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`Por Raúl Kollmann Finalmente, el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, blanqueó lo que es un secreto a voces: el equipo de investigación del caso Cabezas está siendo desarmado porque en breve se va a cerrar la causa. "El juez José Luis Macchi consideró que no se justificaba seguir manteniendo la Comisión en Castelli" explicó Arslanian. Lo cierto es que, para el gobierno bonaerense, la causa perdió interés político después de la muerte de Alfredo Yabrán y ahora se prepara el punto final a pesar de que sigue sin saberse por qué mataron a Cabezas ni quién dio la orden. La gobernación cerró el famoso bunker en el que operaban los investigadores y tanto los efectivos como los muebles y computadoras fueron trasladados a La Plata. Prácticamente, la última gestión del equipo será el viaje del juez a Londres donde hará una consulta pericial para ver si logra aclarar un poco la poco creíble historia del arma que supuestamente se usó en el crimen de Pinamar pero apareció en Mar del Plata. El cierre de la causa Cabezas se veía venir y así fue anticipado por Página/12 en varias oportunidades. La pesquisa siempre estuvo orientada a involucrar al supercartero y en ningún momento se investigó, como correspondía, la llamada pista policial es decir la hipótesis de que el crimen fue producto de una orden de jefes de la mafia de la Policía Bonaerense. Con el suicidio de Yabrán --seguramente inducido--, más todavía se le van a echar todas las culpas al muerto. * Los que participaron directamente del asesinato de Cabezas --cuatro policías y cuatro ladrones contratados por los policías-- seguramente dirán en el juicio oral que no quisieron matar al fotógrafo sino únicamente apretarlo, y que la idea de la golpiza fue de Yabrán. * Con esto, la Bonaerense --que insólitamente es quien investiga el caso-- se saca de encima la autoría intelectual del crimen. * El gobernador Duhalde también sale favorecido. Políticamente siempre le convino que el autor intelectual fuera Yabrán --un amigo de Menem-- y no la policía de su provincia. * El que sí quedará en el medio va a ser Gregorio Ríos, jefe de la custodia de Yabrán, pero por su carácter de guardaespaldas difícilmente se le impute a él haber dado la orden: como se sabe, las órdenes las dan los patrones. El punto clave estará en el juicio oral, que seguramente se va a hacer en medio de la campaña electoral. Hasta el momento, en la causa se presentaron decenas de testigos que declararon falsamente y que, todo indica, cobraron por mentir. También juegan en el caso algunos abogados que nadie sabe quién les paga. Para redondear, se pretende cerrar la causa sin que conste en el expediente el móvil del crimen. La historia oficial indica que Yabrán estaba molesto por las fotos que le sacó Cabezas y habría ordenado el apriete. Esa historia no cierra: los asesinos compraron el combustible antes de secuestrar al fotógrafo y actuaron a cara descubierta, por lo que ya sabían que lo iban a matar. Además, le pegaron dos tiros en la nuca, lo tenían maniatado con esposas y terminaron quemando el cuerpo. Nada de eso se parece a un apriete. En cuanto al autor intelectual, la causa no es contundente. Por un lado, hay elementos que vinculan el crimen con la mafia que lideraba Yabrán --básicamente porque Prellezo se conocía con el empresario--, pero también hay fuertes pruebas que apuntan a la Bonaerense: los detenidos, salvo uno, son todos policías, confidentes policiales o ladrones que trabajan para los policías.
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