseguridad y le venden a la gente que sólo con mano dura se soluciona. No es la primera vez que en situaciones de inseguridad se planta este discurso. Cuando desde el punto de vista político la única respuesta es ésta, dejando de lado la enseñanza de la criminología y la ciencia jurídica, uno termina con la idea de que no se está manejando conforme a criterios científicos, sino oportunistas. La policía sostiene que a semejante violencia sólo se le puede oponer un nivel de tolerancia cero al delito. La mano dura tiene un ejemplo que dio la vuelta al mundo: la Ley Seca americana. No sólo multiplicó el hábito de consumir de los americanos, sino que además generó corruptelas en el crimen organizado que mantienen sus estructuras 70 años después. Los problemas sociales, los vicios de una comunidad, no se arreglan por decreto, se arreglan por vías más complejas. Nosotros tenemos historia de mano dura. El delincuente es marginal, es más duro que vos. Si sabe que la primera respuesta va a ser un tiro, está dispuesto a pegarlo primero. Y él tiene el arma. ¿Cómo prevenir entonces? Que haya mucha policía en la calle es un buen dato. Su sola presencia disuade, como mínimo a un sector del crimen. Pero por otro lado, este operativo, no en vano, aparece detrás de declaraciones del responsable de la seguridad, donde dice se acabó la tolerancia, empezó la mano dura. ¿Se refiere a Miguel Angel Toma? Claro. Este fue su mensaje que recogen los diarios el fin de semana pasado, y al día siguiente se arma un operativo, con criterios que todavíano conocemos, que hay que ver con prudencia, y al margen del accionar habitual de las comisarías. La policía anuncia como resultados exitosos del operativo centenares de detenidos por averiguación de antecedentes. Formalmente, se escudan en un marco legal que les da competencia: la Ley Lázara. Pero ojo, la Ley Lázara es una ley que tenía por finalidad limitar la facultad policial a los casos de necesidad, donde hubiera sospecha de delito. En la medida en que se han hecho tantas detenciones por esta ley, habrá que ver el resultado que produjeron, y cuál fue el criterio para determinar a ojímetro esa situación de sospecha. En unos 15 días, un mes, habría que rastrear en los juzgados qué quedó de esto, a ver si esta atribución de culpabilidad o individualización de delincuentes tiene un correlato judicial. Al mismo tiempo, el jefe de policía, Pablo Baltazar García, anunció que en un día apenas se habían realizado cuatro contravenciones. ¿El mensaje es que el Código de Convivencia no sirve para nada? Lo único que me preocupa es el mensaje explícito que dio el secretario de Seguridad. Dijo: No vamos a aplicar el Código de Convivencia y se acabó la tolerancia, ahora vamos a empezar con la mano dura, vamos a empezar a hacer lo que sabemos hacer. Es muy grave: lo que al principio consideramos como una falta de decisión ahora se transforma en una decisión explícita de actuar fuera de la ley. Esta semana se produjo una enorme actuación sólo en materia de seguridad, coincidente con el discurso de mano dura y de no aplicar el Código porque no sirve. Habrá que observar cuidadosamente cómo evoluciona todo en los próximos 15 días. ¿Al final, el Código es preventivo o no? Por supuesto. A tal punto el librito autoritario tiene entrada en la mentalidad que domina la seguridad, que se dice que no es preventivo porque no permite más detenciones. En el abc del derecho penal moderno, la detención es el acto por excelencia de represión del autor de un hecho delictivo, contravencional. La prevención es todo lo que se hace para que la gente no cometa esos hechos y no tenga que ser detenida. Estar detenido es estar sujeto a la potestad represiva del Estado, no preventiva. Represiva. Lo que hace falta es vigilancia. Si tengo un patrullero que está observando lo que va a hacer, cuanto más delincuente sea más se va a ir de ese lugar y se va a haber logrado la finalidad de prevención. Es muy importante ver qué pasa con el operativo en 15 días. Supongamos que persiste la falta de aplicación de la ley. ¿Qué actitud va a tomar? Existe una justicia que investiga los incumplimientos del funcionario público, porque se trata de un delito penal. De verificar esto, no voy a tener ningún problema de presentar una denuncia ante la justicia penal.
Corach vuelve a la carga y pide cambios al Código
El tema
de la seguridad volvió a convertirse en centro de la reunión de gabinete. Ese fue el
escenario que eligió el ministro del Interior, Carlos Corach, para insistirle a la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires que corrija el grueso error que cometió al
sancionar el Código de Convivencia Urbana, ya que desguarnece a la policía
de los medios necesarios para prevenir el delito. El secretario de Seguridad de la
Nación, Miguel Angel Toma, observó, en apoyo del ministro, que las detenciones en la
ciudad en el curso de siete meses cayeron de 60.000 a 600 con el nuevo Código.
Legisladores porteños toman las mismas cifras para sostener que esas detenciones
masivas no prevenían el delito pero también para denunciar que la policía
tiene la intención política de relacionar el Código de Convivencia con la
situación de peligro que vive la ciudad.
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