Por Julio Nudler
Domingo Cavallo no
ceja. Mientras la catástrofe rusa sigue su curso (ver páginas 20 y 21), ayer mantuvo
consultas con financistas británicos (ver nota aparte) sobre la crisis terminal del
gigante enfermo, durante un alto londinense en su viaje a Ucrania, la más importante de
las repúblicas que se escindieron del tronco soviético cuando éste se desplomó. Pero
aunque el cordobés sigue convencido de que la convertibilidad es una receta apta para
Rusia, existen razones para dudar de que se trate de una fórmula apta para ése o
cualquier otro país en las actuales circunstancias internacionales. Diferente puede ser
el caso de Hong Kong y la Argentina, que la adoptaron hace años. Hoy dudarían mucho si
alguien les propusiera ese régimen salvador.
Aunque Moscú resuelva milagrosamente su actual anarquía, difícilmente acepte calzarse
el corsé de hierro de la convertibilidad, que la obligaría a eliminar de un plumazo su
gigantesco déficit fiscal. Como es sabido, la banca central quedaría reducida al papel
de una caja de conversión (algo así como una casa de cambio), cuya única facultad
sería canjear rublos por dólares y viceversa. Por tanto, no podría emitir rublos para
pagar las cuentas del Estado. Como éste no conseguirá que nadie le preste un centavo
además de su completa insolvencia, el gobierno ruso carga con el antecedente de
haber declarado una cesación de pagos, no habrá más remedio que imponer el
principio de caja: tanto se recauda, tanto se gasta.
Además de esta severa restricción presupuestaria, Rusia tampoco debería esperar un
ingreso voluntario de capitales. No es que éstos no quieran jugarle unas fichas a la ex
Unión Soviética. Lo que sucede es que hoy esquivan todos los mercados emergentes,
incluso los más sólidos, porque la consigna es no tomar riesgos. Obviamente, la rusa
será la última de las prioridades cuando amaine la crisis internacional y la plata
regrese tímidamente del centro a la periferia.
Sin ingreso de capitales, la convertibilidad es un remedio muy amargo, bastante peor del
que probaron los argentinos a partir de 1991. La masiva entrada de capitales impulsó
entonces un círculo virtuoso de expansión en la actividad económica y aumento de la
recaudación impositiva, que a su vez posibilitó que creciera el gasto público,
especialmente en las provincias a través de la coparticipación. Esta espiral feliz
recién se cortó con la devaluación mexicana del 20 de diciembre de 1994.
Aunque altos dirigentes rusos como Viktor Fyodorov y Viktor Chernomyrdin se sintieron
atraídos por la convertibilidad como forma de frenar el caos y reconstruir la confianza
en el rublo, Cavallo no lleva en su maletín un cassette adaptado a las actuales
circunstancias financieras del mundo. En siete años y medio, su cinta se ajó. Sin
embargo, no por eso es menos difícil encontrar otra solución, dentro del menú de la
economía de mercado. Por tanto, los banqueros occidentales, ansiosos por ver si aún
pueden salvar algo del naufragio, escuchan ávidamente a Cavallo. Su plan quizá pueda
servir para que el G-7 (las potencias industriales) y el FMI acepten poner dinero
adicional para frenar la caída rusa al abismo.
Para los cavallistas, aun hoy la convertibilidad puede estar indicada para una economía
tan chica como la rusa, donde un mínimo ingreso de capitales tendría gran impacto.
Recuerdan, además, que la Argentina la adoptó exitosamente mucho antes de haber firmado
el Plan Brady, no siendo entonces, por tanto, un puerto buscado por los capitales. Añaden
que un régimen bimonetario es indispensable para remonetizar la economía rusa y que
allí hay, como en la Argentina de la híper, una acuciante demanda popular de
estabilidad. ¿Bastarían estos argumentos?
El ex ministro EXPLICO LA CRISIS RUSA A
BANQUEROS
El Mingo tour llegó a Londres
Página/12 en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo desde Londres
En su maratónica serie
de viajes, aeropuertos y reuniones, Domingo Cavallo llegó ayer por la mañana a Londres y
se encontró en el curso del día con banqueros, financistas, economistas y empresarios
ansiosos por escuchar su opinión sobre la crisis rusa y sus posibles repercusiones para
el sistema internacional. El ex ministro habló de las posibilidades de encontrar una
salida al laberinto ruso vía convertibilidad y aprovechó para insistir que, a diferencia
de lo que parece ser la percepción de los mercados financieros, hay diferencias
esenciales entre Rusia y la situación de la Argentina o Brasil.
El periplo de los últimos días del ex ministro quita el aliento. El sábado estaba en
Rusia, el domingo en Buenos Aires, el lunes empezó en Tucumán, siguió en Buenos Aires y
terminó en un vuelo a Londres. El vértigo fue tal que al llegar al aeropuerto de
Gatwick, al sur de la capital inglesa, a las 11 hora local (7 en Buenos Aires, 13 en
Moscú) se vio obligado a buscar hotel en un Londres ya saturado por la reunión del G-7
del próximo sábado.
Una vez solucionado el alojamiento comenzaron las reuniones que se extendieron hasta las
22 hora local (18 de Buenos Aires, 24 de Moscú). La opinión de Cavallo para los
financistas tiene tres vértices. Es el arquitecto de la convertibilidad, acaba de
asesorar a Rusia y es un economista de confianza. El mensaje de Cavallo sobre Rusia es
que, salvo por el quizás insuperable escollo político, están dadas las condiciones para
la convertibilidad. La dolarización de hecho de la economía y la presencia de un proceso
hiperinflacionario facilitan la aplicación del plan. Pero la parálisis de la Duma la
impide. El ex ministro está enfatizando la necesidad de un fuerte respaldo de la
comunidad internacional a Rusia, tema central de la reunión del G-7.
El otro gran interrogante es el impacto de esta crisis en los denominados mercados
emergentes. Cavallo está utilizando el término que es moneda corriente entre los
inversores e insiste en que hay que despegar (decouple) a la Argentina de la crisis de los
mercados asiáticos. La solidez de la convertibilidad y del sistema financiero son las
armas de persuasión de Cavallo.
Una indicación de estos temores la da un artículo publicado el lunes por uno de los
diarios obligatorios de la comunidad financiera internacional, el británico Financial
Times. Bajo el título Bonos Internacionales: los inversores no despegan a la
región de las crisis en Asia y Rusia, el diario interpreta que, a la inversa de lo
que ocurría hasta hace poco, la crisis rusa y asiática está pegando su virus a América
latina. El caso argentino es el más crítico citado por el diario, que interpreta que el
alza del índice de bonos de mercados emergentes de JP Morgan, de los 850 puntos que
tenía hace tres semanas a 1476 puntos el viernes pasado, tiene potencialmente
graves repercusiones para la economía. Argentina es uno de los países
más dependientes del mercado internacional de capitales. Según SG Emerging Markets hay
11,1 mil millones de dólares de bonos Brady y eurobonos que vencen el año próximo.
Dinero que el país tendrá problemas en conseguir, si se contrae su PBI y si algo similar
ocurre en Brasil, hacia donde se dirigen el 30 por ciento de sus exportaciones.
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