|
Por Adrián De Benedictis La selección argentina de rugby Los Pumas alcanzó la clasificación para el Mundial de Gales 99. Venció en forma consecutiva a Estados Unidos, Uruguay y Canadá y, de esa manera, integrará una de las zonas más accesibles para pasar por primera vez a los cuartos de final. El sábado partió hacia Japón para una gira de dos partidos (un test match) y en noviembre llegará la crucial gira de seis encuentros en Europa, que incluye enfrentamientos ante Italia, Francia y Gales. El técnico del equipo, José Luis Imhoff (57 años, rosarino) también lo acompaña el neocelandés Alex Wyllie, médico cardiólogo que ejerció la docencia durante treinta años en la Universidad de Rosario, que fue ministro de Salud de la provincia de Santa Fe entre 1993 y 1995 y que actualmente ocupa el cargo de director de Cardiología del Sanatorio Parque en su ciudad natal, dialogó con Página/12 y analizó su tarea en las distintas funciones que viene cumpliendo. ¿Usted es un hombre polémico? A mí me gusta ser polémico. En la vida, uno hace el esfuerzo por adquirir un conocimiento, por difundirlo, por discutirlo y por aceptarlo. Si usted no discute un concepto es probable que no lo va a aceptar nunca, porque no va a tener la suficiente decantación para saber cuánta inteligencia debe guardar. ¿Por qué dijo que su madre era gorila? Mi vieja era una gorila consumada porque venía de una familia antiperonista y mi viejo era un peronista nato. Yo me crié en una casa con mucha tolerancia donde nadie tenía la verdad. Por eso me gusta la polémica. ¿Qué le dejó su paso por el Ministerio de Salud? Uno habló tantas veces de lo que querría realizar que cuando es ministro lo hace y se juega la vida. En ese cargo se sale de la comodidad en que uno se encuentra y hace un esfuerzo por dar lo que le vinieron a pedir. ¿Se arrepiente de haber aceptado el cargo? Al contrario, la pasé muy bien, tuve el honor de participar con un gobierno que quedó muy bien con la gente. Porque estoy seguro que si Reutemann se vuelve a presentar volvemos a ganar. Dejé al cargo para volver a la medicina. Y como militante peronista, ¿cómo ve las cosas ahora? Estoy viendo este proceso de fin de siglo con profundos cambios y con una gran tendencia al consumo. Y me resulta desagradable que gran parte de la sociedad no tenga acceso a ese consumo. Eso hace que el modelo deba ser perfeccionado. Nos falta enriquecer al país, porque con el desempleo y la pobreza extrema no se puede vivir. A mí me duele el corazón cuando veo eso. De cara a las elecciones presidenciales del 99, ¿piensa en volver a ocupar un cargo público? No. Lo mío fue solamente un pedido de Carlos (Reutemann) para que lo acompañara. Yo me hice hombre del justicialismo porque creo que el partido cambió al país. Lo que no le entiendo a los políticos es cuando se pusieron a gritar en el 83, si los problemas de los argentinos fueron en el 76. Pero los políticos, a veces, gritan en un lado y ponen los huevos en otro. Con todos los casos de corrupción que aparecen, ¿mientras estuvo en el ministerio vio algo raro? Nunca nadie me vino a ofrecer nada. Yo dejé el ministerio, me fui a mi casa y nadie me llamó para averiguar alguna firma mal hecha. Pienso que si uno no busca algo raro, no lo encuentra. ¿Influyó el deporte para gobernar? El deporte le da a uno cierta formación. El rugby ayuda mucho en el carácter, y le hace controlar el enojo injustificado. Evidentemente, el deporte es una de las tantas formas donde se requieren nuevas experiencias, pero la presión que hace a un cargo público la tiene que asumir esa persona. A dos años de ser el técnico de Los Pumas, ¿qué balance puede hacer? Cuando nosotros recibimos el equipo, Argentina había perdido por 50 puntos con Francia por la Copa Latina, y con un juego que realmente no me agradaba. Empezamos a crecer y yo tuve algunos objetivos, no sólo como entrenador de Los Pumas, sino de todo el rugby argentino. ¿Bajo qué bases trabaja? Para mí, las patas fundamentales son el coraje, la disciplina y el orden. Si no tenemos eso, todo queda sustentado a la tabla de las habilidades personales. Con eso apareció el gran triunfo contra Inglaterra, y luego, la derrota frente a Nueva Zelanda. Lo que hacía que nos faltaba una pata, que era lo físico. Con ese aspecto obtuvimos excelentes resultados, porque le ganamos a Australia uno de los dos partidos. Y pasamos a ser el único equipo que, sin ser de los grandes, le ganó a uno de los grandes. Pero después nos dimos cuenta de que nos faltaba algo, lo que sería la quinta pata de la mesa, que es la continuidad en el nivel competitivo. Si no conseguimos continuidad el equipo se cae. ¿Y con esas cinco patas le alcanza? El aprendizaje es una etapa muy rica. Ahora veremos qué nos falta aprender, pero con lo que ya tenemos estamos en condiciones de superar a equipos que tradicionalmente nos ganaron, como Canadá. Eso nos hace ser optimistas, sin ser unos estúpidos, porque el optimismo excesivo se transforma en estupidez. ¿El rugby es un deporte para pocos? No todo el mundo puede jugar al rugby porque requiere grandes exigencias físicas, coraje y autocontrol. Y por el lado de la cultura social le digo que no, porque es un deporte donde hay países que lo han popularizado al nivel de los mineros de Gales o los campesinos neocelandeses. Lo que tenemos que hacer en este país es darle las condiciones para que todos puedan jugarlo. ¿El rugby argentino debe continuar con reglas amateurs? Sí. En el rugby de clubes no se discuten el amateurismo y el profesionalismo. Si llegara a entrar dinero al rugby argentino, el sentido comunitario del club se perdería.
|