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Por Alfredo Grieco y Bavio Los comunistas saben que los privilegios partidarios de los años soviéticos eran modestos en comparación con la enorme riqueza acumulada por la oligarquía capitalista rusa en la era de Boris Yeltsin. Con esta certeza que sus votantes entienden muy bien en un contexto de hiperinflación, la mayoría comunista deberá decidir hoy en la Duma (Cámara baja del Parlamento) si acepta como premier a Victor Chernomyrdin, el candidato propuesto por el presidente Yeltsin, al que ya repudiaron hace una semana. Los que ya le dieron el no a Chernomyrdin son los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea: ayer le ofrecieron cooperación, pero no el dinero que les había pedido. El presidente Yeltsin confía en salvar a su candidato a último momento, en una "mesa redonda" que mantendrá con representantes de todas las fuerzas políticas antes de la segunda votación a la que Chernomyrdin será sometido en la Duma. La oposición de izquierda donde dominan los comunistas y sus aliados anticipó ya el no rotundo con el que quieren apartar a una figura que ya fue premier por cinco años y supervisó la masiva y fraudulenta privatización de los bienes más valiosos del Estado. A la designación de Chernomyrdin los comunistas opondrán una lista con propuestas alternativas. Cuando era primer ministro, Chernomyrdin dominaba en Gazprom, el monopolio de gas más grande del mundo y la principal fuente de divisas para Rusia. El candidato cuya suerte se decide nuevamente hoy se hizo famoso por sus gastos. Por ejemplo, el medio millón de dólares de dinero público que dedicó a comprar helicópteros y abrir rutas en el bosque para celebrar la caza ilegal del oso. Chernomyrdin es más una apoteosis de la vieja nomenklatura comunista que el representante de la nueva clase de oligarcas con quienes sin embargo supo, y sabe, estar en los mejores términos. Si Chernomyrdin es elegido premier hoy por la tarde, esto significaría el principio del fin del caos, al menos en un sentido táctico e inmediato. Pero también implicaría que la posición de la nueva oligarquía mafiosa es más firme de lo que los rusos gustan reconocer en sus negociaciones con el FMI y con Occidente. Los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea (UE),
reunidos en la ciudad austríaca de Salzburgo, redactaron ayer una declaración en la que
ofrecen a Rusia "colaboración política", pero no las nuevas ayudas financieras
que les pidió en una misiva desesperada el premier interino Chernomyrdin. Tras dos días
de debates, los ministros instaron a Moscú a formar un gobierno estable, y a no desertar
de las reformas. La UE es el principal socio de Rusia, con un 40 por ciento de
participación en el mercado. Por consiguiente, los rusos "deben orientarse según el
modelo europeo". Al menos, ésta fue la opinión de Wolfgang Schuessel, canciller
austríaco y director del encuentro. El ministro del Exterior alemán, Klaus Kinkel, se
opuso violentamente a la propuesta de su colega italiano Lamberto Dini de que Rusia
suspenda los pagos de su deuda externa. Es que Alemania es el principal acreedor de los
rusos. |